domingo, 24 de enero de 2010

LA COMUNITAT, LA PEOR NOVELA DE LA HISTORIA, POR PACO CAMPOS. CAPÍTULO SÉPTIMO

(Atención: Esta novela consta aproximadamente de diez capítulos. Para leerla desde el principio, pincha aquí.)






Abrió los ojos. Alguien le estaba tirando del hombro. Era Aso Soridaijin, el Presidente del Japón.




Al contrario que casi todos los líderes mundiales (sobretodo los de los países hispanohablantes), y que la mayoría de los habitantes del imperio japonés, por suerte ya reducido meramente a cuatro islas y a varios miles de millones de islotes, Aso Soridaijin hablaba inglés perfectamente, pues parte de sus estudios unviersitarios los había cursado en centros elitístas de la calaña de Sanford o la Londres Escuela de Económicas. Su experiencia de esa época, en la que todo había sido diversión y apenas había tenido que realizar esfuerzo alguno, contrastaba vivamente con la de la mayoría de los estudiantes universitarios japoneses no multimillonarios, quienes, incluso viviendo en casa de sus padres, en vez de esforzarse plenamente en los estudios, estaban casi obligados a pasarse el tiempo haciendo trabajos basura, a tiempo parcial, para costearse sus gastos de la época universitaria.



No era, por tanto, culpa del inglés del Sori el hecho de que, por unos momentos, Obama no estuviera entendiendo nada de lo que el Primer Ministro le decía. En realidad, lo que estaba ocurriendo es que al cerebro del presidente de los Estados le costaba arrancar más de lo habitual porque no estaba acostumbrado a despertarse borracho de repente de madrugada, después de que le hubieran pegado una paliza, tirado en la acera de una ciudad extranjera como un miserable pordiosero. Pero Obama Daitorio era un tipo inteligente y lúcido en cualquier estado. De hecho era sin duda el más inteligente de los líderes del mundo libre. Así que, antes de entender lo que le estaban diciendo, su mente había tejido por sí misma un certero mapa de lo que ocurría, y a partir de ese momento las palabras de Aso Soridaiji fueron haciéndose cada vez más inteligibles.



-Cerveza, necesito cerveza- le dijo a su vez Obama Daitorio a Aso en cuanto pudo hablar. Al parecer, el Primer Ministro de Japón también había huído de la Casa Blanca, cansado además de tantos formalismos, para evitar tener que hacer declaraciones ante la prensa acerca de cierto asunto doméstico turbio que le venía persiguiendo en las últimas semanas. Por casualidad, igual que Obama Daitorio, había acabado pasando por el Hotel... (INTRODUZCA AQUÍ EL NOMBRE DE SU ESTABLECIMIENTO HOTELERO. PARA CONSULTAR TARIFAS Y OFERTAS, PÓNGASE EN CONTACTO CON EL EDITOR DEL LIBRO), sin duda uno de los mejores hoteles de Valencia, donde había entablado conversación con el recepcionista nocturno, una especie de iluminado que hablaba inglés e incluso algo de japonés. Había pasado un rato agradable en la recepción de ese hotel, relajándose de paso de las obligaciones de su cargo y entablando conocimiento con los nativos de la ciudad. Pero lo más importante es que había conseguido chelas fresquitas, de manera que, ante la petición del presidente yanqui, elegantemente se había podido sacar dos hermosas latas de tenis del bolsillo de su chaqueta, dándole una al primer presidente negro.



-Me ha costados Dios y ayuda conseguirlas –explicó orgulloso Aso Sori-. Al parecer en casi toda España existe una extraña ley por la que no se pueden vender bebidas alochólicas a partir de las diez de la noche si no es en los bares. Así que he tenido que sobornar a base de bien a un chino para que me las consiguiera. Le he nombrado ministro de infraestructuras...



Casi antes de que Aso comenzara siquiera a pronunciar tales palabras, Obama Daitorio estaba ya disfrutando con deleite de la refrescante y hermosa chela que el destino le había reservado esta vez como desayuno, así que no había entendido o más bien no había escuchado la broma del Primer Ministro. Sumido en un cúmulo de pensamientos amargos, contemplaba en silencio el paisaje urbano que tenía a su frente, un hermoso bulevar con jardines y estatuas clásicas exageradamente iluminadas. A ambos lados de ese bulevar, por la calzada, el flujo de automóviles, aunque intermitente, no había llegado a detenerse en ningún momento de la noche. Pese a que eran las dos o las tres de la madrugada y casi todos los comercios se encontraban cerrados.



Pero no es eso lo que más le había llamado la atención de Valencia, sino la iluminación nocturna, un elemento que de por sí solo acentuaba el dolor de cabeza de Obama Daitorio. Estaban en bancarrota,y habían obligado a Bono a aorganizar un concierto y a la comunidad internacional a realizar un esfuerzo titánico para salvarles. Y aún así tenías que ponerte gafas de sol por la noche para que no te dolieran los ojos.



-Mi hermana vivió en España durante varios años –estaba explicando Aso Sori-. Es uno de los países de Europa en los que a la élite gasta menos dinero en mantener al populacho controlado. Pues el clima, el paisaje, la comida y la cultura son excelentes, y durante todo el año se suceden festivales, tradiciones y celebraciones variadas que apenas cuestan dinero al gobierno. Sólo con eso, más el discurso antiegipcio y el fútbol, se pueden permitir el gasto social más bajo de Europa occidental sin ninguna reacción hostil del pueblo en su contra.



“Lo cual, para tratarse de un país europeo sin duda está muy bien –continuó el político japonés-. Aunque por supuesto, lo nuestro es más barato. En vez de tener seguridad social gratuíta nos limitamos a un sistema de tiendas de conveniencia que venden alcohol fresquito 24 horas al día. No es igual de eficaz, por supuesto, pero también funciona bastante bien, y sobretodo es mucho más barato. Ah, me pregunto porque los a los políticos redactamos tantas leyes que no tienen ningún efecto, ni positivo ni negativo, sobre la vida de las personas. Me pregunto si será simplemente que necesitamos justificar nuestro trabajo.”



Aso seguía pronunciando su análisis político, inconexo pero profundo, con esa característica voz suya de mafioso italiano, de político curtido en mil batallas terribles. Obama escuchaba sin decir nada, mientras seguía disfrutando de su cerveza a base de tragos profundos y largos. Aunque se estaba quedando sorprendidísimo de la profundidad del análisis de Aso, a quien por discursos anteriores y encuentros previos había considerado hasta entonces un vacío conceptual o un cretino.



Pasaron unos turistas británicos borrachos sin camiseta por detrás de la parada de autobús donde los presidentes de las dos mayores economías del mundo estaban sentados celebrando su particular cumbre. Los hooligans estaban hablando en voz alta sobre política, casi gritando. Aso Soridaiji los miró por un momento sorprendido, casi indignado, como si la parte más tradicional y japonesa de su personalidad se estuviera imponiendo en esos momentos en su interior. Pero enseguida reparó en que lo que las palabras de esos hooligans eran muy parecidas a las que a él mismo le obligaban a decir en los mítines. Tuvo la tentación de reir físicamente, pero hacía ya siglos que no reía, excepto para sí mismo, y se había olvidado de hacerlo en público, debido a que carecía de una persona con la que poder reir a diario. Así que siguió hablando mientras miraba hacia al frente, pero sin tener del todo claro si estaba siendo o no escuchado



-Nosotros también aplicamos ese sistema, -continuó explicando. Y en estos momentos, el Sori se alegró de ver que Obama Daitorio ya le escuchaba e incluso se volvía para mirarle a la cara- y por eso hacemos un gran esfuerzo de promoción de los festivales tradicionales. Pero sobretodo, lo que nos ha mantenido casi 70 años en el poder ha sido el hecho de haber conseguido manter vivo el conflicto en Corea.



Obama Daitorio estaba ya totalmente enganchado al discurso del Sori. Con la chela había recuperado la lucidez, y se estaban generando en su interior ciertas expectativas. Y luego estaba el hecho curioso, pero interesantísimo, de haber encontrando a un líder mundial dispuesto a explicarle con franqueza los asuntos de su país. Por un momento pudo el Presidente de Estados Unidos dejar a un lado sus problemas propios, mientras Aso seguía y seguía:



“Sin embargo, partir de ahora lo vamos a tener más difícil, porque los japoneses viven cada vez peor, e incluso muchos de ellos verdaderamente mal. Y a nosotros ya no nos queda nada nuevo que darles.”



-¿Cuáles son las diferencias entre los partidos más votados de Japón.-le preguntó Obama Daitorio a Aso Sori, de repente, en ese momento, con verdadera curiosidad.



-En Japón, los tres partidos más votados en Japón son casi iguales. El liberal, el democrático liberal, y los budistas de centro derecha, que en realidad son paramilitares de extrema derecha camuflados. Yo a veces me olvido incluso de si pertenezco a los liberales o a los demócratas liberales, de tanto que nos parecemos y porque siempre votamos casi todo de la mano y además los nombres en japonés son un lío, se me dan realmente mal. Y aparte están los comunistas, el único de los partidos japoneses que sirve en realidad al pueblo. Yo siempre les voto, aunque ni siquiera mi familia lo sepa.



-Sí, los conozco. Me enviaron una carta hace poco.



-Los comunistas siempre han sido reprimidos en Japón –siguió Aso-. Cuando la gente se da cuenta de que el resto de los partidos les roban, siempre se quedan como única alternativa posible, aunque supongo que lo mismo que ocurre en el resto de los países. Yo he trabajado en muchas naciones, e incluso he sido traficante de diamantes en África, y me he dado cuenta de una cosa. La revolución está en el corazón de la gente y sólo puede ser detenida de tres maneras. O por la fuerza, o con subsidios y bienestar económico, o con manipulación mediática. Aunque, por supuesto, lo má frecuente es una una combinación de los tres.”



“En cuanto el PCJ se acerque lo más mínimo al poder, les acusaremos de colaborar con Corea del Norte y encarcelaremos a todos sus líderes. Será, por supuesto, un acto de una cobardía y un cinismo insoportable, pero nos las apañaremos para que el pueblo lo tolere. Por cierto, en la actualidad hay ayuntamientos de mi partido que, cuando se les presenta una persona del pueblo pidiéndoles ayuda por deudas o porque tienen serios problemas personales u económicos, envían directamente a esas persona a la sede del Partido Comunista. Es terrible, pero yo no tengo apenas poder para cambiar las cosas.“



Era una mañana húmeda y cálida en Valencia, una textura aceitosa de los alimentos fritos. Daitorio Obama había terminado su chela e hizo un gesto a Sori a darle otra. Al escuchar las explicaciones de que, dentro de las nuevas preguntas fueron surgiendo. Sin duda, el presidente japonés dio cuenta de que estaba pensando algo. Se había relajado tanto, a pesar de ser un político, que no hizo nada que ocultar. De repente se le preguntó:



-¿Qué opináis allá de Chávez? ¿A ti también te obligan a enfrentarte a él constantemente?



-Para nada –la respuesta de Obama causó sorpresa en su interlocutor-. De hecho, yo personalmente me llevo muy bien con él. En Japón hay un gran desconocimiento sobre América Latina y lo que pasa allí no afecta tanto. Por eso nos podemos permitir mantener relaciones meramente pragmáticas. Hugo es un hombre interesantísimo, que viene a Japón de vez en cuando, y cuando viene siempre hablamos mucho y nos lo pasamos muy bien. Sabe una barbaridad de béisbol.



Siguieron departiendo durante un rato, aunque casi siempre era el Sori el que decía algo y Obama Daitotorio se limitaba a escucharle con atención. Después de la segunda chela ya eran como amigos. Aso se sentía lo suficientemente confiado para atacarle políticamente, cosa que pilló desprevenido a O.



-Yo no puedo hacer nada. Tengo la vida ya solucionada aunque se trate de una completa mentira, y si intenara cambiar el estatus quo me matarían y lo harían pasar por suicidio.



“Nosotros estamos invirtiendo ingentes recursos en ahorro energético y en transporte limpio. Ya usamos auobuses urbanos que funcionan con el aceite de tempura usado que desechan en los restaurantes. Además tenemos el territorio lleno de bases vuestras y una constitución que escribisteis vosotros. Y por si fuera poco, en cualquier momento en que bajemos la guardia, puede que nos acabéis metiendo en una guerra absurda contra China. Y yo ya soy mayor y tengo el futuro de mi familia bien atado. Pero tú eres el Presidente de la nación más grande del mundo, deberías hacer algo.



Realmente el diálogo se terminó allí. Obama Daitorio no contestó, pues era tan obvio que el Sori tenía razón, y además, le habían dicho tantas veces lo mismo, que no hacía falta añadir nada a ese asunto. Es más, después de este comentario, Aso y Obama se quedaron callados, pensativos, durante varios minutos.



No cabía duda de que había subestimado a ese hombre. Si él tenía una respuesta escondida era difícil saberlo, pero lo único claro es que el presidente de los Estados no la tenía. Seguía estrujándose la cabeza, pero con la taja le costaba cada vez más pensar. Al final, decidió dejar de devanarse los sesos. Lo único que le apetecía era otra cerveza.



Aso lo había entendido todo mejor que Obama, y por lo tanto en su interior era mucho más optimista. Quizás por la experiencia, pues era décadas mayor que él. Irónicamente, necesitaba todavía tiempo. Era mejor darlo por finalizado por el momento:



-Realmente la situación es difícil –dijo Obama Daitorio al fin, reconociendo su derrota- Lo sé. Ahora mismo, reconozco que no tengo ni idea qué es lo que puedo hacer al respecto. Pero hay un Presidente con el que me encanta entrevistarle siempre que las cosas se ponen malas. No quería llegar a ese extremo, pero la situación tampoco me deja otra alternativa. Uno de los líderes mundiales con los que da gusto encontrarse en tiempo de crisis. Pues después de una entrevista con él uno se siente siempre seguro y aliviado, con el entendimiento claro y con absoluta capacidad para tomar cualquier decisión importante, por muy dura que resulte.



-Te refieres sin duda al presidente de España, Jose Luis Rodríguez Zapatero ¿verdad?



-Claro, ¿no te gustaría verle ahora mismo?



-Por supuesto, no sé que hacemos sentados en una parada de autobús, hablando de solucionar todos los problemas del mundo, cuando podríamos estar ahora mismo con él haciendo algo de verdad provechoso.



-Creo que estaba en Valencia estos días, negociando el tema de las deudas ¿Tienes su móvil?



-Sí, voy a llamarle.



Llamaron a Zapatero, y resultó que en efecto estaba alojado en un apartamento privado de lujo en el centro histórico, un apartamento que le había prestado un amigo para mantenerse alejado de los focos mientras duraran las negociaciones sonbre la deuda.



El presidente agradeció mucho la llamada y contestó a Aso que estaría encantado de recibirles. Así que, con ayuda del mapa que habían recibido en el hotel de Rusfa, emprendieron el camino a través de las callejuelas del centro de la ciudad hasta llegar a casa del Estadista. Durante la travesía estuvieron admirando de la belleza de la capital del Levante. Era increíble que una urbe que parecía tener tanta historia hubiera acabado vendiéndose al precio de chatarra oxidada.



Conforme se acercaban al lugar en el que se hallaba el presidente del gobierno, Obama Daitorio y Aso Soridaijin se encontraban cada vez más animados y esperanzados. Desde que estaban en el gobierno, sus encuentros con Zapatero siempre iban precedidos de una gran esperanza y acompañados de esa especie de excitación. Tenían la certeza de que el encuentro sería porvechoso y saldrían con las ideas claras. Al llegar al sitio indicado, les abrió el propio Estadista en persona, vestido con un batín hortera de color azul.



-Estoy realmente complacido –empezó a hablar ZP, sonriente- de que dos líderes internacionales de tanta talla y a la vez dos grandes demócratas como Primer Ministro Aso y Obama Daitorio tengan la amabilidad de visitarme pese a nuestras diferencias ideológicas...



Obama y Aso estaban de pie en medio del salón, contemplando concentrados al presidente español mientras se lanzaban miradas de soslayo entre ellos. Estaban como esperando a que fuera la otra persona la que se decidiera a empezar, y su actitud recordaba a la de dos niños a punto de hacer una gamberrada. Pero pasaban los segundos y ninguno de los dos se decidía.



Hasta que al fin, como no veía a Obama Daitorio muy seguro de sí mismo, fue Aso Soridaijin el que tomó la resolución de actuar. Así que dio un paso adelante hacia el presidente español y sin vacilar le propinó un fortísimo puñetazo en la cara. ZP se fue al suelo, pero se levantó a los pocos segundos y siguió hablando a sus huéspedes como si nada:



-Desde mi talante democrático, y desde mi respeto profundo a tus convicciones ideológicas,me gustaría advertirte humildemente que al golpearme la cara de lado te has debido de hacer bastante daño en los nudillos, por lo que a partir de ahora te recomiendo pegar siempre de frente y secamente para que sea yo sólo el que se haga daño, y así poder seguir nuestra misión como jefes de estados que se comprometen con la paz y con la alianza entre las distintas civilizaciones.



Después de esa soberana tontería, a Obama Daitorio no le costó nada pegarle un guantazo, y lo hizo de lado y con bastante rabia, cosa que hizo reir al presidente japonés. “A que te sientes mejor “–dijo éste, mientras ZP se disculpaba por no haberles ofrecido nada de beber y se dirigía a la nevera para traerles algo-.”En efecto, no hay nada mejor que una reunión con un gran líder como el Presidente español para relajarse, liberar tensiones y volver a visualizar con claridad el complicado panoráma político internaional“–contestó Obama Daitorio, riéndose a su vez.



A partir de ese momento, el presidente japonés y el de América del Norte excepto Canadá, se alternaron con ritmo sabrosón en su labor de golpear a Zapatero, quien se mostraba al parecer complacido por la atención recibida pese a que su rostro empezaba a estar bañado en sangre. A veces le pegaban por separado, otras a la vez desde ambos flancos. A veces de un sólo gol`pes con el que intentaban tirarlo al suelo. Otras veces con series de golpepes más rápidos. A veces también patadas y cabezazos. ZP no dejaba nunca de sonreirles a los dos.



La escena se prolongó durante varios minutos, casi media hora, aunque llego un momento en que el Presidente español había dejado totalmentede sonreír y, puesto que su rostro mostraba una desagradable mueca de dolor, parecía que cada vez le iba a costar más aguantar los golpes de los otros dos estadistas. Pero ZP no iba a darse por vencido en ese momento. Sabía que tenía que seguir esforzándose en aras de la concordia y de la alianza de civilizaciones. Los dos mandatarios seguían y seguían dándole, sin manifestar síntoma alguno de cansancio.



Hasta que en un momento dado uno de los golpes debió de romper alguna pieza importante dentro del Presidente español y la actitud de éste cambió súbitamente. Pues ahora ZP había empezado a hablar de repente, sin ton, a todo volumen, sin detenerse ni escuchar a nadie, como si se hubiera convertido una radio vieja que se pusiera en marcha sola. El contenido de lo que decía ahora carecía totalmente de sentido y resultaba completamente fuera de contexto, mezclando a toda velocidad y sin motivo discursos que ya eran de por sí absurdos. Obama Daitorio y Aso Soridaujin lo comprendieron de inmediato: se habían pasado. Al final habían roto al Presidente de la Monarquía Bananera.



Sus aseveraciones de que pronto España iba a alcanzar el pleno empleo, cuando en esos momentos la tasa de paro en España era casi del veinte por ciento, la más alta entre los países autodenomidados “desarrollados”; sus insultos al PP acusándoles de todos los males de España, pese a que llevaba ya 5 años en el gobierno; su compromiso con la paz y los trabajadores, a los que afirmaba no iba a fallar; su afirmación de que el sistema bancario español era de los más sólido y de que no existía crisis sino una leve desaceleración; todos esos comentarios absurdos pronunciados robóticamente sin orden ni concierto, sin que nadie le hubiera preguntado nada, parecían sacar cada vez más de quicio a los presidentes de Japón y Estados, por mucho que éstos no entendieran apenas castellano.



Ocurría, además, que conforme le golpeaban con más violencia aumentaba también la velocidad y el volumen del soliloquio de Zapatero, lo que hacía que los dos líderes se enfadaran más aún y se reanudara así, indefinidamente, el mismo círculo vicioso.



Llego un momento en que a Obama Daitorio y a Aso Sori les dolían ya los nudillos de tanto pegar, mientras que Zapatero estaba totalmente fuera de control, ya convertido en una monstruosa máquina de gritar tonterías ininterrumpidamente a una velocidad infernal.



Y de repente, la rabia de Obama Daitorio se diluyó al darse cuenta de que ni siquiera machacando a aquel pobre loco era capaz de quitarse la frustración que sentía. Se sintió triste y empezó a odiar a Zapatero por simple superioridad, como si le asqueara el mero hecho de que existiera alguien aún más infeliz que él mismo.



Aso Sori también se había cansado de golpear. Aunque en realidad, sólo estaba allí para hacer reflexionar a Obama. Nadie sospechaba de qué lado estaba en realidad Aso, político proviniente de una de las familias más importantes de Japón, una familia que había dado al país varias decenas de ministros y unos cuantos primeros ministros. Todos creían que era un simple paleto ultraderechista más, ese aficionado al manga que siempre se equivocaba con los kanjis, uno de los políticos más odiados por su pueblo desde que Japón parecía una democracia.



Se fueron del apartamento tapándose los oídos. Pues ensangretado, tirado en el suelo como un muñeco roto, Zapatero continuaba con sus discursos absurdos e inconexos que nadie le había pedido y que nadie estaba escuchando. Acababan de salir a la calle, pero todavía se le oía.