domingo, 6 de enero de 2008

LA PLAYA ENIGMÁTICA

Os ofrecemos otra diagonal secreta excelente, y con eso nuestro blog se consolida como líder mundial en diagonales secretas, tanto en cantidad como en lo que se refiere a la calidad de las mismas.

Cerca del distrito financiero de Dublín hay un barrio medio en ruinas cuyos edificios son como los de cualquier pueblo antiguo no demasiado bonito de la provincia de Teruel, con casas bajas de piedra irregular y con tejados de ladrillo.

El pueblo rodea una bahía de unos 30 metros de ancho que es atravesada de un lateral a otro por un puente viejo de piedra. La parte de la bahía más cercana al agua está cubierta de cemento, dando así lugar a una excelente playa que al carecer de arena o piedras resulta inusitadamente agradable y cómoda. Centenares de bañistas visitan esa playa a diario, aunque la zona casi nunca se llega a abarrotar del todo, pues la mayoría de los dublineses desconocen su existencia.

En esa parte de la ciudad, al contrario que en el resto de Dublín, siempre es por la tarde y hace sol y calor, y por lo tanto el agua se mantiene a una temperatura muy agradable pese a que en la orilla, y también dentro del agua, existen innumerables montículos de nieve. Algunos de esos montículos apenas alcanzan dos o tres metros de altura, pero otros se elevan lo suficiente como para permitir la existencia de pequeñas cuevas naturales en su interior.

Dentro de las cuevas, muchas de las cuales están a su vez dentro del mar, hay casi siempre un ambiente bastante animado, pues a los niños les gusta bastante jugar en ellas, y las familias o grupos de amigos las utilizan como reservados en los que se goza de cierta privacidad; la intimidad, de todas formas, no es total, puesto que la entrada de cada gruta permanece siempre abierta al exterior, de manera que los bañistas pueden ver en todo momento quién hay dentro de ellas.

Otro elemento enigmático de esa playa es la presencia de varias decenas de esferas de metal plateado cuyo sentido o finalidad nadie conoce. Las más diminutas de estas bolas son de altura equivalente a un niño de siete u ocho años, mientras que las grandes superan los tres o cuatro metros de diámetro, así que, incluso las que están hundidas dentro del agua, sobresalen por encima de la superficie; todas ellas, combinadas con la nieve y con el puente que atraviesa la bahía, producen vistas tremendamente espectaculares.

Si seguimos mar adentro podemos llegar caminando a Oxford en menos de quince minutos; además, como el agua nunca cubre demasiado, se puede hacer todo el trayecto caminando a través del mar.