sábado, 25 de agosto de 2007

LA TRILOGÍA DEL COMITÉ

Era el verano de 2002 cuando de la unión de varias de las mentes más creativas del panorama cultural español surgió un proyecto que cambiaría la historia del cortometraje moderno.

Con guiones casi improvisados, surgidos de la mente genial de Elvar Ata; interpretaciones portentosas como la del casi desconocido actor Javier Raya; una fotografía fantástica a cargo de Ginés Ortín; y la presencia polifacética de J.A Pastor, surgieron tres films geniales, rodados con un presupuesto de cero euros, que pronto darían la vuelta al mundo y que fueron doblados y subtitulados a casi todos los idiomas, incluyendo el cantonés, el japonés, el dialecto magudai, el euskera, el swahili y el urdu.

La influencia de estas tres pequeñas joyas marcó un antes y después en la manera de hacer cine de directores de la talla de Tarantino, Billy Wilder o Mario Salieri, por citar el nombre de tres grandes maestros que han reconocido haberse inspirado alguna vez en la Trilogía del Comité.

La primera de estas tres películas es La Silla, la más corta (algo más de dos minutos) y sin duda la menos comercial de la serie. Cuenta con un enigmático e incomprensible hilo narrativo que está divido en tres partes bien diferanciadas, cuyo ritmo va aumentando hasta llegar a la apoteosis final. Esta película no tuvo demasiado éxito en lo que al público se refiere, pero la crítica de todo el mundo la reconoció unánimemente como uno de los mejores films de la historia. El propio Hitchckock lo reconoció así: "la mejor narración de estructuras sin contenido de la historia del cine."

Dentro del Hijoputa es quizás la más comercial de las tres. Con una portentosa interpretación de Javier Raya, y un montaje sublime (en realidad la película es uno de esos pocos casos en la historia del cine, por no decir el único, que se rodó casi totalmente montada). Se trata de una película divertida e innovadora, con un extraño argumento de ciencia ficción, lleno de notas de cruel humor, que narra la historia de un grupo de amigos que se quedan encerrados en el interior de un videojuego de fútbol.

Para finalizar, El Paralítico Invisible es una tragicomedia que combina una excelente realización, y un demoledor sentido del ritmo, con una de las peores interpretaciones de la historia del cine, a cargo del siempre controvertido Elvar Ata.

Los pocos que todavía no hayan tenido el privilegio de ver estos extraordinarios cortometrajes, pueden deleitarse aquí: