domingo, 22 de julio de 2007

LA BARBACOA EN EL SALÓN

Si usted vive en una ciudad británica y su agencia inmobiliaria, haciendo uso de alguna extraña argucia legal, le ha dejado claro que no le va a devolver la fianza de la vivienda; o si simplemente usted es un cerdo y no la va a recuperarla de todas maneras, nada como organizar una barbacoa en el salón de su casa, para desahogarse y para conseguir un hermoso y perfecto cuadrado. Sólo tiene que seguir los consejos que le damos en esta entrada y seguir al pie de la letra las instrucciones.

Lo primero, por supuesto, es conseguir la barbacoa. En muchos supermercados ingleses regalan una barbacoa de un solo uso al comprar un pack de 20 chelas, con lo cual matamos de un tiro doble pájaro. Para la carne, podemos pasar por el supermercado Waitrose, que hace descuentos de hasta el 95 por ciento del precio de la comida que está a punto de caducar. No olvidemos desconectar los detectores de humo para que no vengan los bomberos. Ponemos la barbacoa en un plato sobre la moqueta y ya podemos empezar.


Aquí debajo vemos una estupenda foto de un pordiosero viendo la tele tranquilamente mientras una barbacoa arde en el suelo de su salón.


Aunque la casa esté ardiendo, la barbacoa en el salón es compatible con casi cualquier deporte, siempre que haya espacio para practicarlo.


Tras el evento, el suelo está chamuscado, pero no nos importa , porque podemos susituirlo por un cuadrado de moqueta del mismo tamaño, cortándolo de una parte de la casa que no se vea, como por ejemplo de debajo de una cama.

Obviamente, necesitamos al típico colega manitas, y que además, no vaya demasiado tocado en ese momento. Pues se trata de una operación que se tiene que realizar con una precisión casi robótica.



Qué maravilla de cuadrado en mitad del salón. Hay una pequeña diferencia cromática, pero podemos solucionarla tirando basura y colillas por encima del cuadrado para que se desgaste y quede del mismo color que el resto de la estancia

!Terminado! Conseguimos un precioso cuadrado. Nos despedimos definitivamente de la fianza. Ya podemos tumbarnos otra vez a retozar y a hacer el mono.

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