martes, 11 de septiembre de 2007

RECETAS DE COCINA: LA MEJOR PIZZA DEL MUNDO (RECETA DEL GENIAL ESCRITOR, SUELISTA, MÚSICO, ACTOR Y GUIONISTA ELVAR ATA)

Llenamos aproximadamente el 42 por ciento de un vaso de agua vulgar y ordinario con oxígeno e hidrógeno (tiene que haber el doble de hidrógeno que de oxígeno). Si no disponemos de la tecnología necesaria para procurarnos el hidrógeno y el oxígeno por separado o para sintetizarlo, podemos utilizar agua del grifo o agua embotellada, que suele traer estos dos elementos en la proporción adecuada. Tiramos el hidrógeno y el oxígeno a un bol o plato hondo, añadimos una cucharada sopera de aceite de aceituna, añadimos también una pizca de sal; lo mezclamos todo aunque sin demasiado entusiasmo.

En un molino trituramos grano de trigo para separar la harina de la corteza. La corteza la podemos utilizar para fabricar biocombustibles que ayuden a mantener el desenfrenado ritmo de vida occidental sin dañar el medio ambiente ni provocar un aumento de precios de los alimentos de primera necesidad; la harina la añadimos al plato hondo en el que teníamos el oxígeno, la sal, el aceite de aceituna y el hidrógeno. Si no tenemos un molino a mano para triturar el trigo, también podemos comprar la harina en la panadería, o bien en el supermercado que nos dé más confianza.

Vamos mezclándolo todo y añadimos harina de tanto en tanto para ir formando una masa cada vez más dura y seca; llegará un momento en que la masa ya no se pegará a los dedos, ahí es cuando tenemos que parar de añadir harina, pues la masa ya está preparada: hemos de tener cuidado de que no esté demasiado dura, pues si lo estuviere difícil resultaría extenderla luego. Dejamos reposar la masa durante unos veinte minutos, tiempo que aprovechamos para fumarnos un porro, bebernos un par de latas de chelas o leer dos o tres artículos del Blog del Chino Muerto.

Después de ese tiempo, nos tiramos un poco de harina por encima. Luego ponemos un chorro de aceite de aceituna en una bandeja rectangular de horno, y extendemos el aceite homogéneamente por toda la bandeja, formando una película fina y leve como una llovizna de mayo. Eso se hace para que luego la masa no se quede pegada. Se puede hacer también con harina, pero el secreto de la extraordinaria pizza baratiana es que al poner aceite en la base la masa se tuesta ligeramente y adquiere su color dorado y su característica textura crujiente.

Extendemos la masa uniformemente por la bandeja impregnada de aceite, utilizando para ese fin nuestros dedos, los de otra persona, un rodillo o un extendedor de pizzas electrónico (si es que tal objeto ha sido alguna vez inventado). La pizza baratiana es democrática y antiimperialista, de base muy fina y crujiente, todo lo contrario de la pizza americana, de masa gorda, grasienta, ruda y empalagosa. Podemos poner tomate frito o triturado por sobre toda la base, y quedará bien. Pero como no vivimos en Finlandia o en Japón, podemos también rallar un tomate fresco y echarlo por encima de la pizza, y entonces quedará mucho mejor.

En cuanto al queso, nos sirve cualquiera que cumpla los siguientes requisitos: que no tenga un sabor fuerte y que esté cortado en lonchas finas; si incumplimos alguna de esas dos premisas la composición final quedará irremisiblemente desestructurada. Mi recomendación es el queso danés Havarti con extra de grasa que venden en el Mercadona. Encima del queso colocamos nuestros ingredientes preferidos. Se mete en la parte más baja del horno y a ojo, hasta que el queso esté bien fundido y la masa se haya empezado a dorar. El orégano se le añade después de sacarla del horno.

Esta pizza admite infinitas variaciones, como la pizza blanca (sin tomate y con ajo), la calzone (doblada sobre sí misma con un vuevo dentro), la pizza inclinada del Comité o la pizza con vuevo extendido en espiral (!qué guarrada mano!). Cada bandeja es ración exacta para una persona y nadie está obligado a compartir, pues se trata de la dosis justa para quedarse lleno. Si tenemos un invitado, antes hacemos dos pizzas que ceder parte de la nuestra, pues no mola quedarse con hambre.

Podemos hacer la típica fiesta en casa en la que los colegas están obligados a traer el alcohol (ley mojada) y nosotros ponemos la pizza, a bandeja por persona podemos empezar la fiesta a las 8 de la tarde y si hay unas ocho o nueve personas la última persona cenará a las 2 de la madrugada. Mientras tanto vamos picando de la pizza que se dejen los demás pero cuando salga la nuestra no la compartimos (acogiéndonos a la ley de la dosis exacta para quedarse lleno). Podemos enseñar al típico colega que siempre acata órdenes a hacer todo este fácil procedimiento, para en la próxima fiesta obligarle a que la haga él y no tener que hacer nada nosotros.

Para cenas románticas en casa también es muy útil la pizza baratiana, y aunque de todas formas no vamos a conseguir acostarnos con la chica en cuestión, al menos esta pizza nos da la certidumbre de que si no ligamos no es porque carezcamos de dotes culinarias o de buen anfitrión, sino porque somos unos pordioseros detestables y unos alcohólicos que gustan de hacer sueling y de dormir la siesta en cajas o en contenedores.

Si algún lector tiene dudas sobre algún punto de esta receta, o quiere discutir civilizadamente conmigo sobre la misma, se ponga en contacto por los canales habituales.

1 comentario:

Anónimo dijo...

oiga ya de paso podria preparar el queso, es muy facil sóla hay que pasteurizar de 2 a 3 litros de leche de cabra, vaca, camello o gato cociéndola a una temperatura de 70 grados centígrados durante 30 minutos y después la dejamos enfriar hasta que llegue a una temperatura entre 36 y 40 grados centígrados. Después, añadimos unas gotas de cuajo líquido o de zumo de limón y removemos para que se mezcle bien.

Volvemos a dejar reposar unos 30 minutos y disponemos un paño de muselina u otro tejido similar. Dispón este paño sobre un colador y vierte la cuajada repartida, seguidamente, ata las cuatro puntas del paño y cuélgalo para que escurra bien, poniendo un cubo debajo durante unas 3 horas. De vez en cuando, presiona con los dedos el paño ligeramente.

Bueno, pues ya podemos desatar las puntas del paño y colocar el queso