viernes, 13 de junio de 2008

BILLY WILDER

A todos aquellos a los que no les gusta el cine antiguo en blanco y negro, -en especial al Profeta Azul-, les reto públicamente a ver una película de Billy Wilder y a seguir opinando lo mismo. Para empezar podrían estar bien Testigo de Cargo y/o Con Faldas y a lo Loco.

Probablemente el mejor guionista de la historia y sin duda uno de los mejores directores. También uno de esos pocos casos en la historia del cine en los que la calidad no está reñida con el éxito en taquilla.

Pese a que la mayoría le recuerda como el mejor director de comedias de la historia, y eso es probablemente cierto, no hay que olvidar que Wilder realizó films soberbios de otros géneros, como El Crepúsculo de los Dioses, un impresionante drama sobre la decadencia moral de Hollywood que es para mí su mejor película; Días sin Huella, que trata sobre el alcoholismo y con la que sin duda se adelantó a su época, y la también extraordinaria Perdición, cine negro con el que se propuso hacer una película a lo Hitchcok pero incluso mejor que Hitchcok, y al final el propio director británico se rindió ante la evidencia y le llamó para felicitarle.

Una de las características del cine de Wylder es que sus guiones están perfectamente medidos y elaborados, de manera que cada línea del diálogo es ingenioso y destila sentido del humor e inteligencia por los cuatro costados, y todos los aspectos de la trama están interconectados hasta el punto de que su sentido en el film se nos revela siempre en el momento preciso para provocar el efecto deseado en el espectador. Aunque sus películas son siempre inteligentes y contienen cierta crítica social, no se trata de cine profundo o con mensaje, pues el propio Wilder siempre fue consciente de su papel como director comercial ante un público como el americano que iba al cine simplemente a divertirse.

Las pelis de Wylder resultan siempre entretenidas por su prodigioso sentido del ritmo y por sus sorpresas, con un arranque frenético que capta en todo momento el interés del espectador, un desarrollo fluido y siempre interesante, y unos desenlaces que nunca dejan indiferente y suelen ofrecer como regalo una broma peculiar, de altísima calidad, o un giro magistral en la trama. Muchos de los finales de las películas de Wilder están entre los mejores de la historia del cine, como la divertida conversación en la lancha de Con faldas y a lo loco, la sobrecogedora escena de la escalera de El Crepúsculo de los Dioses, la escena de la Coca Cola en 1,2,3, la siniestra broma de la cerilla en Perdición, y la sorpresa final de Testigo de Cargo, tras la cual aparecía un letrero que pedía a los espectadores que no contaran el desenlace de la película a sus conocidos, para que nadie se perdiera el efecto sorpresa de la misma.


Pese a que hoy en día se le considera el estandarte del humor elegante e inteligente, en su época era un cine más bien atrevido, picante e irreverente, de hecho Wylder siempre tuvo problemas con la censura y con las grandes productoras, pues planteó de manera bastante descarada temas de que todavía no se habían tratado en Hollywood, como el travestismo, la prostitución, la corrupción de las élites y la hipocresía del american way of life.

Incluso sus comedias en apariencia más tontas, como Sabrina, una mariconada sobre el amor, París, Audrey Hepburn, "La vie en Rouge", etc. resultan todavía hoy tremendamente divertidas e inteligentes, y muchos consideran otra de sus comedias románticas, El Apartamento como la mejor película de la historia. Aparte de la historia de amor protagonizada por dos excelentes y apuestos actores como Jack Lemmon y Shirley McClain, y de los magistrales diálogos, lo mejor de el Apartamento es la manera en que critica el funcionamiento de las grandes empresas americanas, la hipocresía moral de los yanquis y el capitalismo en general; crítica que por inteligente y sutil no deja de resultar demoledora.

Sin ser de las más conocidas, una de mis preferidas es 1,2,3, divertida comedia sobre el muro de Berlín en la que la hija del presidente de la Coca-Cola se enamora de un joven comunista de la parte pro-soviética de la ciudad. En esta película, los comunistas y los yanquis se pelean y se gastan putadas como si fueran niños pequeños, y Wylder se ríe en ella de los dos bandos y los ridiculiza a ambos por igual.

Aunque no las he visto todas, calculo que e 70 por ciento de las películas de Wylder son obras maestras, mientras que el otro 30 por ciento, entre las que incluyo La Tentación Vive Arriba y La Vida Privada de Sherlock Holmes, son simplemente buenas películas, pero no tiene ninguna película mala.