domingo, 3 de enero de 2010

LA COMUNITAT, LA PEOR NOVELA DE LA HISTORIA, POR PACO CAMPOS. CAPÍTULO CUARTO

(Esta novela consta aproximadamente de diez capítulos. Para leerla desde el principio, pincha aquí.)



Llegado a este punto, para poder explicar mejor la historia que estamos contando, debemos abandonar por un momento el relato de las aventuras de Anakin Peris y centrarnos en la narrración de ciertos hechos claves de la política mundial contemporánea. Unos hechos que, de paso, nos resultarán de gran ayuda a la hora de entender la actualidad nacional e internacional en estos tiempos extraños que corren. Hay decir, de todas formas, que nuestro héroe se encontraba por aquel entonces totalmente desaparecido del mapa y que la mayoría de sus valedores, incluyendo a Unidad, al Chino Muerto, o al Conde Barto Bano, estuvieron varios años sin recibir noticias suyas.




Era el gran momento de gloria para tres mercenarios de cuello blanco que trabajaban para algunas de las organizaciones delictivas más grandes y peligrosas del planeta. Era una taja especial, protagonizada por tres amigotes de bar que habían llegado a presidente, pese a no tener ninguna visión política, gracias a sus contactos en la finanzas, en los negocios, y en la industria armamentística. Era el fin de semana de la taja de las Azores, un día funesto para la humanidad entera, con el Imbécil, el Embustero y el Fühercito, como protagonistas especiales.



Para el Imbécil, no era un momento especialmente importante desde el punto de vista histórico.Se trataba simplemente de un fin de semana emborrachándose con un par de tipos que le caían cada vez mejor. Lo cual era un plan indudablemente muy superior al de pasarse todo el finde sin salir de su estrecho apartarancho, en un suburbio de mala muerte de Tejas, con Laura y con las niñas. Todas confabulando para que no se doblara y para que hiciera una política exterior no especialmente orientada a tener que matar siempre a alguien para robarle algo.



Ay, qué sabrían ellas de política. La política era un mundo duro y complicado, para hombres valientes a quienes no les temblara el pulso. Menos mal que tenía al Premio Nobel de la Paz para orientarle en su camino y ayudarle en su lucha contra el Apocalipsis; su importante batalla para proteger a la humanidad de las fuerzas islamo-comunistas-nazis que querían destruir América y a sus aliados.



Aunque era bastante pesado, el Premio Nobel de la Paz. Le presionaba constantemente para que firmara órdenes de tortura, y empujara la causa del fascismo en Venezuela y Oriente Medio. Para evitar que los islamistas, que ya se extendían incluso por Latinoamérica gracias a ese gorila malvado, destruyeran también a los Estados Unidos. Y además, la lucha contra el Terrorismo era buena para la economía, para el empleo, para los bancos, para Wall Street, para General Motors, para América, para el Mundo Libre.



Pero ¡Ay! No tenía que ser tan duro con el Premio Nobel de la Paz. En realidad, éste no hacía sino abrirle los ojos. Aunque era el líder de la mejor nación del mundo con diferencia, nación que además había sido fundada con el noble objetivo de salvar a occidente de la hordas chavistas, carecía de tiempo para verlo todo, pues ni siquiera él mismo, comandante en jefe, podía estar en todas partes a la vez. Y además, como todo americano que se preciara, tenía derecho a tajarse y a ver partidos de béisbol, ¿no? Estaba escrito en la Constitución, en alguna de sus enmiendas.



Así que, si bien el premio Premio Nóbel de la Paz era buena persona, y un apoyo imprescindible en su tarea como presidente y dueño del universo, la realidad era que de vez en cuando no estaba mal quitárselo de encima y tajarse con los colegas. Le hacía trabajar demasiado duro, el Premio Nóbel de la Paz. Había demasiados niños terroristas palestinos a quienes eliminar selectivamente, con bombas inteligentes, y tecnología de última generación.



Y además, sus nuevos colegas eran gente genial, tipos con los que daba gusto encerrarse todo el fin de semana en un chalet de una isla del Atlántico a ver películas de acción y a tajarse haciendo como que deliberaban sobre temas importantes.



Ese Fühersito que decía que corría los 100 metros más rápido que Carl Lewis. Qué soberbio ese españolito. Qué gracioso. Pero en el fondo buena persona, anticastrista de pro; le había dicho que cumpliría absolutamente con lo que le pidiera, y que juntos conseguirían curar Oriente Medio y reconquistar Latinoamérica, utilizando el petróleo de los árabes en actividades para el fomento de la democracia.



El Führersito. Otro brillante estadista que aspiraba a pasar a la historia como un líder de la talla de Wiston Churchill. Tenía un plan secreto para presentar a los otros dos grandes internacionales líderes en esa reunión, así como unas botellas de vino de España de máxima calidad, para bebérselas con ellos y demostrarles así que España era un país “de máxima calidad”, un país de primera división.



De hecho, y dado que uno de sus hobbies era conducir borracho, quisiera haber bebido un poco de vino antes de venir y luego conducir él mismo el vehículo oficial hasta Madeira. Pero sus asesores habían insistido en que Madeira era una isla y no se podía ir en coche.



Qué pesados, como se atrevían sus asesores a decirle lo que era una isla y lo que no. A él, que ya había ido a Perejil porque le había dado la gana.



No sabían quién era él, el azote de los comunistas, el Fhürercito, el Pequeño Franco, descendiente de Pelayo y de los Conquistadores que fueron a civilizar América y hacer el bien en el nuevo continente. Aanimados por motivos totalmente altruistas y benévolos, igual que los de el PP, Repsol, el Mundo, Telefónica y el País en Venezuela.



Las Azores estaban en Portugal, lugar al que de toda la vida se había ido en coche desde España.



Ah, España, cada vez que escuchaba ese nombre se le ponían los pelos de punta de emoción. Que gran nación. Éramos los mejores en fútbol, valga como ejemplo ese gran Real Madrid de la sexta. E íbamos a entrar en el G8.



Pero en fin, quizás por una vez tenían razón. Era mejor no tajarse demasiado conduciendo. Si se enteraban los rojos, su índice de popularidad se podría ver afectado. Utilizaría el avión oficial. A lo mejor podía quedar con Antonio para ir juntos y así empezar a tajarse ya con él en pleno vuelo.



Antonio, alias “El Embustero”. De los tres, era el único al que le daba igual el contenido de la reunión. Se la traía absolutamente sin cuidado, porque a diferencia de los otros dos colegas, que eran fanáticos iluminados, Antonio carecía totalmente de ideología.



A Antonio le daba igual la política. Simplemente era un tipo con un talento fuera de lo común para decir mentiras. De joven se dedicaba a mentir sistemáticamente y sin motivo a su familia, amigos y profesores, y sobretodo a su novia. Era capaz de inventar rápidamente una mentira para escapar con éxito de cualquier situación, por difícil que fuera; aunque poco a poco le había cogido el gusto y ya no mentía por engañar a lo demás, sino simplemente por superarse a sí mismo y por puro placer.



Antonio era una de esas personas afortunadas que podía permitirse el lujo de trabajar haciendo lo que más le gustaba hacer, pues, cuando estaba en la universidad, las Fuerzas del Mal se habían fijado en él y lo habían contratado para ejercer esa virtud mediante la cual había demostrado un talento fuera de serie. Desde entonces, lo empezaron a preparar para que en el futuro desempeñara el puesto de presidente de su país, el peor país del mundo. Puesto desde el cual se dedicaría a engañar a toda la opinión pública mundial intoxicándola con cuaquier tipo de mentiras que le conviniera decir en cada momento a la élite financiera.



Era tal su talento para mentir que las grandes empresas, los lobbies del libre mercado y los gobiernos occidentales tenían ocupada continuamente su agenda cualquier día del año, de manera que su vida como presidente se había convertido en una sucesión de anuncios publicitarios consecutivos en favor de los intereses del imperialismo mundial. Se pasaba el día llendo a los programas de televisión, a los foros internacionales, a las plazas de los pueblos, a las ferias, a decir mentiras sobre la economía mundial, el estado de las finanzas mundiales o la situación en Oriente Medio.



Cualquier patraña que hubiera que soltar y que nadie se atrevía a mencionar en público, se le encargaba siempre a Antonio el Mentiroso. Que había que decir que había armas de destrucción masiva en Iraq, que Chávez era un dictador, que Cuba era uno de los países en los que menos se respetaban los derechos humanos, que el libre mercado era lo mejor para la economía; para eso había sido contratado el Embustero como presidente de su país, para repetir ese tipo de patrañas un millón de veces si hacía falta.



A veces, Antonio, en su fuero interno, se preguntaba si todo eso tenía sentido, engañar a la humanidad entera y a los ciudadanos que le habían elegido para gobernar Inglaterra con toda la buena voluntad del mundo. Pero no tenía otra alternativa. Su mujer estaba enamorada del lujo. Le encantaban las antigüedades y también el arte moderno. Se pasaba la vida organizando grandes fiestas a las que acudía la nata londinense y todos los snobs y progres. Todo eso costaba cada vez más dinero, y si paraba de mentir, el tren también se detendría y podría acabar mal, muy mal, tirado en cualquier cuneta de los Cotswolds.



Además, no tenía ningñún talento, ni sabía hacer ninguna otra cosa, a parte, por supuesto, de su habilidad especial. Desde hace años, tenía siempre a su alrededor un montón de lacayos alrdededor pagados por el FMI, el Departamento de Estado de Estados Unidos y una empresa de refrescos. Todos esos tipos llevaban varios décadas haciéndolo todo por él y no le dejaban hacer nada,así que había acabado volviéndose un inútil incapaz de ejecutar por sí mismo ni la más sencilla operación manual.



No había remedio, así había acabado igual que esos dos bobos que con el tiempo, como desde hace décadas no se relacionaba ya con naturalidad con nadie, se habían convertido en sus únicos amigos.



Acaba de comenzar la reunión en el que los tres grandes estadísticas iban a decidir cómo comunicar la invasión a Iraq que sus superiores tenían decidida de antemano desde hace tiempo tiempo. Pero, al parecer, el Fhürersito tenía otro plan, un plan secreto del que se sentía orgulloso.



-Invadamos Egipto, en lugar de Iraq -había afirmado, medio tajado y con los pies encima de la mesa. Al Embustero le daba igual, cualquier cosa le parecía perfecta, mientras siguiera cobrando. Pero era el Imbécil el que no lo veía claro:



-No puede ser. Egipto es un aliado a quién vendemos cada año toda la chatarra militar que nos sobra, y además nos dejan utilizar sus cárceles para torturar a “sospechosos” de terrorismo, y también podemos cometer atentados allí de vez en cuando y culpar a los islamistas, para que los liberales aquí no nos den tanto la paliza con sus sutilezas de respeto a los derechos humanos.



-Ya lo sé –insistía el Fhürersito-, pero todo el mundo se cree que vamos a atacar Iraq, así que si atacamos Egipto no se darán cuenta.



-¿Y qué sacamos de todo eso? –se preguntaba el Embustero- si Egipto no tiene petróleo, ni nada que sustraer.



-Ahí está la clave –argumentaba el Petit Franco con orgullo-. Les robamos el agua del Nilo. He leído que las guerras del futuro serán por causa del agua. Hacemos un transvase del río Nilo al río Júcar, en la Comunidad Valenciana. Lo construirán empresas norteamericanas, que se beneficiarán de contratos públicos por valor de millones de dólares. Con el agua del Nilo desarrollaremos la especulación urbanística en la Comunitat, y con un amigo mío llamado Zaplanator construiremos rascacielos, el teleférico más grande del mundo, el campo de golf más grande del mundo, y si quieres, campos de béisbol también.



-Es un plan nada desdeñable –dijo al final Arbusto, tras varios segundos pensativo-, cuya perfecta fundamentación ilumina el espíritu con la claridad irrefutable de las divinas matemáticas.



“Mas quiero atacar Iraq. No atacar ahora sería un gran error que muchas generaciones sufrirían. Si no hacemos nada, el chavismo se extenderá por Oriente Medio. Ya fracasamos con el golpe en Venezuela. Nos estamos gastando un montón de dinero en comprar a ONG`s de todo tipo para que se inventen violaciones de los Derechos Humanos en ese país; en apoyar a grupos terroristas; en poner todo tipo de trabas al desarrollo de esa nación. Y aún así no estamos consiguiendo resultados. Ese tipo está dando mal ejemplo y no quiero nada parecido en ningún estado árabe, así que tengo que sumir la zona en el caos”



“La economía de Venezuela no hace más que crecer año tras año. El pueblo apoya a Chávez y lo confirma una y otra vez en elecciones libres con observadores internacionales imparciales. El premio Nobel de la Paz me ha explicado que si el ejemplo empezara a cundir en todo el mundo, podríamos acabar los tres siendo juzgados por crímenes contra la Humanidad. No podemos permitir que en Oriente Medio surja otra Venezuela. Así que atacaremos Iraq. Y después de Iraq, iremos a por Irán y Egipto.”



-Sí, excelencia, haré siempre lo que usted me ordene. –contesto al fin el Presidente español. Y el destino de Irak quedó irrevocablemente decidido en aquel momento.



Así que a partir de ese instante, la cosa se reducía a una taja como cualquier otra, una de tantas en la que se aparentaría estar deliberando cosas importantes cuando en realidad estaba todo decidido de antemano. Pero en ese momento ocurrió algo inesperado. Un hecho de gran trascendencia que a punto estuvo de cambiar el camino de la historia, pero que al final, como todas la grandes noticias del mundo, pasó desapercibido, sin que ningún periódico ni telediario en todo el planeta se hiciera eco.



Algo que ninguno de ellos hubiera imaginado que pudiera pasar jamás aconteció en aquel instante. Pese a que contaban seguramente con el mejor equipo de de seguridad del mundo, la puerta del salón donde estaban reunidos los tres estadistas de talla internacional se abrió de repente, sin que nadie lo hubiera solicitado, y entró la sala un individuo desconocido que no estaba autorizado en aquella reunión. Y por si fuera poco, el tipo estaba armado con un revolver y en esos momentos apuntaba directamente a Jorge a la cabeza.



-No va a haber invasión a Iraq –les dijo el misterioso hombre, cuyos ojos claros resplandecían con un extraño brillo y cuya expresión facial, pese a su juventud, revelaba una seguridad casi absoluta. A los tres grandes líderes les había bajado toda la taja de repente.



-Pero antes de que os explique cuáles van a ser vuestras políticas a partir de ahora, permitidme advertiros que es mejor que no intentéis nada raro –seguía explicando el inquietante joven, que hablaba con toda seguridad y consciencia de lo que estaba haciendo, sin aparentar ningún tipò de apremio o nervisosismo-. Además, no serviría de nada, pues tengo encerrados a los guardias y a todo el personal. Y si ello, no resula suficiente, sabed que soy un fanático peligroso, islamista radical y catalanista, y que simpatizo con ETA y con Zapatero. Y también soy chavista acérrimo, amigo de Corea del Norte, activista antiglobalización, partidario del control democrático y estatal sobre la economía... De manera que, como hombre malvado y terrible, a la mínima provocación, apretaré el gatillo sin dudarlo (...)”



No había sido difícil introducirse en el edificio y reducir a los guardias. Desde el ataque terrorista, la estancia en la ciudad de los Muertos y la salida de Egipto aquella noche de final de los noventa, se había ido acostumbrado a convivir con la muerte y a que ésta le siguiera los pasos allá a donde fuera. Entrando y saliendo de países que le eran totalmente hostiles, sorteando controles y medidas de seguridad que a cualquiera le habrían parecido infranqueables, y con varios de los mejores asesinos a sueldo del mundo pisándole continuamente los talones. Pero utilizando sabiamente las habilidades de pordiosero que había aprendido de Unidad y que luego había desarrollado por su cuenta en Egipto, todo eso, y cosas aún muchísimo más difíciles, resultaban pan comido para alguien con tantas midiclorias en su interior como el joven Anakin Sorel Skywalker Peris.



Durante los últimos años, había estado trabajando duro para encontrar a su esposa y para conseguir que los responsables de su desaparición fueran juzgados. Era un objetio titánico, pues para ello se requería cambiar de arriba a abajo el equilibrio de poder mundial y la situación geoestratégica del planeta. Pero afortunadamente no se encontraba sólo en tan difícil empresa.



Durante su estancia en la franja de Gaza, Anakin había entrado en contacto con un grupo de personas valientes de diversas nacionalidades que se jugaban día a día su propia vida, y también la de sus seres más queridos, para evitar el exterminio del pueblo palestino y el avance del capitalismo brutal en Oriente Medio y en el resto de la Tierra. Esas personas eran conocidas como “Los Caballeros Jedi del eje del Bien Progresista Bolivariano y Propalestino”, opuestos a “Los Premios Nobel de la Paz”, que pese a lo que pueda hacer creer su nombre formaban parte desde el principio del bando de los malos.



Cuando Skywalker empezó a luchar en Tierra Santa,las circunstancias eran verdaderamente desesperantes, con los palestinos matándose entre ellos de una manera que recordaba a la película “Battle Royale”de Takeshi Kitano. Sin embargo, como cualquier cosa que ocurriera en esa zona tenía implicaciones en el resto del planeta y viceversa, Anakin se había visto arrastrado a batallas que se desarrollaban a lo largo y ancho del globo, desde las montañas de Pakistan hasta las junglas de Colombia, y en muchas de ellas había tenido un éxito mayor del que sería de esperar teniendo en cuenta tanto la inferioridad de medios con las que contaba como, por otra parte, el enemigo poderosísimo y casi omnipresente al que se enfrentaba.



En esa época de intrigas y espionaje en las catacumbas del Imperio, Skywalker se había ido representando mediante informaciones de primera mano los mecanismos concretos mediante los cuales la Élite Imperial había conseguido imponer la dictadura del libre mercado y del pensamiento único en una gran parte del planeta, diluyendo las ansias de un mundo más justo que moran en el corazón de casi todas las personas de bien de la Tierra y convirtiendo a una gran parte de la humanidad en meras piezas de un mecanismo de dominación minuciosamente planificado por unas mentes tan inteligentes como sanguinarias. Más que una técnica en concreto, para manejar a los gobiernos y a la población utilizaban una amalgama de estratagemas que iban desde las aparentemente inofensivas, como la mera manipulación de la opinión pública mediante los medios de comunicación, hasta otras más explícitamente brutales, como los golpes de estado, los actos terroristas y las ocupaciones militares.



Los peones encargados de poner en práctica en todo el mundo los planes de la élite finaciera anglosajona y sionista –y en concreto de las dos personas ms poderosas del planeta:”El Multimillonario Máximo” y su mano derecha, “El Principe de las Tinieblas”-, eran los denominados “Premios Nobel de la Paz”.”Premios Nobel de la Paz” no era, por supuesto, la definición oficial de estas personas, sino simplemente la manera burlona con la que sus adversarios del eje del bien se referían en ellos. En realidad sólo algunos de los ”Premios Nobel de la Paz” contaban con ese premio, existiendo también indiviudos perfectamente normales que lo tenían y que no pertenecian al grupo. Pero en lo que se refiere a los poseedores del galardón que sí que formaban parte de ese abyecto cónclave de sicarios del Imperio, a todos se les había entregado inmerecidamente con el objetivo de distraer a los ciudadanos de sus respectivos países sobre la naturaleza de sus verdaderas intenciones y conductas.



Esos premios Nobel de la Paz malvados estaban al frente de un sinfin de organizaciones culturales, filantrópicas y humanitarias, y ocupaban siempre los puestos más altos de la sociedad; pero no precisamente por sus méritos, sino en representación de las élites que lo dominaban todo. Eran respetados prácticamente por toda la opinión pública mundial, que tenía de ellos una imagen de benefactores, de amigos de la concordia y de las artes y de hombres de bien, cuando a lo que se dedicaban en realidad era a luchar en secreto en contra del entendimiento y de la prosperidad mundial y a favor de las multinacionales,de los bancos y los fabricantes de armas; a conspirar para derribar gobiernos elegidos democráticamente; a realizar ataques terroristas allá donde éstos sirvieran a los intereses de la banca sionista, anglosajona y japonesa; a organizar revoluciones de colores; a practicar los asesinatos selectivos; a manipular a la sociedad para que apoyara guerras; a inventarse abusos contra los derechos humanos en las naciones cuyos gobiernos no se plegaban a las reglas del FMI y la OTAN;a engañar sistemáticamente a la opinión pública; a difamar a líderes que habían hecho tanto en favor de la humanidad como Fidel Castro; a cambiar las reglas del comercio mundial para que éstas beneficiaran a las grandes empresas y arruinaran al pueblo, y una larguísima lista de atrocidades que no tenía fin y que daría para escribir no un libro, sino una biblioteca entera.



Cada Premio Nobel de la Paz estaba por lo general al frente de un área geográfica mundial, manejando sus redes de poder para controlar a la población y a los gobiernos de esa parte del planeta. Tenían a su servicio a todo un conglomerado de grupos de presión que variaba según las circustancias de cada zona, pero que típicamente solía incluir alguna banda armada, medios de comunicación poderosísimos,instituciones culturales y científicas tapadera, lobbies empresariales, un auténtico ejercito de becarios, fundaciones, ONG´s y, por supuesto, los que nunca podía faltar, partidos y dirigentes políticos. Entre estos últimos se contaban, cómo no, a los presidentes del gobierno y de las más poderosas instituciones internacionales, todos los cuales eran cooptados mucho antes de llegar al poder y despúes promocionados por los poderosos aparatos mediáticos con los que contaba el sistema para que le impusieran al pueblo la agenda de las élites sionistas anglosajonas y de los malvadps señores conocidos en la jerga como Printi (Principe de las Tinieblas) y Emamens (Multimillonario Máximo).



Por ejemplo, el tipo que estaba a cargo de las fuerzas del mal en Asia contaba efectivamene con el premio Nobel de la Paz en su haber, lo que probablemente respondía tanto al objetivo de conferirle prestigio por su importancia estratégica desestabilizadora contra China, como a la necesidad de ocultar su pasado como responsable de una de las teocracias más salvajes e inhumanas del mundo cuando estuvo en el gobierno de su país de origen. Pese a su fenomenal historia de vulneración de los Derechos Humanos,este talentoso engañaprogres contaba del apoyo mediático de todos los medios de comunicación de Occidente, de la amistad personal de algunos de los actores más guapos y famosos y de la veneración de varios presidentes del gobierno de todo el mundo.



Con un complejo entramado de fundaciones, instituciones religiosas, ONG´s falsas,e incluso grupos paramilitares armados y entrenados por el Pentágono para ayudarle a llevar a cabo sus diábolicos fines, una de sus misiones principales era la de desestabilizar a China y a cualquier otra nación de la zona que no aceptara relaciones de vasallaje con el capial financiero internacional. Para ello se dedicaba a instigar revueltas violentas, o bien se inventaba o provocaba vulneraciones de los derechos humanos allí donde iba conveniendo en cada momento.



El segundo objetivo, para el cual también recibía financiación más que abundante a través de oenegés tapaderas y de falsas fundaciones para la democracia, era extender por Asia la forma de vida americana y las ideas a favor del libre mercado y de la democracia liberal. Toda esa propaganda, que no iba destinada sino a favorecer los intereses de las multinacionales japonesas y americanas que le pagaban en última instancia, iba camuflada bajo una supuesta defensa altruista de la libertad religiosa y de la autonomía de los supuestos pueblos oprimidos, de la tolerancia y de la no violencia, de la democracia y el progreso; en definitiva de todos los cuentos creados expresamente para que los progres del mundo no durmieran tranquilos aunque se atiborraran a fumar porros.



En Oriente Medio, el representante de la Élite era uno de los peores terroristas de la historia, y posiblemente el hecho de serlo constituía la razón por lo cual él también había recibido el Premio. En este caso la excusa oficial era el haber conducido un proceso de paz con Palestina, aunque que en realidad ese proceso era puro teatro, desde el principio sin otro objetivo que el de ganar tiempo para fabricar más asentamientos y para seguir estarvando a los palestinitos hasta hacerlos huir de sus propias casas. La de los israelíes, por cierto, tenía el triste récord de ser la única nación del mundo que incumplía sistemáticamente todos los tratados, acuerdos, convenios o pactos que firmaba, sea cual fuera la naturaleza de éstos.



La persona en cuestión, además de ser el responsable máximo de salvaguardar los intereses de Israel y de los países que le apoyaban en la zona, tenía como misión aplastar por cualquier medio toda forma de oposición a la ocupación de Palestina que pudiera surgir, no sólo Oriente Próximo, sino en cualquier lugar del mundo, ya fuera esta oposición militar o civil; legal o política; pacífica o violenta.



Para cumplir con éxito con la misión descrita en el párrafo anterior, este individuo contaba con el control absoluto de los servicios secretos de su país, que a la vez estaban infiltrados en casi todos los gobiernos del mundo, empezando por el norteamericano. De entre las tareas cotidianas típicas que alguien con una responsabilidad de esta clase acabaría haciendo un sábado por la mañana cualquiera, despúes de haber cancelado la excursión de ese día con la enfadada mujer y los niños, diciéndoles que tenía que quedarse a trabajar en la oficina para realizar unos aburridos trabajos rutinarios pendientes, estaba la de financiar y planificar una infinidad de actos teroristas -no sólo en Oriente Medio, pues los sionistas tenían la costumbre de meterse sin haber sido invitados en cualquier escenario bélico del mundo-, así como asesinatos selectivos, bombardeos de áreas civiles, masacres indiscriminadas, asesinato de adolescentes y torturas de toda índole.



Además, bajo la supervisión de esta bestia sanguinaria y de sus compinches, se realizaban continuamente experimentos que utilizaban a la población palestina como cobaya de las grandes empresas de seguridad, armas, espionaje, etc. de Occidente. Pues habiendo convertido los territorios ocupados en una gran cárcel, gastaban una cantidad ingente de recursos en probar allí nuevas formas de control de la población,así como los más avanzados sistemas de seguridad y de videovigilancia, y si todas esas técnicas y sistemas daban éxito, se aplicaban en Norteamérica y en todos los países con gobiernos democráticos para reprimir o eliminar con mayor facilidad disidentes y adversarios políticos y echar luego la culpa de todo a Fidel Castro.



Curiosamente, en América Latina había un escritor al frente. Una persona con un extraordinario talento literario, probablemente el segundo mejor escritor en castellano con vida, pero individuo de una calidad humana lamentable, un tipo que no practicaba ninguna forma de esparcimiento normal, como ir a pescar, la natación, el pachinko, la economía, el cine, o coleccionar sellos, sino que entre sus mayores aficiones estaba la de apoyar a grupos violentos de extrema derecha para que derrocaran a tantos presidentes democráticamente electos como fuera posible. Si no se le había concedido todavía el Nobel de Literatura, cosa que sorprendía a propios y extraños, era quizás porque gozaba ya de un enorme prestigio entre la opinión pública española y de América Latina, y por lo tanto no hacía falta gastar un Premio con tanto prestigio con alguien de sus características.



Este escritor recibía, como es natural, la correspondiente financiación de las todas grandes multinacionales españolas y norteamericanas con presencia en América Latina. Pues su misión misión en el fondo se reducía a defender los intereses de esas empresas, coordinando la acción mediática y paramilitar contra los gobiernos nacionalistas de la zona, y en general contra toda persona que defendiera la utilización de los recursos de sus países para beneficiar no a las multinacionales sino al pueblo latinoamericano en general.



En Oceanía dominaba cierto magnate de la comunicación que poseía una de las mayores fortunas del planeta y un imperio mediático cuya influencia se extendía por todo el orbe. Tan grande era su poder que varios presidentes de algunas de las naciones más ricas del mundo eran simples empleados rasos suyos.



En África, varias casas reales de pequeños países europeos ejercían el control principalmente a través de las multinacionales petroleras de las que eran dueños o accionistas mayoritarios. Pues tal era el caos en esa parte del planeta que las grandes empresas occidentales dominaban el continente como si de un coto privado de caza de seres humanos se tratara. Es por eso que para conservar el poder no tenían que esforzarse demasiado, si bien en esta zona la conocida táctica de crear conflictos bélicos y apoyar secretamente a las dos partes en litigio se utilizaba con una frecuencia muy superior a lo que era habitual en otros sitios.



En Europa y en los Estados no tenían a ningún responsable especial. No les hacía falta, pues los miembros de las familias más poderosas del mundo y de la realeza tenían perfectamente atados sus respectivos países mediante ayudantes directos situados estratégicamente en la cúspide de las diferentes jerarquías nacionales. Sin embargo, todos estos torturadores y psicópatas que dirigían el rumbo del capitalismo mundial y de todos los países que se hallaban sujetos a su yugo, eran a su vez coordinados y manejados por el peor torturador y psicópata del mundo, el jefe de todos los torturadores y de los psicópatas del mundo. El jefe del Presidente de los Estados Unidos, el jefe del FMI, el jefe del Banco Central, del grupo PRISA, de la OTAN. El Príncipe de las Tinieblas.



El Príncipe de las Tinieblas era la única persona del mundo que podía entrar y salir a su antojo del gobierno norteamericano y que podía colocar a sus personas de confianza tanto en ese gobierno como en cualquiera de las grandes empresas e instituciones internacionales cuando le viniera en gana. Por su voluntad de poder, habían sido asesinados cientos de miles de tipos normales en todos los países: padres, primos, estudiantes, jubilados, sindicalistas, maestros, niños, viejas, pastores de cabras, etc. Y aunque este hombre perverso no respondía ante ningún tribunal internacional, y de hecho muchos parlamentos nacionales habían cambiado las leyes del país expresamente para que el Printi no fuera detenido en su territorio, había todavía una persona por encima suya en la pirámide macabra del capitalismo, la persona para la que trabajaba y la única del mundo ante la que estaba obligado a responder. Se trataba de el Multimillonario Máximo.



El Multimillonario Máximo ya debería de tener de tener por lo menos cien años y pico. Sus detractores afirmaban que se debería haber muerto hace tiempo y que si no lo había hecho ya es porque recibía tratamientos especiales de los mejores médicos de Estados Unidos. También decían que de hecho estaba financiando desesperadamente todo tipo de investigaciones para descubrir la manera de que el ser humano no muriera de viejo, lo cual con suerte le permitiría también burlar su propia muerte. Pero lo que sí que era cierto es que el tipo en cuestión poseía la mayor fortuna del planeta y la utilizaba sin escrúpulos de ningún tipo para dar rienda suelta su descomunales delirios de grandeza y a sus extravagantes chaladuras totalitarias, delirios de una mente totalmente enferma tras décadas de implacables victorias contra sus competidores desde la cúspide del neoliberlalismo más brutal y del capitalismo más monstruoso y avaro que existía en todo el planeta. Pues era desde hacía mucho el banquero más poderoso del mundo, acostumbrado a dar órdenes a presidentes del gobierno, reyes y Premios Nobel de la Paz. Acostumbrado a comprar y vender países enteros, a derrocar gobiernos, a arruinar a decenas de familias con una sola operación financiera.



Pero además, como en las últimas décadas le habían salido demasiado bien las cosas, estaba ya totalmente embalentonado y sus ambiciones carecían de ningún límite, con el Imperio americano, vencedor de la guerra fría, dispuesto a declarar su supremacía eterna y el fin de la historia. Ahora podía modelar el mundo a su antojo, ayudado también por el desarrollo espectacular de la tecnología que sus grandes empresas de seguridad, armas y espionaje habían propiciado. Tarjetas bancarias que servían para identificar todos los movimientos físicos y económicos de una persona. Cámaras que vigilaban cada palmo de las grandes ciudades del mundo. Satélites que lo veían todo. Pronto podrían integrar las tarjetas de crédito y de identidad en un solo elemento, y después podrían implantárselas a la humanidad dentro del cuerpo. De ahí al control total, y a convertirse él mismo en Dios, había sólo un paso estrecho que quizás tardaría pocos años en cruzar.



Había que darse prisa, porque últimamente el mundo consumía demasiados recursos. Sus recursos. El petróleo, por ejemplo, ya había superado su pico. Así que, si no se eliminaba a la clase media y a los hambrientos, podrían entorpecer su plan para instaurar un gobierno mundial único bajo su control. Por eso, renía pensado crear una crisis a mundial mediante la cual reducir la población del planeta. Un virus, una gran guerra, aún no estaba decidido. Y a los que sobrevivieran, unos mil millones, que era la cifra ideal, según sus cáluclos, les obligaría a ponerse el chip. Más bien lo pedirían ellos, movidos por el miedo que él mismo se encargaría de inculcarles inventándose alguna amenaza.



Sin embargo, habían ocurrido en los últimos años algunos acontecimientos que, si bien no ponían en peligro su plan, estaban retrasando su aplicación y provocándole algunas molestias, lo cual era peligroso porque los recursos se estaban agotando más rápido de lo que habían pensado anteriormente. Cuando ya parecía que la humanidad estaba de rodillas ante el liberalismo más brutal, habían empezado a surgir resistencias. Pequeñas todavía, pero que poco a poco se iban haciendo más grandes. Los antiglobalizadores, los focos de resistencia árabes y sobretodo los movimientos sociales en Latinoamérica, con ese maldito mono que se había quedado con su petróleo.



Había una persona ayudando a organizar esa resistencia, convenciendo a personas importantes de todo el mundo de que no habían nacido para ser vasallos de nadie y que podían construir un destino propio. Emamens lo sabía, podía olerlo, aunque no lo hubiera encontrado nunca cara a cara. Era una persona que poseía una Fuerza especial, una Fuerza que el viejo Emamens había detectado desde la distancia solo con observar como se estaban desarrollando los acontencimientos. Y aunque el viejo quería esa Fuerza para sí mismo, sabía que el individuo en cuestión era incorruptible. Y que no cambiaria de bando a no ser que se le tendiera una trampa verdaderamente ingeniosa.



Skywalker había estado luchando contra el Millonario Máximo y contra sus Premios Nobel durante los últimos años. A veces esa lucha consistía en actividades meramente civles, como sabotajes no violentos, contrasobornos, batalla de las ideas, guerra informática, agitación social o espionaje. Pero en otras se trataba de guerra pura y dura, e incluso Anakin había estado a menudo combatiendo en persona en varios frentes de de Oriente Medio, en Afganistán y en Colombia. Aunque siempre luchaba en condiciones desventajosas, con ejércitos a veces totalmente desarmados, había conseguido aplicar sus técnicas de pordiosero a actividades tan variopintas como el contraespionaje o la guerra de guerrillas. Además, le había beneficiado mucho como persona el hecho de trabajar al lado de los otros Caballeros Jedi del bien, personas que igual que él mismo poseían una inteligencia superior a la media y la utilizaban para combatir al capitalismo, a los Premios Nobel de la Paz y a toda la maquinaria de guerra del sistema.



Entre los Caballeros del Bien, existían aquellos que como Sorel Skywalker trabajaban en la clandestinidad y en la sombra, organizando la Resistencia desde sus trincheras, sin salir casi nunca a la luz pública. Y luego estaban los equivalentes a los Premios Nobel de la Paz pero en buenos. Es decir, todos esos personajes públicos que aparentemente trabajaban para el sistema pero que en realidad se habían arepentido de las burradas cometidas en el pasado y ahora aprovechaban sus puestos para conspirar desde dentro y para pasar información a los Caballeros que se encontraban tras las líneas de combate. El trabajo de estos hombres era casi más peligroso que el de los que como Sorel, luchaban físicamente. Pues al trabajar desde dentro de los centros del poder capitalista, estaban constantemente en estrecho contacto con sus enemigos y bajo los focos de la prensa y de la opinión pública mundial. Siempre a un paso de ser descubiertos y linchados públicamente como traidores, rojos, terroristas, catalanistas o cualquier apelativo que el sistema utilizara en cualquier lugar para desacreditar a quienes se oponían a la tirania del pensamiento único.



Cuando Skywalker entró en el grupo de las buenas personas mundiales, éste se encontraba claramente a la defensiva. Con la caída del comunismo, en la última década muchos gobiernos se habían lanzado en brazos del Imperio y proporcionado importante colaboración e información clave a la OTAN, de manera que muchos de los Caballeros del Bien habían acabado por verse actuando en territorios, antes favorables o neutrales, que de repente les eran abiertamente hostiles y de los que debían marcharse. Además, identificados por los servicios secretos del Eje del Mal (principalmente Israel, los Estados, el peor país del mundo y Colombia), ahora con presencia abrumadora en todo el mundo, muchos de sus líderes más destacados habían tenido que retirarse a zonas remotas desde las que les era casi imposible actuar, así que la existencia misma como grupo de los Caballeros Jedi del Bien estaba en peligro. Además, el panorama político internacional era pésimo.



Europa, por ejemplo, ya no era sino una sombra de sí misma. Los partidos socialdemócratas se habían convertido sin excepción al neoliberalismo y los otrora combativos e influyentes sindicatos habían sido también cooptados con subvenciones millonarias. Pero lo peor no era eso, sino el hecho de que gran parte de los intelectuales y de la población habían terminado aceptado, después de haberla oído millones de veces en diferentes contextos y envoltorios, una mentira que era clave para el mantenimiento de la maquinaria Imperial y de los planes de la Élite: que los mercados libres favorecen el crecimiento de la economía y la excesiva presencia del Estado la entorpece. Después de la caída de la Unión Soviética y del aniquilamiento del proyecto socialdemócrata en la Unión Europea, el desarrollo del plan para un nuevo orden mundial de la Élite se estaba desarrollando en toda Europa, sobretodo en el este, con más velocidad que en ningún otro sitio.



Rusia estaba de rodillas ante Occidente. Sus empresas más importantes, que controlaban las mayores reservas de hidrocarburos del planeta, habían sido vendidas fraudulentamente a Wall Street y a la City al precio de pura chatarra capitalista. Ello gracias a la jugada maestra de el Príncipe de las Tinieblas la década anterior, que había hecho caer al gigante comunista sobornando al calvo iluso que se encontraba en el poder en aquellos momentos.



Los países del Este, con su otrora avanzado sistema social, habían degenerado en meras fábricas de mano de obra barata utilizados para mantener en funcionamiento las industrias y prostíbulos del oeste en condiciones de semiesclavitud. Incluso varios de las repúblicas ex soviéticas se habían separado de Rusia y ahora eran gobernados por meros títeres de Occidente, dispuestos incluso a alojar en su territorio bases del OTAN, el ejército de las multinacionales, o complicados sistemas de misiles que les convertían a ellos mismos en blancos de posibles ataques.



Asia, empezando por China, era la fábrica mundial donde los ricos desperdiciaban los recursos del planeta para convertirlos en chatarra para las masas. Los gobiernos de este continente competían duramente entre sí por ver quién exprimía a sus ciudadanos con jornadas de trabajo más largas, salarios más exiguos y servicios sociales más escasos.



En Oriente Medio, los israelíes, con el apoyo de los petroestados cobardes, habían engañado una vez más a los palestinos, obligándoles a vivir en un estado inviable, bajo condiciones humanitarias totalmente repugnantes. Mientras tanto, seguían ampliándose los asentamientos ilegales y la fuerza ocupante se apropiaba en cada momento de nuevos territorios, quedándose especialmente con las tierras más fértiles y con las reservas de agua, intentando con ello provocar que la gente se fuera de su propio país. Sólo algunas fuerzas marginales, como Irán, Siria, o la resistencia libanesa, resistían la globalización canibal y la acometida hostil de las multinacionales.



Skywalker ayudó lo que pudo a la resistencia árabe, aunque en Palestina el territorio estaba tan controlado por los sionistas que era prácticamente imposible hacer nada. Pero por ejemplo, en el sur del Líbano, la coalición antiimperialista había logrado consolidar y aumentar su poder, y el siguiente objetivo, aunque ambicioso, que se habían fijado, era el de evitar la invasión a Iraq.



Pero los mejores resultados en la lucha para derrotar el capitalismo cruel e inhumano se estaban viendo en América Latina, donde los movimientos sociales que se habían ido organizando en los últimos años empezaban a desafiar al sistema, en mayor o menor medida, en casi todos los países, hasta el punto de que en algunos de esos países amenazaban con tomar ellos mismos el poder, o lo habían ya tomado, como en el caso de Venezuela.



Los Tratados de Libre Comercio, uno de los objetivos irrenunciables de la Élite y paso previo inevitable antes de la creación de un gobierno único mundial, estaban siendo puestos en duda por una proporción cada vez mayor de la población, gracias al infatigable esfuerzo de los presidentes de Cuba y Venezuela y la ayuda inestimable de Anakin y sus colaboradores.



En Venezuela, además, por primera vez después de décadas de explotación y sufrimiento en todo el continente, existía un gobierno dispuesto a luchar por el bienestar de su propio pueblo, oponiéndose valientemente al salvaje imperio de las multinacionales y siendo un ejemplo para gente de todo los confines del planeta.



Los demócratas del mundo tenían puestas sus esperanzas en el gobierno de Chávez. Estaban seguros de en que en un futuro próximo su ejemplo serviría de inspiración para que otros países de la zona rompieran las cadenas del neocolonialismo.



Todo eso lo sabían muy bien los Premios Nobel de la paz. Por ello, su plan para hacerse con las áreas más ricas en petróleo y recursos naturales pasaba por el derrocamiento de Chávez en Venezuela, mediante golpe de Estado, para lanzarse luego a por Iraq e Iraq, lo que les daría la mano ganadora sobre los chinos y el control de Eurasia, y con ello, del resto del mundo.



Skywalker ya había ayudado a reventar varias veces esos planes en Venezuela. Había sido el famoso soldado anónimo. El héroe que había transmitido el mensaje del presidente legítimo cuando éste se hallaba preso durante el golpe, provocando la unión histórica del pueblo y el ejército que había desbaratado las esperanzas del Fhürersito, del Arbusto, del Principe de las Tinieblas y del segundo mejor escritor vivo en lengua castellano.



Gracias a la cada vez más segura persistencia de Chávez en el poder, y a la probablemente aparición de futuros líderes nacionales en todo ese continente, fueran cuales fueran los acontecimientos que sucedieran a partir de entonces, Sorel Skywalker Peris estaba convencido de que el antiimperialismo florecería en América Latina en los meses siguientes, inspirando la conciencia de todos los hombres de bien del mundo.



Skywalker pensaba que si eran capaces de frenar las invasiones de Oriente Medio, igual que habían frenado al Imperio en Venezuela, debilitarían tanto el poder de las corporaciones occidentales que muchos de los regimenes imperialistas en Estados, Asia y Europa podrían acabar cayendo y ser remplazados por otras formas de gobierno mucho más democráticas y avanzadas.



Ese día, además, los sinverguenzas que le habían separado de su mujer serían por fin juzgados.



Llevaba varios meses infiltrándose en los servicios de seguridad del Presidente más tonto de la historia. Tenía un informador que le mantenía al día de los detalles más importantes. Aunque habían pensado seguir utilizando esa información de manera indirecta para avergonzarlos más adelante, de repente les había surgido una oportunidad única. Iban a estar juntos y solos por primera vez, tajándose, los tres chiflados.



Durante las últimas horas habían discutido apasionadamente qué hacer con los tres imbéciles cuando por fin los tuvieran en sus manos. Cómo sacar rentabilidad política a nivel global a tan jugosas presas, sin que su acción se les volviera en contra, era una de las decisiones más difíciles de su vida.



Matarlos directamente sería fácil, pero apenas cambiaría la situación en el peor país del mundo ni en los Estados. En los Estados, el Presidente bobo sería rápidamente remplazable por otra marioneta, mientras que en el peor país su muerte provocaría adhesión popular hacia su partido. Sólo para España y Latinoamérica sería positiva la desaparición del Pequeño Franco, pues dividiría a la derecha española y le haría perder por lo menos otra década, sumida en conflictos internos por la búsqueda de un nuevo líder. Pero eso significaría una victoria pírrica, para la magnitud de las presas que tenían entre manos.



También habían pensado en un simple secuestro, pidiendo cambios políticos en el mundo a cambio de su liberación. Pero esa opción había sido pronto descartada, ya que las élites podían remplazar a Zazar y a Shubs fácilmente, pues carecían de talento alguno, y sólo darían algo a cambio de “El Trolas”. Menos daría aún la población de los países que presidían esos tres indviduos; más bien, la mayoría de esa población pagaría, no para conseguir su liberación, sino para prolongar su secuestro.



Habían al final hecho hacia que se les obligara a dirigir un mensaje al mundo reconociendo que todo el tema de las armas de destrucción masiva sólo era un montaje para justificar la invasión de Iraq, y que la democracia en Oriente Medio les importaba un pimiento, admitiendo también que lo único que querían era el petróleo iraquí y matar a cuantos musulmanes les fuera posible.



Aparte de eso, les forzarían a reconocer en ese comunicado su implicación en el golpe de Estado de Venezuela y en el derrocamiento del presidente legítimo de Haití, y a explicar también a toda la opinión pública mundial la manera en que el resto de los gobernantes sudamericanos y árabes eran sobornados y manipulados para que defendieran los intereses de las multinacionales en contra de los intereses de sus propias naciones.



Reconocerían también que habían colaborado para utilizar y promover la tortura, y que el FMI, el Banco Mundial, la OTAN, el grupo Prisa y la Unión Europea no eran sino organizaciones tapadera para asegurar el sometimiento de todas las naciones del tercer mundo a la economía de los países ricos.



A nivel personal, no cesaría hasta que le dijeran el nombre del responsable de organizar los atentados supuestamente islamistas en Egipto. Llevaba todos esos años tras su pista, pero le había sido imposible averiguar nada. Quizás se tratara de uno de los que estaban en la cúspide del sistema.



En un principo, fueron Ansar y Antonio quienes se mostraron nerviosos ante la presencia de ese desconocido revolucionario apuntándoles con una pistola. Pero Antonio dijo pronto que colaboraría en cualquier cosa, puesto que, como carecía totalmente de ideología, se la traía totalmente sin cuidado el destino de Oriente Próximo, el de la Reina Inglaterra o el de cualquier país del mundo mundial, empezando por el suyo.



Después, tras pensárselo unos cuantos segundos, Jilipollas de Mierda Amoral se sumó al Mentiroso y dijo también que colaboraría si se le dejaba exiliarse con vida a Méjico después de hacer la declaración.



Entretanto, Jorge seguía mirando a la pared con su típico jeto inexpresivo y cara de idiota. Era difícil adivinar en qué estaría pensando alguien tan vacío de ideas.



Pero aunque era un hombre de inteligencia discreta, y puede que inferior a la media, el Arbusto no no era un retrasado mental ni nada parecido. De hecho era capaz de procesar ideas simples y de ejecutar tareas psicomotices sencillas con el mismo margen de fiabilidad que un niño de unos siete u ocho años.



Además, el Presidente, antes que americano, antes que republicano, antes que cristiano, y antes que cualquier otra cosa, lo que era en realidad era un pez gordo de Tejas. Un patriota. Lo que quería decir que no sólo era un rápido y certero tirador sino que también, especialmente, que una de sus mayores aficiones, además de tajarse, era el de ejercer su derecho constitucional a llevar armas encima incluso cuando dormía.



Es así como por sorpresa, con un solo disparo certero en el brazo, Julien Skywalker fue abatido en el momento en que aparentemente más cerca estaba de inflingirle al Imperio la mayor derrota de su historia.



Y quizás Anakin hubiera muerto en ese mismo momento de no haber sido por la intervención del Premio Nobel de la Paz, que entraba justo entonces en la sala para evitar un segundo disparo del sorprendido Presidente.



Porque el Premio Nobel de la Paz tenía importantes planes para ese joven, ese joven prometedor que pese a su corta experiencia había vuelto loco durante años a los servicios secretos más importantes del mundo. A partir de ese día trabajarían juntos. Y compartiendo sus poderes, su plan para imponer al mundo un gobierno único avanzarían hata el final sin que ya nada pudiera detenerlos.

3 comentarios:

El profeta Azul dijo...

deberia de poner un link con todos los capitulos o al menos un link para el primer capitulo, o un link a un tag, digo yo...asi los idiotas que entran sin saber que es se enteran

El profeta Azul dijo...

Este capitulo se fue del relato, sobretodo al final es mas un articulo de geopolitica del chinomuerto que una novela, a mi me gusta igual pero se pierde el hilo.

Elvar dijo...

Hay que explicarlo todo. Hay que tener en cuenta que hoy en día incluso la gente normal lee periódicos como el País y el Mundo que no cuentan nada sobre la vida real sino que se inventan un mundo de fábulas, criaturas mitológicas y seres fantásticos. Por eso no queda más remedio que dar al lector unas nociones sobre cómo funciona el mundo hoy en día porque la gente está siendo confundida deliberadamente.