Se trata de un sencillo experimento que cualquiera puede poner en práctica en su ciudad; además, apenas cuesta dinero, incluso puede salirnos prácticamente gratis.
Consiste en procurarnos un traje de alto standing, y si puede ser un maletín, para salir a la calle vestidos de ejecutivos un día cualquiera por la mañana; se puede utilizar un traje caro del que casi todo el mundo tiene un ejemplar para bodas y comuniones, o también se lo podemos pedir prestado a alguien o incluso podemos alquilarlo o robarlo, lo que sea excepto comprarlo.
Disfrazados de esa guisa nos dirigimos al distrito financiero o a la zona más cara de nuestra ciudad, a partir de ahí las posibilidades son múltiples; me limitaré a proponer algunas que se me vayan ocurriendo pero agradecería que me fuerais comentando otras de vuestra propia cosecha.
Podemos limitarnos a hacer un botellón matutino sentados en un banco; unos ejecutivos bebiendo litronas o cubatas e incluso con un loro haciendo sonar bakalao a toda tralla e insultando a los paseantes y/o ensuciándolo todo; estoy seguro que la policía, al vernos con esa pinta, no haría nada al respecto, simplemente nos daría los buenos días. En cualquier caso, averiguar la respuesta a ese enigma sería uno de los fines de este experimento.
Otra sería entrar en el banco y decir que queremos ingresar un depósito de varios billones de euros y que estamos buscando una institución financiera que nos ofrezca unas condiciones de máxima rentabilidad; anticipo que el director de la sucursal nos haría pasar a su despacho privado y empezaría a hacernos la pelota y a hablarnos de las bondades de su banco; después de dejarle hablar por unos minutos abriríamos nuestro maletín de mago de las finanzas y sacaríamos una lata Steinburg de tenis y podríamos bebérnosla mientras le escuchamos o vaciarla sobre nuestra propia cabeza o decir frases absurdas como "el secreto de la máxima rentabilidad está en la buena chela matutina" o algo así.
Podemos también meternos en la tienda más cara de ropa y cuando la dependienta en cuestión nos pregunte qué deseamos podemos pedirle unos pantakas de camuflaje o unas botas de skinhead de punta de hierro o un chandal de bakala, cuando nos diga sorprendida que no tiene nada de eso empezaremos a increparle y a maldecir sobre su tienda, a pedirle el libro de reclamaciones o que queremos hablar con el encargado.
Nos metemos bebiendo chela de lata en el edificio de la Bolsa y comprobamos si alguien nos llama la atención o no (yo apuesto que no), y podemos gritar peticiones absurdas y comprar valores aleatorios para provocar un terremoto financiero que incluso acabe arruinando a un puñado de pequeños propietarios de la península de Wan-Seng; también podemos sentarnos en una esquina a pedir o ir taladrándole a la gente con el típico rollo de que nos den un euro para un bocadillo, estoy de permiso, soy drogadicto y necesito una dosis o cualquier cosa de esas; también podemos limitarnos a hacer sueling.
Las posibilidades son ilimitadas; se trata de una actividad lúdica muy entrañable, con un componente reivindicativo, y casi no cuesta dinero; además, si hay suerte y le echamos el morro suficiente, podemos acabar saliendo en el telediario local y hacernos famosos. Yo ya estoy harto de la estupidez de salir por la noche a doblarse los fines de semana y ya no pienso hacerlo nunca más; salir por el día es mucho más bonito, te da el sol y se pueden hacer muchísimas cosas y hay gente más interesante y los sitios hermosos están abiertos, por la noche las cosas cuestan mucho más, sobretodo la bebida, y no hay menú del día, ni metro, ni autobuses y además la gente es más subnormal si cabe.
Consiste en procurarnos un traje de alto standing, y si puede ser un maletín, para salir a la calle vestidos de ejecutivos un día cualquiera por la mañana; se puede utilizar un traje caro del que casi todo el mundo tiene un ejemplar para bodas y comuniones, o también se lo podemos pedir prestado a alguien o incluso podemos alquilarlo o robarlo, lo que sea excepto comprarlo.
Disfrazados de esa guisa nos dirigimos al distrito financiero o a la zona más cara de nuestra ciudad, a partir de ahí las posibilidades son múltiples; me limitaré a proponer algunas que se me vayan ocurriendo pero agradecería que me fuerais comentando otras de vuestra propia cosecha.
Podemos limitarnos a hacer un botellón matutino sentados en un banco; unos ejecutivos bebiendo litronas o cubatas e incluso con un loro haciendo sonar bakalao a toda tralla e insultando a los paseantes y/o ensuciándolo todo; estoy seguro que la policía, al vernos con esa pinta, no haría nada al respecto, simplemente nos daría los buenos días. En cualquier caso, averiguar la respuesta a ese enigma sería uno de los fines de este experimento.
Otra sería entrar en el banco y decir que queremos ingresar un depósito de varios billones de euros y que estamos buscando una institución financiera que nos ofrezca unas condiciones de máxima rentabilidad; anticipo que el director de la sucursal nos haría pasar a su despacho privado y empezaría a hacernos la pelota y a hablarnos de las bondades de su banco; después de dejarle hablar por unos minutos abriríamos nuestro maletín de mago de las finanzas y sacaríamos una lata Steinburg de tenis y podríamos bebérnosla mientras le escuchamos o vaciarla sobre nuestra propia cabeza o decir frases absurdas como "el secreto de la máxima rentabilidad está en la buena chela matutina" o algo así.
Podemos también meternos en la tienda más cara de ropa y cuando la dependienta en cuestión nos pregunte qué deseamos podemos pedirle unos pantakas de camuflaje o unas botas de skinhead de punta de hierro o un chandal de bakala, cuando nos diga sorprendida que no tiene nada de eso empezaremos a increparle y a maldecir sobre su tienda, a pedirle el libro de reclamaciones o que queremos hablar con el encargado.
Nos metemos bebiendo chela de lata en el edificio de la Bolsa y comprobamos si alguien nos llama la atención o no (yo apuesto que no), y podemos gritar peticiones absurdas y comprar valores aleatorios para provocar un terremoto financiero que incluso acabe arruinando a un puñado de pequeños propietarios de la península de Wan-Seng; también podemos sentarnos en una esquina a pedir o ir taladrándole a la gente con el típico rollo de que nos den un euro para un bocadillo, estoy de permiso, soy drogadicto y necesito una dosis o cualquier cosa de esas; también podemos limitarnos a hacer sueling.
Las posibilidades son ilimitadas; se trata de una actividad lúdica muy entrañable, con un componente reivindicativo, y casi no cuesta dinero; además, si hay suerte y le echamos el morro suficiente, podemos acabar saliendo en el telediario local y hacernos famosos. Yo ya estoy harto de la estupidez de salir por la noche a doblarse los fines de semana y ya no pienso hacerlo nunca más; salir por el día es mucho más bonito, te da el sol y se pueden hacer muchísimas cosas y hay gente más interesante y los sitios hermosos están abiertos, por la noche las cosas cuestan mucho más, sobretodo la bebida, y no hay menú del día, ni metro, ni autobuses y además la gente es más subnormal si cabe.
3 comentarios:
Yo me apunto, bueno en realidad esta idea me la ha robado inmpunemente porque no menciona el origen de tan excelente idea en su nota.
Si pillamos a otro para hacerlo podemos grabar un corto incluso
Sí, se me olvidó mencionarle, pero fue una idea suya en la teoría cuyas aplicaciones prácticas desarrollé yo.
se va a labolsa compra un par de acciones de esteinburg y se las tira por encima
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