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domingo, 14 de febrero de 2010

LA COMUNITAT, LA PEOR NOVELA DE LA HISTORIA, POR PACO CAMPOS. CAPÍTULO DÉCIMO.

(Atención: Esta novela consta aproximadamente de diez capítulos. Para leerla desde el principio, pincha aquí.)






Para entonces, ya era de noche, y toda la ciudad estaba en llamas. El villano había puesto dirección hacia Valencia, conduciendo de una manera criminal por las autopistas de entrada a la ciudad. Anakin iba a unos cincuenta metros detrás de él, pisando fuerte el acelerador. Se oía música de persecución, como en las películas americanas. “No voy a dejar que ese desgraciado me robe también lo que más quiero –se iba diciendo a sí mismo nuestro protagonista entre volantazos-. No, ya he vivido seis años separado de ella y no pienso perder ni un día más de mi vida extrañándola”



La persecución siguió por el centro de Valencia. “Está loco, a esa velocidad va a matarla”–seguía diciéndose Elvar. La ciudad se encontraba casi totalmente en llamas, con coches calcinados por todas partes y todavía con disturbios en la mayoría de los barrios. La conducción del villano era totalmente suicida, propia de una película de Hollywood.



En la puerta de la Mar, al no poder avanzar por la rotonda por estar llena de obstáculos, había hecho saltar el coche para hacerlo subir al area ajardinada central e introducirlo entre una de las puertas del arco. Anakin, que lo había perseguido efectuando una maniobra parecida, y que pudo pasar por la puerta del milagro, al salir de la rotonda chocó contra uno de los coches que había quedado accidentado en medio de la calle por culpa de la conducción temeraria del vehículo al que perseguía. Como consecuencia de ello, el vehículo de Anakin, totalmente fuera de control, rebotó, cayo a la acera y se estampó contra la sede de una oficina de trabajo temporal que había justo en esa parte de la calle, haciendo añicos el cartel con las ofertas de ese día. En ese momento, Skywalker, que ya no podía continuar persiguiemdo al secuestrador, vio como el coche de su enemigo sí que había conseguido seguir avanzado y se escapaba por el puente de Calatrava. Y no sólo se iba en el momento en que Anakin se quedaba sin vehículo sino que además, aunque hubiera tenido uno, no habría podido cruzar el puente, pues su enemigo había provocado un accidente en cadena dejando éste totalmente atravesado de coches destrozados, entre ellos un viejo trailer Buck en llamas y varios automóviles.



Anakin comprendió que las posibilidades de seguir al funesto vehículo en el que se alejaba la persona que más quería en el mundo se estaban esfumando; y que era obvio que iba a perderla de nuevo. Además, se estaba desangrando y era dudoso que saliera con vida del trámite. Lanzó un grito de desesperación, que resonó en toda la plaza, o lo que quedaba de ella, y se dobló abatido sobre sus propios tobillos. Era el fin. Otra vez. Igual que en Egipto.



Se percató entonces de que un policía se dirigía en moto al lugar del choque. Y puesto que, debido a que la calzada estaba llena de escombros, la velocidad a la que avanzaba no era demasiado grande, sin pensárselo dos veces, Anakin le asaltó con una patada voladora de karateka, impactándole en el pecho y haciéndole caer al suelo.



Pudo así apropiarse del vehículo del sorprendido agente de la autoridad. Y entre los disparos de éste, algunos de los cuales acertaron en el chasis de la moto, e incluso uno de ellos en el brazo de nuestro protagonista, se puso Anakin de nuevo en marcha en dirección al puente calatravesco. Pero tanto la calzada como la parte peatonal de este se hallaban llenos de vehículos accidentados, y era imposible pasar, con lo cual, a esa velocidad, lo más probable es que Anakin muriera al empotrarse contra uno de esos vehículos. No podía atravesar el puente, pero tampoco tenía la intención de detenerse. Seguía acelerando ¿Qué es lo que haría? ¿Moriría estampado ?¿Sería ese el fin de Anakin Sorel Skywalker? El puente estaba cada vez más cerca, no había manera de esquivarlo, y ya no le quedaba tiempo para frenar.



Cuando estaba a apenas unos centímetros del primero de los coches en llamas que bloqueaba totalmente el paso, Anakin tuvo una repentina y genial idea y, con un moviento ágil y certero digno de un as de las dos ruedas, se subió con la moto a la peineta del puente, consiguiendo así cruzar al otro lado del río aprovechando la blanca estructura de diseño vanguardista. Lo mismo que hacían tantos borrachos los fines de semana, él lo superaba ahora al hacerlo subido en una moto. Desde la parte más alta del emblemático monumento, pudo ver la silueta del coche de su captor alejándose por la Alameda hacia la Ciudad de las Ciencias, ahora convertida en la falla más grande de la historia. Qué lastima de billones desperdiciados. El sueño de un pobre faraón lunático se había ido al traste.



En aquel momento, en el coche del malechor algo había empezado a funcionar mal. Probablemente el villano había dañado el eje del vehículo al atravesar la Porta de la Mar. Había decidido salir de la ciudad tomando un atajo hacia el aeropuerto, pero por el camino el coche dejó de funcionar cuando se hallaba atravesando uno de los polígonos industriales de la zona.



No había nadie en varios kilómetros a la redonda. Así que salió del vehículo y cerrá las puertas del coche, tras amenazar a su atemorizada víctima con volarle la tapa de los sesos si hacía el menor intento de escaparse. Se dirigió a la fabrica más cercana para ver si había un teléfono funcionando desde el que pudiera llamar pidiendo ayuda a alguno de sus secuaces. Ah, con tanta llamadita para organizar al populacho en su marcha por la democdracia y en contra de Chávez, se había quedado sin batería del maldito móvil, y la china que había secuestrado tampoco tenía crédito porque acababa de salir de la cárcel. Tuvo ganas de matar a la china simplemente para alimentar su rabia, pero sin duda esa chica le iba a ser de mucha más utilidad viva, podría servirle de rescate en algún momento contra su poderoso enemigo progre egipcista, nunca se sabía.



Fue entrar en la fábrica cuando le golpeó por la espalda un tipo caído del techo,un tipo caído del techo que después de ejecutar esa audaz maniobra no pudo evitar rodar hacia la oscuridad de la fabrica abandonada pero por algún extraño motivo en funcionamiento. Esa misma persona estaba ahora encima de él propinándole golpes en la cara. Era probablemente la persona que más odiaba del mundo. La única persona del mundo a la que odiaba más que a Zapatero y a los faraones egipcios.



Desde unos momentos antes de que el vehículo del encapuchado se detuviera, Anakin se había dado cuenta de que el villano tenía problemas y que tarde o temprano tendría que acabar parando, así que había decidido hacer invisible con una táctica que había aprendido en Egipto de la resistencia antiterrorista. La mejor forma de desaparecer ante una invasión terreste sin dejar de poder ver al enemigo era desplazándose por los tejados, tal como habían hecho los niños con él a su llegada a Cairo. Siempre, por supuesto, que no hubiera cobertura aérea ni francotiradores, como era tan común en las zonas dominadas por Estados Unidos o por gobiernos títeres.



Skywalker había percibido una energía extraña desde el primer momento en que se había acercado a su enemigo. Tenía una fuerza especial, de eso no había ninguna duda. Se había enfrentado a cientos de luchadores del Imperio, del Lado Oscuro, y muchos contaban con una fuerza brutal e instintiva que los hacía muchísimo terriblemente peligrosos y sanguinarios, sobretodo cuando se enfrentaban a rivales más débiles. Había visto con sus propios ojos paramilitares colombianos rematando a civiles heridos indefensos; tropas israelíes disparando a todo lo que se movía, aunque fueran niños. Marines ejecutando a embarazadas, parados y viejas como simple pasatiempo. En ese caso se trataba de una moral autónoma que surgía de la creencia en la absoluta validez de las ideas propias. Racismo. Incultura. En el fondo no era sino la misma energía que le había motivado a él a luchar por los pobres y los oprimidos, con la diferencia de que en el caso de sus enemigos el contenido de esas ideas estaba basado en el odio tribal, en la superioridad de unos hombres sobre otros. En el fondo, en la lucha de unos hombres con otros por los recursos; o lo que es igual, en el miedo.



Pero en esta ocasión se trataba de algo bien distinto. Ya no era el miedo que se había encontrado tantas veces, ese miedo a uno mismo y a los demás propio de tantos fascistas y tantos psicópatas. Se trataba de maldad en sí misma, maldad que no perseguía nigún fin sino el de perpetuarse y hacerse cada vez más grande. En algún momento, la maldad clásica producto del miedo había mutado, devorándose a sí misma y adquiriendo la capacidad de expandirse.



No había sentido nada igual en su vida. Incluso cuando estaba infiltrado en el gobierno de Estados Unidos, trabajando codo a codo entre los mayores delincuentes del planeta, hombres que escondían bajo su historial honorable y tras sus premios Nóbel de la Paz los objetivos más sanguinarios, siempre se trataba de maldad como medio, no como fin último. Hasta el Príncipe de las tinieblas calculaba sus maldades en términos de costos y beneficios, y tenía conflictos internos. Y habría dudado, si acaso durante un sólo instante, de haberse visto alguna vez en la tesitura de matar por sí mismo y no siempre a través de sicarios.



Eso pensaba Anakin mientras su rostro se desfiguraba bajo la cascada de golpes que su enemigo le estaba proporcionando. Pues teniéndolo casi reducido, le había arrancado el ropaje que le tapaba la cabeza para confirmar su identidad y el presentimiento que había sentido al verlo por primera vez. A través de los ojos enrojecidos y furiosos, que hacían pensar en un animal salvaje infectado por la rabia, había adivinado, o quizás sólo imaginado novelescamente, el miedo de su padre, y en ese segundo de duda, de debilidad de quien llevababa años alejado de las trincheras, combinado también con su propio miedo a darle el golpe a su propio progenitor, es el que había permitido a éste recuperar la iniciativa y darle la vuelta al combate de puños en el que estaban enfrascados.



Por lo pronto, la cabeza de Anakin Peris ya colgaba de la plataforma metálica sobre la enorme poza de ácido sulfúrico que ocupaba casi la totalidad de la fábrica de pesticidas y nuestro héroe se encontraba ya al borde de la inconsciencia. Pero su padre al parecer se había cansado dar golpes a ese cuerpo moribundo que ya no ofrecía casi resistemcia. Sentía que quería quitárselo de una vez del medio, verlo caer a esa ciénaga y borrar al fin todo rastro de su enemigo, algo que tenía que haber hecho muchos años atrás, antes de que el fruto de su proia semilla se convertiera en un terrorista.



Así que empujó a su hijo,quien en un último momento antes de caer en el ácido, y movido en un último impulso vital inspirado por el recuerdo de Ryori, se pudo agarrar al borde de la plataforna con las dos manos. Entonces el señor Peris sacó de su bolsillo un rifle para disparar directamente a los dedos de Anakin, que ya asumía su muerte definitiva e inmediata.



Fue en esos momentos que malvado señor Peris fue empujado por alguien desde atrás y voló por encima de la cabeza de Anakin para caer directamente al ácido sulfúrico. Analkin pensó durante una milésima de segundo si no habría quizás de salvarle, pero se giró hacia atrás para comprobar que ya era demasiado tarde. En cuanto a Peris, justo antes de caer se dio cuenta de que la persona que le había asesinado lo había hecho por amor a su hijo. Peris había mandado matar a muchas personas en los últimos años, pero no había conseguido que ninguna persona matara por él gratis o por que le profesara admiración o porque creyera en él. Era sin duda amor, algo que él no había merecido nunca. Antes de disolverse en ácido miró en los ojos de su hijo y dio cuenta de cuán horrible había sido marginando y torturando desde la niñez al fruto de su aparato reproductor masculino. Se arrepintió en ese instante de todo lo que había hecho y creído durante toda su vida. Pensó que si volviera a nacer educaría él mismo a su hijo y le animaría a votar al PSOE si eso es lo que de verdad deseaba. Y él mismo también votaría a los rojos. Entonces cayó en el ácido sulfúrico y su conciencia y su carne desaparecieron definitivamente de la faz de la Comunitat.



Anakin volvió la cabeza, y vió delante suyo otra vez a Ryori, mirándole con sus preciosos ojos de chiquilla enamorada, aunque todavía asustada por lo que acababa de hacer. Comprendió que eran por fin libres y de nuevo su corazón se llenó de alegría. Aunque fuera su padre, era un auténtico tirano, y de no haber acabado con él se habría convertido en una especie de dictador de la Comunitat tipo Franco. Acababa de darle un desahogo a la revolución. Revolución que a partir de ahora iba a seguir desde lejos.



Ahora sí que podían largarse para siempre. Esa Comunitat despreciable de la que había tenido que huir depequeño, ahora tenía la oportunidad de convertirse en un país decente y no corrupto como cualquier otro. Anakin Sorel Peris Skywalker dejaba a la Comunitat una revolución maravillosa pero no exenta de peligros, ya que los poderosos, aunque ahora casi sin apoyos del Imperio, intentarían conventirla en guerra civil, enfrentando al pueblo el pueblo, utilizando como carne de cañón el arma política más peligrosa y mortífera de la actualidad. La gente de clase baja y media sin cultura y de derechas, dispuesta a morir y a matar en contra de sus intereses y en nombre de ideas sin sentido inculcadas por la élite. Pero si el pueblo iba a ser capaz de tomar las riendas de su propio destino y aprovechar ese momento histórico, eso era algo que nadie sabia.



Porque a Anakin y a Ryori lo único que les importaba era volver juntos al mejor lugar del mundo, al sitio donde se vive más despacio que en otras partes y se come mejor que en cualquier otro país del planeta, y la chicas son las más guapas,y la gente es más amable, y los templos son más grandes, y el clima es más agradable, y el paisaje es más hermoso que en cualquier otro sitio.



Allí donde la historia y la cultura mediterránea nacieron, y donde la existencia discurre más plácida y agradable que en cualquier otro sitio.



Esa terreta, la millor del mòn, atravesada por el río Nilo.

 
 
THE END

domingo, 7 de febrero de 2010

LA COMUNITAT, LA PEOR NOVELA DE LA HISTORIA, POR PACO CAMPOS. CAPÍTULO NOVENO

(Atención: Esta novela consta aproximadamente de diez capítulos. Para leerla desde el principio, pincha aquí.)



Tras regresar a los Estados Unidos, los acontecimientos se desarrollaron exactamente como Obama Daitorio los había planeado. El nuevo proyecto empresarial de Manolo, apoyado con fondos del Departamento de Estado, del Pentagono y del Grupo Bilderberg, se había convertido en uno de los pocos negocios rentables en época de crisis, gracias a la fórmula, simple pero irresistible en tiempos tan difíles, de ofrecer al endeudado público americano grandes cantidades de cerveza barata acompañada de tapas simples, rápidas, deliciosas. Y gracias a los ahorros en higiene de sus locales, a la falta de decoración de los mismos y a nula formación de los empleados, el precio de las tapas era del todo imposible de igualar por la competencia. Sin derrochar ni un solo kilowatio de energía, ni un mísero centavo de dólar, ni en publicidad, ni en la presentación de los platos, ni en limpieza, ni en adornos absurdos. En definitiva, en todo ese tipo de bobadas que tanto les gustaban a los americanos hasta que llegó la crisis, pero que a Manolo no le complacían en absoluto, pues las consideraba simples mariconadas propias de metrosexuales y elitistas progres.

En poco tiempo, el Aguas Manolo se había convertido en uno de los establecimientos familiares más conocidos del paisaje urbano yanqui, extendiéndose no sólo por la ciudad de Washington y su estado, sino por todos los territorios al norte de la frontera con Méjico, incluyendo el Canadá y Groenlandia . Era una gran satisfacción para Manolo que su negocio hubiera triunfado en el país de los emprendedores, aunque tuviera un nombre tan raro como“Embajada de Estados Unidos”, extrañísimo nombre para un bar. Pero al fin y al cabo, ese es el nombre que le había pedido Obama Daitorio, y si Obama Daitorio se lo había dicho, el primer presidente negro, el líder del cambio, significaba entonces que ése era el nombre adecuado.

Sin embargo, lo que Manolo no se le había llegado a ocurrir es que el simple hecho de que su bar se llamara así había convertido el cambio de régimen en Estados Unidos, por primera vez en décadas, ya no sólo en algo factible, sino más bien en un acontecimiento del todo inevitable, en una predicción científica con un margen de error inferior al cero por ciento.

La suerte estaba echada. Pues aunque el chiste no tenía demasiada gracia, la realidad es que razón no le faltaba en absoluto. Desde hacía más de un siglo, en todos los países americanos se habían sucedido continuamente golpes de Estado organizados por Estados Unidos contra gobiernos democráticamente electos, siendo el único país en el que no había sucedido ninguno precisamente Estados Unidos. Y la explicación era, como decía Chávez, que en los Estados Unidos no había embajada de los Estados Unidos. Pero ahora, gracias a Dios y a Manolo, y al genial plan de Obama Daitorio, no existía sólo una, sino una verdadera cadena nacional de embajadas, centenares de embajadas americanas repartidas por todo el territorio de Estados Unidos. Así que el golpe era sólo una cuestión de segundos.

Y fue el propio Obama Daitorio el encargado de ejecutarlo. Él mismo se desplazó un martes por la mañana al Aguas Manolo de su barrio, pidió un carajillo del tiempo, un tercio, y medio bocadillo de tortilla, y le preguntó al Manolo yanqui que se encargaba de aquel local si podía utilizar el verde teléfono de monedillas. Desde ese teléfono que nadie había utilizado en siglos, que estaba lleno de telarañas y que por supuesto se quedaba siempre el cambio, Obama Daitorio llamó al jefe del Estado Mayor de Estados Unidos y le ordenó que esa noche secuestrara al Presidente Obama Daitorio, que lo sacara de su casa en pijama y que lo trasladara por la fuerza a Nicaragua.

El Golpe fue condenado por la mayoría de los países del mundo, incluyendo a la administración Obama, quien sin embargo no hizo nada por restablecer el orden constitucional y se dedicó a apoyar a los golpistas bajo cuerda mientras se prodigaba en declaraciones ambivalentes y contradictorias. Ello provocó, tal como esperaba el Presidente, una espectacular respuesta a nivel nacional por parte de los ciudadanos americanos, que estaban ya hartos de tantos años de mentiras continuas a los que se añadía ahora el peso de la crisis sobre sus espaldas y la indignación por el hecho de que el fenómeno Obama no fuera sino otro más de los continuos fraudes políticos a los que habían sido sometidos. Además, les habían comido tanto la cabeza con la propaganda sobre la democracia, y con el cuento de que eran un país especal, que no podían tolerar un golpe de estado en su propio territorio, y por ello pedían a Obama Daitorio más determinación contra Obama Daitorio y que apoyara de una vez la restitución de Obama Daitorio, el presidente democráticamente electo por una abrumadora mayoría de norteamericanos.

Manifestaciones multitudinarias, sin precedentes en el país de las barras y las estrellas, se extendieron desde los nucleos urbanos más grandes hasta paralizar la nación, y, por ende, a todo el planeta. El gobierno reaccionó con contundencia, encarcelando a miles de manifestantes y declarando el toque de queda. Pero esa represión, en vez de apaciguar las protestas, tuvo el efecto contrario: el de acrecentarlas y radicalizarlas. Así que ahora los manifestantes ya no le pedían sñolo a Obama Daitorio la mera restitución de Obama Daitorio y el procesamiento de Obama Daitorio, sino que también exigían la dimisión de todos los senadores, la abolición del sistema en sí y que éste fuera cambiado desde aquel mismo momento por un régimen chavista y fundamentalista parecido al de Corea del Norte, pero con Fidel Castro como presidente honorífico y vitalicio. Por fin se abría una ventana de esperanza en los Estados, y el país se liberaba del yugo de la banca sionista después de largas décadas de tiranía.

Como esperaba Obama Daitorio, el golpe no tardó en llevarse por delante al Multimillonario Máximo, el máximo responsable mundial del crimen organizado y de la lucha contra la paz y democracia. Pues Emamens había sido ya identificado por los revolucionarios en una fase temprana del proceso, quedando en arresto domiciliario en un edificio rascacielos de oficinas de Nueva York que llevaba su propio nombre, sin que el nuevo gobierno pro-ruso y fundamentalista chií que se había instalado en Washington supiera qué hacer con él; si llevarlo a juicio, obligarle a que se exiliara, o arrojarlo directamente al río Hudson. La mayoría de los lacayos del Multimillonario Máximo, incluyendo a varios premios Nóbel de la Paz, habían sido también arrestados y permanecían bajo custodia a la espera de ser juzgados, mientras que otros habían consegido huir al Reino Unido, Israel o Colombia, los únicos países que seguían reconociendo al antiguo régimen. En cuanto al Príncipe de la Tinieblas, el malvado Darth Maul, murió por casualidad ese día. Todos sus sueños de conseguir el poder mundial, alcanzar la inmortalidad, y convertirse así en un dios él mismo, sueños por los que había peleado con tanto tesón desde niño, y a los que había dedicado buena parte de su juventud, quedaban así perdidos en el olvido.

Justo ahora que tenía planeado acabar con el propio Multimillonario Máximo para quedarse para uso exclusivo con la fórmula de la Inmortalidad que su superejército de científicos clandestino estaba a punto de descubrir. Ocurrió el día en que, tras introducirle con éxito unos implantes montruosos recién inventados, su médico le había dicho que ya estaba curado y podía que salir a su propio pie a la calle a hacer el mal todo lo que le diera la gana. Al final había resultado que su enfermedad era un simple tumor benigno, que no hubiera supuesto ni siquiera una molestia a una persona normal, pero que al surgir en el interior de alguien tan maligno como el Príncipe, cuyo interior era puro cáncer capitalista exaltado, le había provocado una reacción adversa y casi mortal que ningún médico no cubano había podido entender durante años. Al final el Doctor Candel sólo lo había conseguido curar in extremis induciendo tumores malignos que devoraran al tumor original bondadoso.

Así, el destino de ese hombre malvado se zanjó de manera absurda cuando habiéndose curado de su enfermedad, y contento como un chiquillo, nada más salir del hospital, pisó una cáscara de plátano y cayó al suelo, abriéndose la cabeza en dos y surgiendo de ésta pequeños arcos rojos que palpitaban suavemente en el alegre sol de la mañana

El único de la cuadrilla del mal que había tenido tiempo para ponerse a buen recaudo era el sobrino de Obama Daitorio, Julien Sorel Skywalker Peris, que controlaba todas las comunicaciones y que había sido consciente en todo momento de los ingeniosos movimientos de Obama Daitorio.

De hecho, todo estaba le saliendo a Skywalker tal como lo había planeado, desde el momento en que había sido cooptado por el Príncipe de las Tinieblas para ingresar en en su grupo de Caballeros Oscuros que aspiraban a la dominación mundial. Haciendo gala de una maldad sin límites, había conseguido después el puesto en el cargo de Presidente verdadero, que entrañaba a su vez la supervisión del presidente tapadera, sustituyendo en esa función al Príncipe de las Tinieblas al que él mismo había envenenado introduciendo en secreto en su organismo una célula de bien, solidaridad, justicia y socialismo. Al quitarse de encima ese rival, toda su estrategia para con el Obama Daitorio había consistido de una consigna muy simple y muy clara: sacarlo de quicio tanto como fuera posible.

Obligarle a renunciar una y otra vez a sus ideales y a llevar a cabo una política ultraderechista más estúpida que la del propio Bush. Sacarlo de los nervios hasta que no aguantara más y viera que el problema no era un partido u otro, o esta persona o aquella, sino la propia corrupción y avaricia de poder del sistema capitalista. Desde el primer momento Anakin Sorel sabía que, si le hacía sentir verdadera rabia, como la que había sentido él tras el ataque terrorista de Egipto, Obama Daitorio se revelaría contra el mundo. Y siendo en el fondo un ser de profunda inteligencia y de grandes convicciones morales, sin duda encontraría la manera de enfrentarse abiertamente al sistema y, con la ayuda de Anakin, si hiciera falta, cambiarlo.

De hecho, años después de la Revolución, cuando los dos se pudieron reencontrar en persona, precisamente en Egipto,rememoraron la jugada desde todos los ángulos y las perspectivas posibles, y Obama Daitorio felicitó con sinceridad, admiración y agradecimiento, el genial movimiento ajedrecístico de Skywalker Peris, volviéndole a llamar sobrino, aunqur en esta ocasión lo dijera en broma y con cariño.

Fue en el último momento de su ataque terrorista contra los tres de las Azores cuando Anakin Skywalker Julien Sorel Peris había caído por fin en la cuenta de que no se podía vencer a un Imperio entero si no se hacía desde dentro. Se había visto en el dilema de tener que matar a pesonas que en el fondo eran tan inocentes como cualquiera. Eran productos industriales que se podían crear en un laboratorio, igual que el Makudo y al contrario que el establecimiento Aguas Manolo. El sistema podía producir en masa cientos de presidentes como Aznar, Zapatero o Berlusconi cada año, pero no un verdadero líder. Los líderes verdaderos, con profundidad intelectual y Fuerza, del estilo de Chávez, Evo Morales o Correa; hombres capaces de inspirar a un Pueblo entero para cambiar un país en poco tiempo, de esos salía uno cada cien años, fruto del azar, de la rabia, del estudio, quién lo supiera. Sólo le quedaba que meterse en el núcleo central de la maquina, en el sistema operativo de la bestia, y reconfigurarlo con la ayuda del pueblo.

También el propio Multimillonario Máximo le reconoció a Anakin su jugada genial. Skywalker acudió a despedirse de él definitivamente cuando éste se encontraba en arresto domiciliario en su propio rascata. Para tenderle la trampa de las Azores, él y el Príncipe habían tenido que cambiar años antes el resultado de las elecciones americanas haciendo que fuera elegido un individuo que siempre gustaba de llevar armas encima. Pero Sorel se había ido dado cuenta conforme se acercaba el momento clave de que los fallos en la seguridad del evento no podían sino ser intencionados, y de que si desde hacía un tiempo habían dejado de intentar asesinarle era porque le querían vivo. Sin duda querían reclutarle para trabajar por el sistema, igual que habían hecho en el pasado con tantos combatientes árabes, asiáticos y latinoamericanos, muchos de ellos amigos suyos. Sabía queen aquella desolada noche en el hospital del Cairo no habían ido a matarle, sino a secuestrarle o a atemorizarle. Y ello indicaba que tenían a Ryori también. De hecho, fue parte del acuerdo desde el principio. Ryori sería mantenida con vida mientras Anakin Peris trabajara para él. Y Anakin renunciaría a todo intento por recuperarla y se comprometaría a hacer el mal eternamente y a colaborar en la consecución de los intereses del Bilderberg.

El problema es que el Multimillonario Máximo, cada vez más preocupado de conseguir la Fórmula, no había sido capaz de ver la traición que se le venía encima. Por eso, cuando encarcelado en su propio despacho, Anakin se acercó a visitarlo, todavía pensaba que nuestro héroe se hallaba a sus ódenes y que había venido a rescaterle, a explicarle la situación y a ayudarle a revertirla. Pero entonces Skywalker, con una afable sonrisa de resignación, imitó el movimiento mediante el cual Bush le había disparado a él, años antes, en las Azores. Aunque esta vez, sin apretar el gatillo. Y Emamens entendió perfectamente el mensaje, y se hizo una idea de la irreversibilidad de su derrota y de la manera en que ésta había sido materializada.

Durante tantos años, se había sentido tan orgulloso de la jugada mediante la cual había conseguido hacerle pasar a su lado, que no se le había ocurrido pensar que se podía tratar de un gambito de su oponente. Se había emborrachado de victoria, igual que le había ocurrido a las élites en general al opinar que cla caída de la Unión Soviética significaba la victoria definitiva del capitalismo. La derrota del Multimillonario Máximo ocurría justo ahora que sus científicos a sueldo estaban a punto de descubrir la fórmula de la Inomrtalidad, y que empezaba a implementar su plan para erradicar a un gran parte de la raza humana, esos “estómagos hambrientos” que tanto poder y recursos le habían robado. Pero al fin y al cabo, él era un ser humano también, aunque por mucho tiempo se hubiera sentido amo y señor del universo. Y en aquel instante sintió una gran admiración por su oponente, la misma que en tiempos antiguos le había llevado a perseguirle por toda Europa, Oriente Medio y Sudamérica con el objetivo de capturar su alma.

La suerte estába echada. E incluso sin arma alguna apuntándole a la cabeza podía comprender perfectamente que había perdido. Sólo puso una condición a Skywalker a cambio de la liberación de Ryori. Y enseguida, mediante una sola llamada de teléfono, hizo que ésta fuera liberada y que al fin pudiera salir del lugar en el que la había tenido tantos años secuestrada.Al rato pudieron por fin hablar Julien y ella por teléfono. Ella le confirmó que estaba bien, que le había esperándole todo este tiempo y que sabía que tardo o temprano encontraría la manera de salvarla.

Aunque las lágrimas que le bañaban ahora el rostro eran más de alegría que de rabia, Julien Sorel Anakin Skywalker Peris decidió que la mejor venganza que podría comenter en ese momento era dejar de cumplir de su parte del trato.

No asesinaría al “Príncipe de las Tinieblas”. Un ser tan abyecto no merecía esa recompensa, morir antes de mirar a los ojos de sus víctimas. Anakin además tenía prisa por reencontrarse con su esposa. “No hay castigo más justo a tu vileza que el ser juzgado por esos estómagos hambrientos que tanto odias.”Eso le dijo, y enseguida el Héroe ya estaba corriendo rascacielos abajo. Sería por lo tanto un tribunal chavista el que decidiría la suerte de ese enfermo mental.

Anakin, por su parte, había decidido abandonar para siempre la lucha política. Ya había colaborado en la parte más difícil, empujando al pueblo hacia su propia liberación. Y si se mantenía en el proceso, puede que él mismo se convirtiera en el futuro en uno de los miembros del futuro gobierno. Pero él no tenía nada de gestor, en el fondo no era sino un simple chico egipcio al que le gusaba cazar lagartijas. Quizás fuera el propio Daitorio, ese sí que servía, a la vista de la que acababa de montar. O puede que otro líder surgido espontáneamente del pueblo durante el proceso revolucionario.

Mientras se dirigia al lugar de encuentro con Ryori, le llegó la noticia de que una importante fuerza contrarrevolucionaria, que aglutinaba a decenas de miles de valencianos descontentos desde hace tiempo con el curso de los acontecimientos, se había hecho ya con el control de la Comunitat Valenciana y se dirigía en masa hacia Washington para intentar volver a colocar un gobierno anti egicpio en la Casa Blanca. Esa fuerza había sido al parecer organizada por una coalición de ex dirigentes zaplanistas apoyados por una inmensa cantidad de ciudadanos normales y por un la gran mayoría de los falleros de la ciudad; todos ellos unidos en oposición a la nueva realidad valenciana, de la cual culpaban Zapatero y a los extremistas de El Cairo. Habían aprovechado el fácil acceso a grandes cantidades de explosivos por parte de los falleros para organizar y armar grupos militares con los que organizar un levantamiento popular enfrentarse al gobierno.

Skywalker legó por fin a la puerta de la cárcel, donde tras tantos años se encontró con Ryori y lloró pegando su rostro al de ella. Por el contrario, ella se encontraba alegre y tranquila. Dijo que se había hecho amiga de los carceleros al contarles su historia, lo que había hecho que se enternecieran y que la trataran desde el primer día con gran atención y cariño. Ella le agarró del brazo y le hizo echar a caminar hacia el centro, como si se tratara de una cita normal, como cuando quedaban para pasear después de clase por barrio antiguo de El Cairo.

Afuera, la ciudad de Washington había sido tomada por los paramilitares falleros y por el resto del pueblo valenciano, que marchaba sobre el capitolio para exigir el retorno de un gobierno reaccionario. Los valencianos, amantes del ruido como nadie, conseguían con gran efectividad ir provocando el caos por donde pasaban, lanzando petardos y fuegos artificiales, cantando canciones regionalistas, destruyendo o prendiendo fuego a todo lo que desde su punto de vista oliera a egipcio. Portaban con ellas pancartas con consignas como “!Viva Zaplana!”, ”Exigim el trasvasament”,”Sanidad pública de pago”,”Sí a la destrucció del Patrimonio” !Más especulación!””Volem corrupció!” y”No mos fareu egipcis”. En la cabezera de la manifestación iban encapuchados varios de los máximos dirigentes zaplanistas de la Generalitat de antes de la crisis.

Al salir del módulo especial de la cárcel donde los delincuentes de corbata y traje eran sometidos a atenciones dignas de las que recibían algunos jefes de Estado, los ojos de Skywalker se cruzaron con los de uno de los cabecillas encapuchados de la mani, que al parecer formaba parte de un pequeño grupo de fieles que se habían separado de la marcha principal. Su objetivo era asaltar la cárcel y sacar al President de la Generalitat para que formara un nuevo gobierno, de orientación zaplanista, que devolviera a la Comunitat a sus tiempos de esplendor, trayendo a la Comunitat agua, la Formula U, especulación inmobiliaria y la Copa América.

En realidad, el Presidente de la Generalitat había muerto en la cárcel en las últimas horas del disgusto que le había provocado el conocer que al fin los egipcios habían conseguido su objetivo de acabar con la Comunitat y romper España. Pero eso sólo lo sabía el malvado Peris, el Empresario Zaplanista con mayúscula. Y no pensaba permitir que ningún valenciano lo supiera. Pues ya había de hecho vandalizado el zoo para robar un caballo que tenía preparado para que el presidente hiciera su entrada triunfal en la ciudad del Turia, reconquistando la ciudad después de vivo, como el cid en el pasado, entrando precisamente por la Avenida del Cid.

Alguien acababa de gritar: “Mireu, un egipci, mateu-lo!” Y en las milésimas de segundo que le costó a Anakin discernir la identidad de esa mirada que le resultaba tan familiar, otro encapuchado le prodigó sendos disparos que le impactaron en el brazo y en el estómago, haciéndolo caer al suelo al instante. Y aunque rápido se revolvió el valiente joven egipcio contra el agresor, ya era demasiado tarde. Los guardias de seguridad de la cárcel, junto con fuerzas leales al gobierno legítimo, se habían enfrascado en un tiroteo contra los paramilitares zaplanistas. Así que, si bien Anakin estaba en un segundo apuntando de nuevo a su enemigo, comprobó con rabia que no podía disparar, impotente al ver que el encapuchado había cogido a Rie como rehén y huía parapateándose entre la multitud. El villano entonces, llevando consigo a la pobre chica, consiguió subir a un cadillac negro y se escapó sin que Anakin pudiera hacer nada por evitarlo.

domingo, 31 de enero de 2010

LA COMUNITAT, LA PEOR NOVELA DE LA HISTORIA, POR PACO CAMPOS. CAPÍTULO OCTAVO

(Atención: Esta novela consta aproximadamente de diez capítulos. Para leerla desde el principio, pincha aquí.)




Nada más salir a la calle, a Obama Daitorio se le ocurrió comprobar su teléfono móvil por primera vez desde que se había fugado de la Casa Blanca la noche anterior. Y lo que vio no le hizo sino obtenerse por fuera de sus nervios, si no es que de por sí se encontraba ya totalmente obtenido con anterioridad.



Por lo visto, su sobrino había estado llamándole y enviándole mensajes durante toda la noche, emplazándole a volver enseguida a Washington para solucionar un asunto de vital relevancia que había surgido en las últimas horas. Y por si eso fuera poco, le amenazaba con perjudicar a su familia si no le obedecía, y también le dedicaba una completa sarta de calificativos extremadamente hostiles, acusándole de mezquino y de irresponsable por el hecho de apartarse de sus importantes funciones como Presidente del mundo libre sin previo aviso.



Pero eso no era lo peor. Pues su sobrino aprovechaba uno de los mensajes para comunicarle que acababa de completar el papeleo necesario y pagado la cuota correspondiente para que le dieran el Nobel de la Paz a finales de año.



El colmo. A los chantajes y a los insultos ya estaba acostumbrado, pero lo de nombrarle Premio Nobel de la Guerra sin consulta previa era del todo intolerable. Recibir el Premio Nobel de la Guerra hacía que la persona en cuestión pasara definiticamente al Lado Oscuro, transformado para siempre en un ser de la calaña de Kissinger, Peres o Lama.



Tenía, pues, que impedir a toda costa que eso ocurriera. Pues si llegaba a convertirse en uno de los premiados con tal infausto galardón no habría marcha atrás, y preso de los peores delirios belicistas, acabaría justificando absurdos como que las invasiones militares son medio legítimo para conseguir la paz, -la misma argumentación que habían hecho antes Bush, Aznar, Hitler, Blair, etc-. Y seguro que le entrarían también unas ganas tremendas de aumentar la escalada bélica en Afganistán y Pakistán, e incluso puede que acabara yendo a por otros países pacíficos que no tenían en absoluto la culpa de la voracidad del capitalismo estadounidense, como por ejemplo Irán o Venezuela.



A Obama Daitorio le producía una rabia terrible que su sobrino mencionara el asunto casi de pasada, como considerándolo algo inevitable y sin darle la opción de elegir. Pues el tema en el que más insistía en sus mensajes era el de la crisis inmobiliaria española, con más viviendas vacías en la Monarquía Bananera que en todos los Estados Unidos. Crisis que al parecer estaba a punto de escaparse ya de de todo control, convirtiéndose en un problema de alcance internacional y amenazando a las bolsas.



Según le pedía su sobrino, Obama Daitorio tenía que retornar inmediatamente a Washington para hacer un pronunciamiento en el que explicaría al contribuyente yanqui y al mundo las razones por las que era necesario utilizar el dinero de los impuestos para rescatar la economía española, evitando así que se desatara una crisis brutal en la Monarquía Bananera y que ésta acabara rompiéndose y cayendo en poder de los fundamentalistas vascos, en alianza con los sociatas y de los militantes chavistas pro Al Qaeda que querían suprimir la Constitución porque nos tienen envidia.



Como siempre, lo que quería su sobrino en realidad era hacerle pasar por el responsable de esta decisión que ya había tomado él por su cuenta. El pueblo se lo iba a comer si hacía eso. Con la economía en números rojos, dos guerras y pidiendo más financiación para rescatar a un pàís que se encontraba a miles de kilómetros.



Además a Obama Daitorio España se la traía sin cuidado. No es que le cayeran mal. En absoluto, se lo había pasado genial aquella noche. Pero la economía española era un problema de la Unión Europea, que tendrían que arreglar ellos solitos y no meterle a él. Para eso ya había varios Premios Nobel presionando a los responsables de ese continente.



Pero en fin, el problema principal no era ése, sino el sentimiento de que ya había aceptado durante demasiado tiempo las órdenes de “su sobrino” y de que, si no lo detenía, iba a terminar cediéndole su propia alma a ese desgraciado representante del Príncipe de las Tinieblas y de las cadenas de comida rápida. Ese hombre despiadado que sin duda también se convertiría en premio Nobel de la Paz algún día, sino es que lo era ya y no se había enterado.



Vaya mierda. ¿Qué podía hacer en ese caso? La cuestión es que si intentaba cambiar la situación, el sobrino tomaría sin duda represalias. De manera que lo único que podía sacarle de esa situación era una jugada maestra, un movimiento ajedrecístico veloz que quitara de en medio de manera inesperada a los tres miembros del Triunvirato en el poder. ¿Pero de qué tipo de movimiento podría tratarse? Ni idea. En realidad no tenía ni la más remota idea.



¿Y si le preguntara a Aso Soridaijin? Al fin y al cabo era un tipo con coco, que destacaba principalmente por su gran visión de la jugada, tal como le había demostrado durante la charla de antes de visitar a Zapatero. Pero si le revelaba sus sentimientos, se arriesgaba a quedar también él expuesto. Al fin y al cabo no sabía para quién trabajaba el Sori realmente, ni por qué llevaba a cabo una política tan retrógrada y contraproducente en su país cuándo tenía una visión de las cosas tan clara. Había sin duda algo raro en la forma en que se comportaba



¿Qué hacer entonces? Para empezar, decidiese lo que decidiese, había que dejar de ser un cobarde y enfrentarse de una vez al Lado Oscuro. No podía pasarse toda la vida engañando a todo el mundo, no podía contentarse con las réplicas brillantes, pero carentes de significado, que daba siempre a los periodistas. No podía convertirse en otro Tony Blair u otro Zapatero. Tenía que actuar de una vez. Cambiar el sistema y quitarle el poder de cuajo a esos tres hijosdeputa. Al fin y al cabo, el motivo por el que le habían votado era para que llevara a cabo el Cambio.



Aunque no supiera cuál era su plan, había decidido empezar por enviar un mensaje a su sobrino anunciando en primer lugar que no pensaba volver a Washington en toda la mañana. Y lo que era mejor, que si se atrevía a tocar a su familia o a tenderle una trampa, aparecería inmediatamente en televisión explicando al mundo, con la brillantez y elocuencia que le caracterizaban, que el comunismo cubano y el socialismo venezolano eran los mejores sistemas de gobierno que existían en la actualidad y los únicos sostenibles, y denunciando también a la cleptocracia que estaba realmente al mando del país.



Y hablaba en serio. Sabía mucho, y estaba dispuesto a dar nombres y apellidos, a aportar pruebas feacientes, a desenmascar a todos los terroristas en la cúspide que la gente tomaba por personas respetables. Aunque él mismo pudiera acabar en la cárcel por los chanchullos de su etapa política en Chigago.



Pues sí, oiga. Además, ya tenía lo suficiente con su resaca y el pésimo estado físico que ésta le había dejado como para dejarse amargar por ese payaso. Ese insolente que apenas tenía la mitad de edad que él y que se atrevía a dirigirse a él faltándole continuamente el respeto.



Para que se enterara, y como muestra de que iba en serio, pensaba llamar a Chávez para conocer sus opiniones sobre el asunto. Y, además, lo de la política de de insultarle por sistema que le habían impuesto se había acabado. Uno de los pocos presidentes del mundo que estaba trabajando por los pobres, por la gente normal, por ofrecer a la humanidad un mejor futuro. Era realmente patético que nunca hablara con el Presidente venezolano, del cual se sentía tan cerca aunque hasta ahora la políticas de ambos fueran diametralmente opuestas.



Joder. Es que ni si quiera tenía el número de Chávez en su móvil, como le tenían prohibido que hablara con él... Tuvo que pedírselo a Aso. Menuda vergüenza.



Por desgracia, Chávez estaba muy ocupado en ese momento, en pleno viaje oficial por Irán y Siria, a donde había llegado, según los voceros del sistema, no ha negociar acuerdos económicos, sino para difundir su ideología antiamericana por todo Oriente Medio. La señal era muy mala y además Chávez hablaba demasiado, y aunque parecía contento de recibir su llamada, en esas condiciones casi no se le entendía. Al final Chávez le contó un chiste, uno de los chistes antiyanquis que últimamente estaban de moda en América Latina, y luego colgó de repente. Pese a la mala calidad del sonido, Obama Daitorio ententió el chiste porque ya se lo habían contado antes, pero no le hizo demasiada gracia, era un chiste muy viejo y además, no especialmente bueno. Era obvio que, aunque se trataba de uno de los mejores líderes de la actualidad, como orador era un verdadero charlatán y un auténtico plasta.



Entretanto, Aso también había decidido ya volver a su país para dar la cara por el último escándalo político que salpicaba a su partido. Aso Sori y Obama Daitorio se habían despedido muy emotivamente, rompiendo totalmente el protocolo, incluso dándose un abrazo como si fueran viejos camaradas.



Obama Daitorio se había sentado a reflexionar en un banco cualquiera del parque. Ya había avisado a su sobrino de su intención de tomarse la mañana libre y pasársela meditar tranquilamente en Valencia. Por el momento no había recibido a ese respecto ninguna negativa de aquél, así que, si bien persistían algunos síntomas de la resaca, como el cansancio muscular y cierta sensación de disforia, se sentía ahora un poco más tranquilo que antes. Además, el hecho de haber podido reivindicar su voluntad, después de tanto tiempo, había hecho que la ira se le pasara y que empezara a estar mucho más confiado y con esperanzas de resolver la disyuntiva en la que se encontraba.



En el banco del parque que había elegido Obama Daitorio, se hallaba también sentado el personaje anónimo, sujeto omnisciente, protagonista colectivo -y a la vez autor-, de esta humilde novela. Es decir: yo mismo. Dada mi gran timidez, en un principio no supe como reaccionar ante la presencia de un individuo tan destacado y seguí bebiendo mi lata de tenis como si nada. Pero enseguida el Daitorio me pidió que le diera una de mis chelas, como si fueramos amigos de toda la vida, y yo por supuesto no lo dudé ni un solo segundo, pues significaba un gran honor para mí. Así que empezamos a beber juntos y entablamos conversación de la manera más natural del mundo.



Aunque más que una conversación fue casi un monólogo, pues al ser yo persona poco habladora, y además no muy amigo de relatar intimidades, ni siquiera a las personas más próximas, siempre dejo que sean los demás los que se explayen sobre las suyas. Desde pequeño tengo una especie de don que hace que la gente se sienta inclinada a abrirme su corazón sin yo solicitarlo, como si sintieran que les escucho bien o que puedo hacer algo por ayudarles, y de esa manera, los seres humanos, ricos o pobres, democristianos o socialdemócratas, gongoristas o quevedianos, japonesistas o sinófilos, sociatas o peperos, todos acaban derrumbándose ante mí y cóntandome su verdad más profunda espontáneamente; y es así también como Obama Daitorio me contó toda su vida, y en especial la historia de sus últimas horas, y de cómo deambuló por Valencia con Aso, se entrevistó con ZP, y acabó emborrachándose en este parque, por el que acaba pasando todo el mundo, como un mendigo más; la misma historia que yo, que no soy sino un mero intermediario, traslado al lector tal como él me la contó.



Se estaba haciendo ya de día, y el parque empezaba a recuperar lentamente a su actividad habitual. Los mendigos se iban despertando para reincorporarse perezosamente a sus rutinas, y aparecían también el resto de personajes de toda índole que todos los días realizan sus diferentes actividades en ese lugar: niños que van al cole, viejas que van no se sabe a dónde, viejos rumbo al quiosco a comprar el periódico del día, delincuentes, madres, represetantes, currelas, gente respetable de clase media que en el fondo eran paramilitares sionistas en potencia. En ese espacio de tolerancia, multiculturalidad y coexistencia democrática ejemplar que era y sigue siendo nuestro parque; un parque cualquiera en una ciudad cualquiera, sólo que un la ciudad que es un poco más interesante, o menos interesante, que las demás ciudades.



Así que Valencia se iba despertando de su sueño húmedo, caliente y sudoroso, y también la iluminación del día se imponía a la noche, y las pocas gentes que ya estaban despiertas y que cruzaban el parque con cuentagotas iban reparando en la presencia de un individuo singular, muy diferente a los negros que a veces venían al parque a dormir. Aunque algunos no estaban del todo convencidos de que se tratara verdaderamente del mismo tipo al que tanto veían últimamente en las televisiones de los bares, la verdad es que la mayoría de los mendigos y de otros tipos sospechosos que habitaban aquel curioso ecosistema humano se fueron acercando poco a poco a hablar con el Daitorio, todos movidos por la esperanza de una novedad que les sacara de sus aburridas rutinas. Pese a las dudas que abrigaran, y el respeto que profesaban a un personaje de tanta altura, no hay que olvidar que se trataba de pordioseros españoles, y por lo tanto ninguno podía dejar pasar la oportunidad de expresar la certeza en sus propias creencias y de imponerse a sus camaradas habituales dando, a alguien tan importante, no ya consejos,sino más bien recetas sobre cómo tenían que ser sus políticas a partir de ese momento y de qué manera tenía que dirigir los destinos de su nación.



Pues aunque se tratara en su mayoría de aunténticos fracasados, y aunque quien tenían enfrente era el presidente de la mayor economía mundial, se dirigían a él utilizando las mismas expresiones categoricas que usaban también en las discusiones habituales entre ellos en los bancos del parque o en los bares; frases que escuchadas fuera de contexto podrían llevar a un extranjero a pensar, con admiración, que todo español, incluso el más desarrapado de los pordioseros, está capacitado de sobra para asumir el cargo de Presidente del Gobierno de su país, el de seleccionador nacional de fútbol, o incluso el de Predidente de los Estados Unidos, con un desempeño mucho mejor que los que ostentan realmente el cargo. Así que, interrumpiéndose una y otra vez los unos a los otros, gritándose, y sin escuchar lo que decía el propio Presidente de los Estados, se dirigían a Obama Daitorio con esas frases tan respetuosas de la opinión del prójimo que tanto se oyen cualquier tasca española:



-Lo que le hace falta en realidad a Estados Unidos es ...

-En realidad, para cambiar el mundo lo que hay que hacer es...

-Yo siempre he dicho, y al final lo que yo digo siempre se cumple a rajatabla que...

-Tú no sabes como funciona el mundo de verdad...

-No es nada personal, Obama, en realidad me pareces un buen tipo, pero no tienes no idea...

-No tienes ni puta idea de política.



El primero en acercarse a hablar con Obama Daitorio,fue uno de los mendigos mas clásicos y legendarios del parque: el señor Rajoy. Pues se trataba al fin y al cabo de uno de los que más temprano se levantaba todos los días para empezar a beber su cartón diario de vino. Además, era de los que siempre se metía en toda discusión política dándoselas de que sabía más que nadie y aportando como prueba el hecho de ser el, como le gustaba recalcar siempre, el auténtico líder de la oposición. Y eso aunque su opinión, que para él mismo no era opinión sino verdad suprema, consistiera en realidad en una serie de leyendas neoliberales sin base científica alguna que habían sido difundidas intencionalmente durante los últimos años entre el populacho español por ciertos periodistas de derechas o progres de derechas al servicio de los más ricos del país. Políticas que en realidad eran causantes de la crisis en la economía mundial y muy particular de la crisis que estaba ocurriendo en esos momentos en España. “Hay demasiados funcionarios, el gasto público es escandaloso, la gestión privada es siempre más eficaz que la pública, bajar la carga fiscal a los ricos es bueno para la economía, reduciendo los impuestos se consigue aumentar la recaudación por impuestos...”



A mitad de discurso, Rajoy fue interrumpido por Rajoy, el cual se dedicó a rebatir sus opiniones una por una con sorprendente facilidad. Por ejemplo, indicando la irrefutable realidad de que en España que había menos porcentaje de la población trabajando para el sector público que en el resto de los países de la Unión Europea, que sin embargo eran más prósperos que España. O que la gestión estatal había traído más prosperidad económica y desarrollo que la gestión privada en la mayoría de los países del mundo y para ello había datos incontestables de numerosos organismos internacionales. O que bajar la carga fiscal a los ricos en efecto es bueno para la economía... de los ricos. Y un larguísimo etcétera.



Rajoy era una escisión del Rajoy original que se había producido unos meses antes cuando una parte de Rajoy, cansada de oir siemprelos mismos clichés neoliberales de Rajoy, y de escuchar siempre las misma políticas sin fundamento, había decidido separarse del Rajoy original y fundar un Rajoy propio menos extremista. De manera que, de un día para otro, los otros pordioseros habían visto de repente a dos Rajoys iguales físicamente deambulando por el parque y discutiendo desde opiniones opuestas. En un principio, como resulta natural, se sorprendieron sobremanera, pero pronto se acabaron acostumbrándose a ello y el hecho de que existieran dos Marianos acabó por considerarse una parte natural del parque.



El nuevo Rajoy con la misma pinta de desarrapado que el otro pero con ideas mucho más cercanas al sentido común y a la inteligencia que las de su predecesor. De hecho, se trataba de un revolucionario que pretendía mejorar las condiciones de vida del parque y a la vez cambiar el modelo productivo español incorporando a este una gran cantidad de conceptos centrales en la vida del pordiosero, como el reciclaje o el aprovechamiento sabio de todos los recursos disponibles o la propia vida austera y contemplativa del pordio; conceptos, que aplicados convenientemente a gran escala producirían una mejora general de la eficiencia de la nación y un gran avance hasta modelos verdaderamente sostenibles como en la actualidad sólo lo era el cubano.



El nuevo Rajoy, con sus ideas de vanguardia, se había convertido ya en el líder de los pordioseros, desplazando al viejo líder Rajoy, cuyos aburridos discursos y sus ideas políticas desfasadas en el fondo sólo significaban una intento a la desesperada por perpetuar el mismo capitalismo agresivo que estaba llevando al planeta a la ruina.



Hay que tener en cuenta también que, después de varias décadas de zaplanisno extremo los pordioseros eran más pordioseros que nunca.



Así que el nuevo Rajoy había conseguido ganar al viejo en el corazón y en la conciencia de los pordioseros que vivían en aquel lugar abyecto; y gracias a ello los pordioseros estaban ahora más organizados para luchar por sus derechos, mientras que al viejo Rajoy se le veía entristecido por el parque, bebiendo vino de cartón, con la mirada perdida y sin hablar con nadie.



Además, a su viejo amigo Anasagasti le había salido también una escisión chavista que había conseguido avergonzar al viejo Anasagasti estúpido, quien al final, harto de quedar siempre en ridúiculo, había huído a otro parque. Es por eso el viejo Rajoy también estaba pensando en abandonar el parque e irse con su amigo. Por cierto, reseñar que el Anasagasti chavista y el Rajoy revolucionario nuevo se llevaban a las mil maravillas.



El siguiente personaje chungo que acudió al banco de Obama Daitorio para ilustrarle con sus consejos fue el Profeta Azulado. Éste sostenía que cualquier plan para reanimar la economía mundial pasaba necesariamente por apoyar a la industria de los picaportes para puertas como único motor de crecimiento internacional. Una idea tan absurda parecía indigna de una mente brillante como la del Profeta, pero lo cierto es que por desgracia el viaje que el Profeta había hecho últimamente a Japón le había cerrado la mente y le había hecho perder los poderes místicos con los que había contado en el pasado.



Pues resulta que el Profeta había ido a Osaka a visitar a Elvar Ata, que se había retirado allí unos meses antes previendo el panorama aterrador que se les venía encima a la Comunitat y a España. Y ocurrió que, como tenía una escala de casi 9 horas esperando el enlace en Qatar, el Profeta había contratado un tour por el país que incluía un paseo por el desierto que finalmente les fue suministrado por un ex conductor de rallies ahora caído en el alcholismo. Y fue durante el transcurso de ese extraño tour que desafortunadamente, saltando entre las dunas, el Profeta se dio un fuerte golpe en la cabeza contra el ´picaporte de la puerta del autoimóvil y perdió las dotes proféticas que había adquirido años antes también al recibir un golpe en la cabeza, aquella vez de un ladrillo.



Así que, desde que llegó a Japón, el Profeta se comportó de una manera de lo más extravagante y arbitraria. No quería ver los pabellones de oro y plata de Kyoto; ni los fabulosos templos de Nara, entre ellos el edificio de madera más grande del mundo, con el increíble buda de bronce de varios pisos; ni subir a montaña sagrada alguna; ni pasear por los barrios tradicionales en los que predominaban las típicas construcciones con paredes de papel, construidas siguiendo la manera tradicional japonesa. Decía que todo ello era artificial y turístico, aunque se tratara de lugares centenarios o milenarios, y que lo verdaderamente interesante al viajar a un pàís extranjero eran los picaportes de las puertas.



Según su recién estrenada particular visión del mundo, los picaportes de las puertas eran lo verdaderamente interesante porque eran tocados a diario por la gente real, por las viejas y los vagabundos de la ciudad, por los punkis y las prostitutas, no sólo por turistas extranjeros ávidos de suvenirs. Lo mejor de un viaje era quedarse sentado en una esquina mirando un picaporte y ver la gente que lo usaba, y como cada persona lo utilizaba de una manera distinta de acuerdo con sus convicciones más profundas.



Así que, en vez de viajar con sus amigos para descubrir los lugares más interesantes de Kansai, se había dedicado a irse por ahí solo a buscar picaportes y a hacerles fotos, y de esa manera es como había desperdiciado el tiempo y el dinero invertidos en su viaje a Japón.



Y como resultó que Japón era un país casi sin picaportes, porque predominaban o bien las puertas corredizas tradicionales, o bien, en los edificios modernos,el Profeta se sintió decepcionado con el país desde que llegó, comparándolo con China, en el que había estado meses antes y al que si que consideraba un país auténtico y no occidentalizado, con interesantes picaportes de verdad, más grandes que los de Japón y con algo dentro, y tocados por gente de verdad, y no por robots capitalistas.



Desde su vuelta a la Comunitat, se dedicaba exlusivamente a hablar a todas horas sobre picaportes, ensalzando a China e insultando a Japón; su blog se había convertido en un medio lobby de propaganda en contra de las puertas automáticas y a favor de la industria del picaporte y de la vuelta al picaporte original.



El Profeta había perdido así a muchos de sus seguidores, a la espera de que alguno de ellos le diera por fin un nuevo ladrillazo en la cabeza mediante el cual su cerebro volviera al modo sabio y profético de antes del viaje a Japón .



- La industria del picaporte es la clave. Es la que mueve a las demás industrias- le decía a Obama Daitorio-: la producción en masa de picaportes genera así vez una gran demanda de viviendas, pues los picaportes no pueden ser utilizados si no es para abrir puertas, que a su vez están en edificios, cuya materia prima ha de ser a su vez exportada y así sucesivamente.



Obama Daitorio se dedicaba a escuchar a todos sin decir palabra. Se encontraba feliz, pues, después de la conversación con Chávez, había seguido reflexionando para sí hasta dar con la jugada perfecta. Como tenía ya totalmente claro lo que tenía que hacer, simplemente se dedicaba a disfrutar de la mañana, quién sabe si su última mañana en Valencia, entre tiento y tiento a las chelitas y los vinitos de cartón que sus nuevos amigos le ofrecían. A eso de las nueve apareció por el parque el Conde Varto-Bano, ese exquisito aristócrata rumano con sombrero de bombín y bastón de piel de lobo feroz cazado por el mismo en los Cárpatos durante su juventud.



El Conde se presentó con una profunda reverencia y para conmemorar la presencia del ilustre estadísta que iba a traer el cambio y la esperanza al mundo, ofreció, tanto a todos los mendigos como a los curiosos que pasaban, un delicioso almuerzo gratis en el establecimiento Aguas Manolo.



Fue una mañana feliz con tercios y cañas para todos los habitantes del parque, donde no faltaron las clásicas tapitas de boquerones, calamares, chipirones, ensaladilla, setitas,conejo al ajillo, salteado de verduras, pescaditos fritos, patatas bravas, revuelto de ajos tiernos, pulpo a la gallega, tortilla de patata, oreja de cerdo, caracoles, etc.



Mientras disfrutaba del suculento tapeo y de la entrañable taja en compañía de personajes tan entrañables, a Obama Daitorio le volvió a invadir el optimismo de sus comienzos en la política. Aparte de sentirse avergonzado, en su fuero interno, por pertenecer al país que había inventado el Makudo, fue totalmente feliz todo el rato que pasó con todos esos mendigos, sin la presión de los tiburones, halcones, palomas, buitres y peces gordos de Washington, sintiéndose un tipo normal, en comunión con su entorno. Un pordiosero más, sin dinero, feliz por ser invitado a unos tientos por los colegas.



Recordando del chiste que le había contado el presidente más demócratico de su tiempo, se le ocurrió que no había lugar mejor que ese maravilloso bar para llevar a cabo el audaz plan que se le había ocurrido después de hablar con Chávez. Su sencillo y genial plan para construir un mundo mejor, liberar al mundo del yugo yanqui, conseguir el cambio, y de paso quitarse él mismo del medio a su maldito sobrino y a los otros dos carcas que le manejaban, quedaría para siempre ligado al bar de Manolo. No encontraba una forma mejor de homenajear al parque y a los pordioseros que lo habitaban.



Así que, antes de retirarse entre extraordinarias muestras de cariño, para volver a la Casa Blanca, felicitó a Manolo por la calidad de su bar medio destrozado y mugriento y le emplazó a convertirlo en una cadena que se extendiera primero por Washington y luego por el resto de los Estados Unidos y del universo, demostrando así la superioridad del clásico bareto español de tapas sobre la comida rápida estadounidense. También le ofreció todo el apoyo económico del Pentágono y de la Casa Blanca para el proyecto. No le faltarían nunca los medios materiales ni el apoyo mediático necesario para llevarlo a cabo, siempre que le pusiera a la nueva cadena de bares el nombre “Embajada de Estados Unidos”



-Con ese nombre quiero simbolizar un nuevo comienzo –explicaba Obama Daitorio- en el que Estados Unidos no será una nación odiada por todos sino el embajador del entendimiento y la concordia entre todos los pueblos del planeta.



Dicho eso, se retiró del bar, agradenciendo a todos el amable trato dispensado y los consejos recibidos, y convencido del éxito de su nuevo plan.


domingo, 24 de enero de 2010

LA COMUNITAT, LA PEOR NOVELA DE LA HISTORIA, POR PACO CAMPOS. CAPÍTULO SÉPTIMO

(Atención: Esta novela consta aproximadamente de diez capítulos. Para leerla desde el principio, pincha aquí.)






Abrió los ojos. Alguien le estaba tirando del hombro. Era Aso Soridaijin, el Presidente del Japón.




Al contrario que casi todos los líderes mundiales (sobretodo los de los países hispanohablantes), y que la mayoría de los habitantes del imperio japonés, por suerte ya reducido meramente a cuatro islas y a varios miles de millones de islotes, Aso Soridaijin hablaba inglés perfectamente, pues parte de sus estudios unviersitarios los había cursado en centros elitístas de la calaña de Sanford o la Londres Escuela de Económicas. Su experiencia de esa época, en la que todo había sido diversión y apenas había tenido que realizar esfuerzo alguno, contrastaba vivamente con la de la mayoría de los estudiantes universitarios japoneses no multimillonarios, quienes, incluso viviendo en casa de sus padres, en vez de esforzarse plenamente en los estudios, estaban casi obligados a pasarse el tiempo haciendo trabajos basura, a tiempo parcial, para costearse sus gastos de la época universitaria.



No era, por tanto, culpa del inglés del Sori el hecho de que, por unos momentos, Obama no estuviera entendiendo nada de lo que el Primer Ministro le decía. En realidad, lo que estaba ocurriendo es que al cerebro del presidente de los Estados le costaba arrancar más de lo habitual porque no estaba acostumbrado a despertarse borracho de repente de madrugada, después de que le hubieran pegado una paliza, tirado en la acera de una ciudad extranjera como un miserable pordiosero. Pero Obama Daitorio era un tipo inteligente y lúcido en cualquier estado. De hecho era sin duda el más inteligente de los líderes del mundo libre. Así que, antes de entender lo que le estaban diciendo, su mente había tejido por sí misma un certero mapa de lo que ocurría, y a partir de ese momento las palabras de Aso Soridaiji fueron haciéndose cada vez más inteligibles.



-Cerveza, necesito cerveza- le dijo a su vez Obama Daitorio a Aso en cuanto pudo hablar. Al parecer, el Primer Ministro de Japón también había huído de la Casa Blanca, cansado además de tantos formalismos, para evitar tener que hacer declaraciones ante la prensa acerca de cierto asunto doméstico turbio que le venía persiguiendo en las últimas semanas. Por casualidad, igual que Obama Daitorio, había acabado pasando por el Hotel... (INTRODUZCA AQUÍ EL NOMBRE DE SU ESTABLECIMIENTO HOTELERO. PARA CONSULTAR TARIFAS Y OFERTAS, PÓNGASE EN CONTACTO CON EL EDITOR DEL LIBRO), sin duda uno de los mejores hoteles de Valencia, donde había entablado conversación con el recepcionista nocturno, una especie de iluminado que hablaba inglés e incluso algo de japonés. Había pasado un rato agradable en la recepción de ese hotel, relajándose de paso de las obligaciones de su cargo y entablando conocimiento con los nativos de la ciudad. Pero lo más importante es que había conseguido chelas fresquitas, de manera que, ante la petición del presidente yanqui, elegantemente se había podido sacar dos hermosas latas de tenis del bolsillo de su chaqueta, dándole una al primer presidente negro.



-Me ha costados Dios y ayuda conseguirlas –explicó orgulloso Aso Sori-. Al parecer en casi toda España existe una extraña ley por la que no se pueden vender bebidas alochólicas a partir de las diez de la noche si no es en los bares. Así que he tenido que sobornar a base de bien a un chino para que me las consiguiera. Le he nombrado ministro de infraestructuras...



Casi antes de que Aso comenzara siquiera a pronunciar tales palabras, Obama Daitorio estaba ya disfrutando con deleite de la refrescante y hermosa chela que el destino le había reservado esta vez como desayuno, así que no había entendido o más bien no había escuchado la broma del Primer Ministro. Sumido en un cúmulo de pensamientos amargos, contemplaba en silencio el paisaje urbano que tenía a su frente, un hermoso bulevar con jardines y estatuas clásicas exageradamente iluminadas. A ambos lados de ese bulevar, por la calzada, el flujo de automóviles, aunque intermitente, no había llegado a detenerse en ningún momento de la noche. Pese a que eran las dos o las tres de la madrugada y casi todos los comercios se encontraban cerrados.



Pero no es eso lo que más le había llamado la atención de Valencia, sino la iluminación nocturna, un elemento que de por sí solo acentuaba el dolor de cabeza de Obama Daitorio. Estaban en bancarrota,y habían obligado a Bono a aorganizar un concierto y a la comunidad internacional a realizar un esfuerzo titánico para salvarles. Y aún así tenías que ponerte gafas de sol por la noche para que no te dolieran los ojos.



-Mi hermana vivió en España durante varios años –estaba explicando Aso Sori-. Es uno de los países de Europa en los que a la élite gasta menos dinero en mantener al populacho controlado. Pues el clima, el paisaje, la comida y la cultura son excelentes, y durante todo el año se suceden festivales, tradiciones y celebraciones variadas que apenas cuestan dinero al gobierno. Sólo con eso, más el discurso antiegipcio y el fútbol, se pueden permitir el gasto social más bajo de Europa occidental sin ninguna reacción hostil del pueblo en su contra.



“Lo cual, para tratarse de un país europeo sin duda está muy bien –continuó el político japonés-. Aunque por supuesto, lo nuestro es más barato. En vez de tener seguridad social gratuíta nos limitamos a un sistema de tiendas de conveniencia que venden alcohol fresquito 24 horas al día. No es igual de eficaz, por supuesto, pero también funciona bastante bien, y sobretodo es mucho más barato. Ah, me pregunto porque los a los políticos redactamos tantas leyes que no tienen ningún efecto, ni positivo ni negativo, sobre la vida de las personas. Me pregunto si será simplemente que necesitamos justificar nuestro trabajo.”



Aso seguía pronunciando su análisis político, inconexo pero profundo, con esa característica voz suya de mafioso italiano, de político curtido en mil batallas terribles. Obama escuchaba sin decir nada, mientras seguía disfrutando de su cerveza a base de tragos profundos y largos. Aunque se estaba quedando sorprendidísimo de la profundidad del análisis de Aso, a quien por discursos anteriores y encuentros previos había considerado hasta entonces un vacío conceptual o un cretino.



Pasaron unos turistas británicos borrachos sin camiseta por detrás de la parada de autobús donde los presidentes de las dos mayores economías del mundo estaban sentados celebrando su particular cumbre. Los hooligans estaban hablando en voz alta sobre política, casi gritando. Aso Soridaiji los miró por un momento sorprendido, casi indignado, como si la parte más tradicional y japonesa de su personalidad se estuviera imponiendo en esos momentos en su interior. Pero enseguida reparó en que lo que las palabras de esos hooligans eran muy parecidas a las que a él mismo le obligaban a decir en los mítines. Tuvo la tentación de reir físicamente, pero hacía ya siglos que no reía, excepto para sí mismo, y se había olvidado de hacerlo en público, debido a que carecía de una persona con la que poder reir a diario. Así que siguió hablando mientras miraba hacia al frente, pero sin tener del todo claro si estaba siendo o no escuchado



-Nosotros también aplicamos ese sistema, -continuó explicando. Y en estos momentos, el Sori se alegró de ver que Obama Daitorio ya le escuchaba e incluso se volvía para mirarle a la cara- y por eso hacemos un gran esfuerzo de promoción de los festivales tradicionales. Pero sobretodo, lo que nos ha mantenido casi 70 años en el poder ha sido el hecho de haber conseguido manter vivo el conflicto en Corea.



Obama Daitorio estaba ya totalmente enganchado al discurso del Sori. Con la chela había recuperado la lucidez, y se estaban generando en su interior ciertas expectativas. Y luego estaba el hecho curioso, pero interesantísimo, de haber encontrando a un líder mundial dispuesto a explicarle con franqueza los asuntos de su país. Por un momento pudo el Presidente de Estados Unidos dejar a un lado sus problemas propios, mientras Aso seguía y seguía:



“Sin embargo, partir de ahora lo vamos a tener más difícil, porque los japoneses viven cada vez peor, e incluso muchos de ellos verdaderamente mal. Y a nosotros ya no nos queda nada nuevo que darles.”



-¿Cuáles son las diferencias entre los partidos más votados de Japón.-le preguntó Obama Daitorio a Aso Sori, de repente, en ese momento, con verdadera curiosidad.



-En Japón, los tres partidos más votados en Japón son casi iguales. El liberal, el democrático liberal, y los budistas de centro derecha, que en realidad son paramilitares de extrema derecha camuflados. Yo a veces me olvido incluso de si pertenezco a los liberales o a los demócratas liberales, de tanto que nos parecemos y porque siempre votamos casi todo de la mano y además los nombres en japonés son un lío, se me dan realmente mal. Y aparte están los comunistas, el único de los partidos japoneses que sirve en realidad al pueblo. Yo siempre les voto, aunque ni siquiera mi familia lo sepa.



-Sí, los conozco. Me enviaron una carta hace poco.



-Los comunistas siempre han sido reprimidos en Japón –siguió Aso-. Cuando la gente se da cuenta de que el resto de los partidos les roban, siempre se quedan como única alternativa posible, aunque supongo que lo mismo que ocurre en el resto de los países. Yo he trabajado en muchas naciones, e incluso he sido traficante de diamantes en África, y me he dado cuenta de una cosa. La revolución está en el corazón de la gente y sólo puede ser detenida de tres maneras. O por la fuerza, o con subsidios y bienestar económico, o con manipulación mediática. Aunque, por supuesto, lo má frecuente es una una combinación de los tres.”



“En cuanto el PCJ se acerque lo más mínimo al poder, les acusaremos de colaborar con Corea del Norte y encarcelaremos a todos sus líderes. Será, por supuesto, un acto de una cobardía y un cinismo insoportable, pero nos las apañaremos para que el pueblo lo tolere. Por cierto, en la actualidad hay ayuntamientos de mi partido que, cuando se les presenta una persona del pueblo pidiéndoles ayuda por deudas o porque tienen serios problemas personales u económicos, envían directamente a esas persona a la sede del Partido Comunista. Es terrible, pero yo no tengo apenas poder para cambiar las cosas.“



Era una mañana húmeda y cálida en Valencia, una textura aceitosa de los alimentos fritos. Daitorio Obama había terminado su chela e hizo un gesto a Sori a darle otra. Al escuchar las explicaciones de que, dentro de las nuevas preguntas fueron surgiendo. Sin duda, el presidente japonés dio cuenta de que estaba pensando algo. Se había relajado tanto, a pesar de ser un político, que no hizo nada que ocultar. De repente se le preguntó:



-¿Qué opináis allá de Chávez? ¿A ti también te obligan a enfrentarte a él constantemente?



-Para nada –la respuesta de Obama causó sorpresa en su interlocutor-. De hecho, yo personalmente me llevo muy bien con él. En Japón hay un gran desconocimiento sobre América Latina y lo que pasa allí no afecta tanto. Por eso nos podemos permitir mantener relaciones meramente pragmáticas. Hugo es un hombre interesantísimo, que viene a Japón de vez en cuando, y cuando viene siempre hablamos mucho y nos lo pasamos muy bien. Sabe una barbaridad de béisbol.



Siguieron departiendo durante un rato, aunque casi siempre era el Sori el que decía algo y Obama Daitotorio se limitaba a escucharle con atención. Después de la segunda chela ya eran como amigos. Aso se sentía lo suficientemente confiado para atacarle políticamente, cosa que pilló desprevenido a O.



-Yo no puedo hacer nada. Tengo la vida ya solucionada aunque se trate de una completa mentira, y si intenara cambiar el estatus quo me matarían y lo harían pasar por suicidio.



“Nosotros estamos invirtiendo ingentes recursos en ahorro energético y en transporte limpio. Ya usamos auobuses urbanos que funcionan con el aceite de tempura usado que desechan en los restaurantes. Además tenemos el territorio lleno de bases vuestras y una constitución que escribisteis vosotros. Y por si fuera poco, en cualquier momento en que bajemos la guardia, puede que nos acabéis metiendo en una guerra absurda contra China. Y yo ya soy mayor y tengo el futuro de mi familia bien atado. Pero tú eres el Presidente de la nación más grande del mundo, deberías hacer algo.



Realmente el diálogo se terminó allí. Obama Daitorio no contestó, pues era tan obvio que el Sori tenía razón, y además, le habían dicho tantas veces lo mismo, que no hacía falta añadir nada a ese asunto. Es más, después de este comentario, Aso y Obama se quedaron callados, pensativos, durante varios minutos.



No cabía duda de que había subestimado a ese hombre. Si él tenía una respuesta escondida era difícil saberlo, pero lo único claro es que el presidente de los Estados no la tenía. Seguía estrujándose la cabeza, pero con la taja le costaba cada vez más pensar. Al final, decidió dejar de devanarse los sesos. Lo único que le apetecía era otra cerveza.



Aso lo había entendido todo mejor que Obama, y por lo tanto en su interior era mucho más optimista. Quizás por la experiencia, pues era décadas mayor que él. Irónicamente, necesitaba todavía tiempo. Era mejor darlo por finalizado por el momento:



-Realmente la situación es difícil –dijo Obama Daitorio al fin, reconociendo su derrota- Lo sé. Ahora mismo, reconozco que no tengo ni idea qué es lo que puedo hacer al respecto. Pero hay un Presidente con el que me encanta entrevistarle siempre que las cosas se ponen malas. No quería llegar a ese extremo, pero la situación tampoco me deja otra alternativa. Uno de los líderes mundiales con los que da gusto encontrarse en tiempo de crisis. Pues después de una entrevista con él uno se siente siempre seguro y aliviado, con el entendimiento claro y con absoluta capacidad para tomar cualquier decisión importante, por muy dura que resulte.



-Te refieres sin duda al presidente de España, Jose Luis Rodríguez Zapatero ¿verdad?



-Claro, ¿no te gustaría verle ahora mismo?



-Por supuesto, no sé que hacemos sentados en una parada de autobús, hablando de solucionar todos los problemas del mundo, cuando podríamos estar ahora mismo con él haciendo algo de verdad provechoso.



-Creo que estaba en Valencia estos días, negociando el tema de las deudas ¿Tienes su móvil?



-Sí, voy a llamarle.



Llamaron a Zapatero, y resultó que en efecto estaba alojado en un apartamento privado de lujo en el centro histórico, un apartamento que le había prestado un amigo para mantenerse alejado de los focos mientras duraran las negociaciones sonbre la deuda.



El presidente agradeció mucho la llamada y contestó a Aso que estaría encantado de recibirles. Así que, con ayuda del mapa que habían recibido en el hotel de Rusfa, emprendieron el camino a través de las callejuelas del centro de la ciudad hasta llegar a casa del Estadista. Durante la travesía estuvieron admirando de la belleza de la capital del Levante. Era increíble que una urbe que parecía tener tanta historia hubiera acabado vendiéndose al precio de chatarra oxidada.



Conforme se acercaban al lugar en el que se hallaba el presidente del gobierno, Obama Daitorio y Aso Soridaijin se encontraban cada vez más animados y esperanzados. Desde que estaban en el gobierno, sus encuentros con Zapatero siempre iban precedidos de una gran esperanza y acompañados de esa especie de excitación. Tenían la certeza de que el encuentro sería porvechoso y saldrían con las ideas claras. Al llegar al sitio indicado, les abrió el propio Estadista en persona, vestido con un batín hortera de color azul.



-Estoy realmente complacido –empezó a hablar ZP, sonriente- de que dos líderes internacionales de tanta talla y a la vez dos grandes demócratas como Primer Ministro Aso y Obama Daitorio tengan la amabilidad de visitarme pese a nuestras diferencias ideológicas...



Obama y Aso estaban de pie en medio del salón, contemplando concentrados al presidente español mientras se lanzaban miradas de soslayo entre ellos. Estaban como esperando a que fuera la otra persona la que se decidiera a empezar, y su actitud recordaba a la de dos niños a punto de hacer una gamberrada. Pero pasaban los segundos y ninguno de los dos se decidía.



Hasta que al fin, como no veía a Obama Daitorio muy seguro de sí mismo, fue Aso Soridaijin el que tomó la resolución de actuar. Así que dio un paso adelante hacia el presidente español y sin vacilar le propinó un fortísimo puñetazo en la cara. ZP se fue al suelo, pero se levantó a los pocos segundos y siguió hablando a sus huéspedes como si nada:



-Desde mi talante democrático, y desde mi respeto profundo a tus convicciones ideológicas,me gustaría advertirte humildemente que al golpearme la cara de lado te has debido de hacer bastante daño en los nudillos, por lo que a partir de ahora te recomiendo pegar siempre de frente y secamente para que sea yo sólo el que se haga daño, y así poder seguir nuestra misión como jefes de estados que se comprometen con la paz y con la alianza entre las distintas civilizaciones.



Después de esa soberana tontería, a Obama Daitorio no le costó nada pegarle un guantazo, y lo hizo de lado y con bastante rabia, cosa que hizo reir al presidente japonés. “A que te sientes mejor “–dijo éste, mientras ZP se disculpaba por no haberles ofrecido nada de beber y se dirigía a la nevera para traerles algo-.”En efecto, no hay nada mejor que una reunión con un gran líder como el Presidente español para relajarse, liberar tensiones y volver a visualizar con claridad el complicado panoráma político internaional“–contestó Obama Daitorio, riéndose a su vez.



A partir de ese momento, el presidente japonés y el de América del Norte excepto Canadá, se alternaron con ritmo sabrosón en su labor de golpear a Zapatero, quien se mostraba al parecer complacido por la atención recibida pese a que su rostro empezaba a estar bañado en sangre. A veces le pegaban por separado, otras a la vez desde ambos flancos. A veces de un sólo gol`pes con el que intentaban tirarlo al suelo. Otras veces con series de golpepes más rápidos. A veces también patadas y cabezazos. ZP no dejaba nunca de sonreirles a los dos.



La escena se prolongó durante varios minutos, casi media hora, aunque llego un momento en que el Presidente español había dejado totalmentede sonreír y, puesto que su rostro mostraba una desagradable mueca de dolor, parecía que cada vez le iba a costar más aguantar los golpes de los otros dos estadistas. Pero ZP no iba a darse por vencido en ese momento. Sabía que tenía que seguir esforzándose en aras de la concordia y de la alianza de civilizaciones. Los dos mandatarios seguían y seguían dándole, sin manifestar síntoma alguno de cansancio.



Hasta que en un momento dado uno de los golpes debió de romper alguna pieza importante dentro del Presidente español y la actitud de éste cambió súbitamente. Pues ahora ZP había empezado a hablar de repente, sin ton, a todo volumen, sin detenerse ni escuchar a nadie, como si se hubiera convertido una radio vieja que se pusiera en marcha sola. El contenido de lo que decía ahora carecía totalmente de sentido y resultaba completamente fuera de contexto, mezclando a toda velocidad y sin motivo discursos que ya eran de por sí absurdos. Obama Daitorio y Aso Soridaujin lo comprendieron de inmediato: se habían pasado. Al final habían roto al Presidente de la Monarquía Bananera.



Sus aseveraciones de que pronto España iba a alcanzar el pleno empleo, cuando en esos momentos la tasa de paro en España era casi del veinte por ciento, la más alta entre los países autodenomidados “desarrollados”; sus insultos al PP acusándoles de todos los males de España, pese a que llevaba ya 5 años en el gobierno; su compromiso con la paz y los trabajadores, a los que afirmaba no iba a fallar; su afirmación de que el sistema bancario español era de los más sólido y de que no existía crisis sino una leve desaceleración; todos esos comentarios absurdos pronunciados robóticamente sin orden ni concierto, sin que nadie le hubiera preguntado nada, parecían sacar cada vez más de quicio a los presidentes de Japón y Estados, por mucho que éstos no entendieran apenas castellano.



Ocurría, además, que conforme le golpeaban con más violencia aumentaba también la velocidad y el volumen del soliloquio de Zapatero, lo que hacía que los dos líderes se enfadaran más aún y se reanudara así, indefinidamente, el mismo círculo vicioso.



Llego un momento en que a Obama Daitorio y a Aso Sori les dolían ya los nudillos de tanto pegar, mientras que Zapatero estaba totalmente fuera de control, ya convertido en una monstruosa máquina de gritar tonterías ininterrumpidamente a una velocidad infernal.



Y de repente, la rabia de Obama Daitorio se diluyó al darse cuenta de que ni siquiera machacando a aquel pobre loco era capaz de quitarse la frustración que sentía. Se sintió triste y empezó a odiar a Zapatero por simple superioridad, como si le asqueara el mero hecho de que existiera alguien aún más infeliz que él mismo.



Aso Sori también se había cansado de golpear. Aunque en realidad, sólo estaba allí para hacer reflexionar a Obama. Nadie sospechaba de qué lado estaba en realidad Aso, político proviniente de una de las familias más importantes de Japón, una familia que había dado al país varias decenas de ministros y unos cuantos primeros ministros. Todos creían que era un simple paleto ultraderechista más, ese aficionado al manga que siempre se equivocaba con los kanjis, uno de los políticos más odiados por su pueblo desde que Japón parecía una democracia.



Se fueron del apartamento tapándose los oídos. Pues ensangretado, tirado en el suelo como un muñeco roto, Zapatero continuaba con sus discursos absurdos e inconexos que nadie le había pedido y que nadie estaba escuchando. Acababan de salir a la calle, pero todavía se le oía.