Hace varios años estaba haciendo sueling en un contenedor repleto de basura en Patraix (Valencia), mientras me tiraba cerveza por encima junto con otro compañero suelista verdaderamente detestable. Estábamos manteniendo una elevada charla filosófica sobre las bondades de las cascaras podridas de plátano maduro y espachurrado, ya conocidas en la antigüedad por los filósofos epicúreos, que las utilizaban para mantener su cutis suave, suave y terso como la piel de una prostituta italiana de lujo, aunque no pude terminar la frase porque me atraganté con una cáscara mordida de pipa de calabaza que se me había metido en el bote de chela sin darme cuenta. Acababa de arrancarrle a mi compañero un preservativo usado y con restos de orina que se le había quedado pegado a la cara (ni se había dado cuenta, de tan tajado que iba), cuando oímos que llamaban a golpes al contenedor.
Abro el contenedor y me veo a un sudaka gordo que sudaba como un cerdo y a un viejo asqueroso. El viejo asqueroso olía fatal y vestía un chándal Adidas de pordiosero totalmente raído y deteriorado, como si no se lo hubiera quitado en los dos últimos años. Mi compañero suelista empieza a increpar al gordo:
-Puto chimpancé, lárgate de aquí.
Entonces me doy cuenta de que el viejo y el gordo eran Fidel Castro y Hugo Chávez. Yo por entonces era el presidente de la Agrupación de Pordioseros Socialdemócratas de la Comunitat Valenciana, de izquierda moderada, pero os podéis imaginad la cara de sorpresa que se me quedó al ver a aquellos dos tipos al pie de mi contenedor.
Ahora son Hugo Chávez y Fidel Castro los que empiezan a insultarme a mí. Dicen que soy un revolucionario de pacotilla, pues mientras ellos se dedican a luchar 24 horas al día contra Estados Unidos para crear un mundo mejor, yo me dedico a perder el tiempo haciendo sueling, y que por lo menos debería crear un blog para divulgar la revolución bolivariana. Replico a Fidel por lo menos yo no tengo presos políticos encerrados en mi contenedor; él me responde que en Cuba tampoco hay presos políticos, pero que tiene a bastante gente en la cárcel por ayudar a Estados Unidos proporcionándole secretos de estado y ayudándoles a organizar sabotajes, ataques terroristas, etc. A Chávez no tengo nada que reprocharle excepto que es un bocazas, que suele tener razón y que lo que dice es lo mismo que pensamos todos aunque nadie se atreve a decirlo, pero que en la política internacional existe la diplomacia y hay otras formas de decir las cosas. Chávez me contesta que eso es hipocresía, así que supongo que tiene razón, y acepto acompañarle a "tirarle huevos al imperialismo", sin saber muy bien qué quieren decir con eso.
.
Pues se trata, literalmente, de ir a casa de Rita Barberá, que por entonces vivía cerca de la calle Jesús, y llamar al timbre y tirarle huevos a la cabeza en cuanto baje. El único problema es que siempre había un policía en la puerta. Pero Fidel dice: "Yo me encargo de él". Caminamos los cuatro hacia la puerta de casa de Rita y el policía se queda de piedra al ver a Fidel y a Chávez intentando entrar a la casa y hace ademán de detenerles.
Entonces Fidel levanta su mano derecha y la acerca lentamente hacia él estilo Darth Vader, mientras le mira fijamente a los ojos como si le estuviera hipnotizando en plan Bela Lugosi. El guardia se queda petrificado y varios segundos después baja la mirada servilmente y a continuación suelta una retahíla de lemas a favor de la revolución cubana y declara su intención de afiliarse al Partido Comunista y de servir al Comandante en cualquier cosa que éste le pida.
Parece ser que Fidel tiene el poder vampírico de hipnotizar a sus víctimas y convertirlas al comunismo sólo mirándolas. Por eso en un momento de su primera legislatura, Aznar dijo que hablaba catalán en la intimidad y que el PP era un partido progresista y que quería dialogar con ETA y ser generoso con ellos para arreglar el problema vasco. Pero desafortunadamente, ese estado de "delirio progresista" no dura demasiado tiempo y luego la víctima vuelve a ser el que era antes.
También me comentó Fidel que el secreto de su inmortalidad es que cada mañana desayuna un litro de sangre de algún disidente o de algún espía de la CIA de los que pillan de vez en cuando haciendo maldades por La Habana.
Llámamos al timbre y luego nos escondemos en un contenedor y al principio Rita no bajaba; a la tercera o cuarta vez la vieja aparece en batín y le tiramos un montón de huevos y la dejamos toda pringada y Fidel y Chávez se parten la caja y se divierten como niños; luego la tipa se queda sorprendidísima al ver a Chávez y a Castro y a dos pordioseros más salir del contenedor llenos de basura; hace ademán de sacar una pistola o un teléfono móvil pero Castro le hipnotiza con su mirada vampírica y le ordena que se vaya hacer botellón al Carmen, y la tipa se pira en batín y con huevo por todo el cuerpo.
Esa noche, la alcaldesa estuvo bebiendo calimocho y litronas y fumando porros con unos punkis en la plaza del Carmen, y fue vista por numerosos testigos, incluso algunos periodistas; pero finalmente se impuso la clásica censura que impera en nuestro reino borbónico, así que ningún medio dijo nada y la cosa no llegó al dominio publico.
El policía comunista dijo que a esa casa llegaban todos los días modelos y actrices
bellísimas y que siempre entraban a la casa por la parte de atrás. Utilizando las dotes de "seducción" de
Fidel Castro se acabó montando una especie de orgía en el contenedor de detrás de la casa de la alcaldesa.
Hugo Chávez se lo montó con una
conocidísima y
guapísima presentadora valenciana de telediarios, mientras que
Fidel Castro
sodomizó entre montones de escoria a la fallera mayor infantil de Valencia de aquel año, prácticamente sin quitarle el traje de fallera. Yo no hice nada porque soy alcohólico y por lo tanto no puedo porque no se me levanta, aunque eso cambió años después cuando conocí a
Til y a Su.
Los dos importantes mandatarios de izquierdas acabaron eyaculando en la cara de las hermosas muchachas. Luego ambas, sin limpiarse, empezaron a morrearse salvajemente y a escupirse el semen la una a la otra y a intercambiárselo y a hacer todo tipo de guarradas, y finalmente se limpiaron la una a la otra con la lengua y se lo tragaron todo con rostro vicioso.
Chávez y Castro decidieron que era el momento de irse de España porque si seguían haciendo barbaridades la cosa se podría salir de madre y la prensa acabaría enterándose.
Me dijeron que habían cambiado de opinión sobre el
sueling y que debía crear un blog que hablara de las virtudes del
sueling y del socialismo del siglo
XXI, así es que decidí crear el Chino Muerto, aunque no lo puse en práctica hasta años después. Otra de mis gestas fue alcanzar la presidencia de la Asociación de Pordioseros
Socialdemócratas de la
Comunitat Valenciana, y tras plebiscito popular transformarla en la Asociación de Pordioseros
Putinistas Bolivarianos de la
Comunitat Valenciana, pese a que los Estados Unidos se opusieron en todo momento a ese cambio de tendencia e intentaron sabotear el proceso.
Chávez me dijo una frase que no entendí hasta hace unos días. Dijo que, pese a lo que dijeran los medios de comunicación de su país y del extranjero, él era el gobernante más demócrata del mundo, y que incluso se creía capaz de perder intencionadamente unas elecciones si eso era lo mejor para Venezuela y con eso podía evitar un baño de sangre en su país.
Años después, Chávez perdió sorprendentemente un referéndum constitucional para el que todas las encuestas le daban como ganador. Si hubiera ganado, estaba previsto un sangriento golpe de estado acompañado con anterioridad de una masiva campaña mediática para engañar a la población mundial, haciéndole creer que era un dictador cuando el único objetivo de toda esa farsa era robarle a Venezuela su petróleo. El golpe de estado no se produjo, porque Chávez perdió las elecciones, pero la campaña de manipulación previa fue una de las más grandes operaciones de propaganda y desinformación que se hayan producido nunca.
Esa noche volví satisfecho a mi contenedor tras haber pasado una agradable jornada vespertina con dos de los líderes más audaces e inteligentes del mundo. La moraleja es que ojalá todos los líderes mundiales dirimieran sus diferencias tirándose huevos, en vez invadir otras naciones y bombardear civiles inocentes que viven en casas de barro en países pobres.
