En ese tiempo, transformada en un decadente parque temático para jubilados suizos e ingleses multimillonarios, la Comunitat también había cesado de ser valenciana. Vendida su alma para siempre,a cambio de ciertos papeles que en breve ya no servirían más que para sonarse, se había integrado plenamente en la cada vez más degrada economía occidental, la cual a su vez, después de la caída de la Unión Soviética, había renunciado ya a cualquier autorregulación y funcionaba simplemente como un sistema de fraude piramidal a base de constantes entradas de dinero sin base real alguna. Dinero que, por otra parte, había sido creado de la nada intencionadamente con la finalidad única de expandir el crédito y hacer subir los precios de manera incontrolada, sometiendo a toda la población y a las administraciones a deudas impagables para conseguir que la burbuja se mantuviera en permanente expansión, como por arte de magia.
Como en las demás naciones del Occidente civilizado, pero con las características notas folclóricas de la Comunitat, y con la clásica alegría barroca y despreocupada de esta peculiar región del Levante ibérico, para mantener en pie ese sistema económico totalmente parasitario e improductivo, oponiéndose a todo sentido común, al equilibrio ecológico del planeta, e incluso también a los derechos humanos más fundamentales, el tinglado económico se apoyaba en un enorme circo mediático hecho expresamente a medida del monumental expolio que se tramaba; un continuo autobombo futbolístico y especulativo que en ocasiones superaba los terrenos de lo delirante para convertirse en un espectáculo fofitesco, dirigido y protagonizado por individuos de tal calaña que habrían hecho parecer héroes de leyenda a los protagonistas de los esperpentos de Valle Inclán, o de las pinturas más grotescos del maestro Goya.
Si bien existían unos cuantos opositores a la política oficial de destruir el medio ambiente y la economía local para beneficio de la Cleptocracia, lo que tales opositores nunca acertaban a ver es que si el sistema seguía en marcha era porque satisfacía las apiraciones de los principales grupos de población que contaban con representación en alguna parcela de poder. Pues aunque los instigadores de la burbuja eran unos cuantos caciques locales de sobra conocidos (y tolerados) por todo el país, la culpa de que tal burbuja hubiera arraigado en la sociedad hasta subvertir totalmente el gobierno y la vida civil de la nación no era de ningún individuo o grupo aislado, ni de este partido o de aquel, sino de todo el sistema en sí y de la sociedad en su conjunto. Jueces, gobierno, oposición, sindicatos, bancos, equipos de fútbol, medios de comunicación. Todos estaban interesados en seguir por el camino de la especulación y de la economía improductiva y habían convencido también al vulgo para que les apoyara hasta las últimas consecuencias –si bien, dependiendo de la persona, ese apoyo podía ser de pensamiento, obra, omisión o palabra-. Y aunque es cierto que el sistema hacía un uso bastante considerable de la violencia, su mantenimiento y continuidad (el del sistema) no se fundamentaba en ésta, sino en la interiorización por parte del populacho de lo que era conocido como “el sueño valenciano”, que se resumía en la ilusión de que todo habitante de la Comunitat conseguiría finalmente hacerse multibillonario de repente gracias a la especulación y al incremento mágico del valor del suelo, que siempre aumentaba en progresión geométrica por obra y gracia de los Alquimistas en el poder.
En esa época, si en España ostentaba el poder un partido de centro extremista, el más radical de los partidos llamados democristianos que había en Europa en ese momento, en la Comunitat gobernaba a su vez el ala más radical de ese partido. Mas no radical en lo religioso (pue se trataba en realidad de individuos sin más religión que el dinero) sino en sus ansias por destruir el territorio y la convivencia entre las diversas comunidades de España.
A decir verdad, el Partido Populista tenía dos alas radicales, la de la Madrid y la de Valencia. En la Generalitat de Madrid estaban los extremistas probritánicos; fundamentalistas del libre mercado que, con Margaret Tacher al frente, tenían como único objetivo privatizar el gobierno, las empresas públicas, los hospitales, y en general cualquier cosa que se les pusiera por delante. No hace falta decir que el objetivo poco disimulado de tales privatizaciones era quedárselas ellos mismos y tirárselas por encima por mero vicio. Pues en el fondo no se trataba sino de gente enferma, gente que sólo se divertía reuniéndose para celebrar orgías en las que todos desnudos se lanzaban, los unos a los otros, billetes de quinientos dólares europeos.
Dicha rama extremista del Partido Populista se había apoderado de la Generalitat madrileña y estaba tan atrincherada en ella que era capaz de hacer repetir las elecciones si los resultados de éstas no les eran favorables. En realidad se trataba, más que de un partido político, de una pura organización delictiva comandada por los peores gánsters del país. Una especie de coalición de estafadores, especuladores y mafiosos cuyo programa de gobierno era el mero lucro personal y que utilizaban los medios de comunicación públicos para engañar al poble de Madrid, cada vez más desinformado y asustado, ocultándole sus verdaderos objetivos. Para ello, habían perfeccionado la ciencia de hacer creer a los ciudadanos en la existencia de los Supervillanos, una raza de hombres malvados con poderes extraordinarios que asolaban España con el objetivo de hacerla añicos por pura maldad, por puro odio al Estado de Derecho y por mero fanatismo antibritánico.
Pero aunque en la Generalitat de Madrid se especulaba de lo lindo, hasta el punto de haber prácticamente convertido toda la Comunitat Madrileña en una especie de megaciudad dormitorio contínua de sí msma, una epecie de Los Ángeles ibérica de chicha y nabo en la que se potenciaba el desplazamiento innecesario en automóvil, los que se llevaban la palma eran los especuladores de la Comunitat Valenciana, los auténticos amos de la economía parasitaria: los zaplanistas.
Los zaplanistas eran los verdaderos expertos de la especulación inmobiliaria; aclamados y reconocidos por todos los especuladores del mundo como Maestros indiscutibles. Se trataba de individuos con poderes especiales que les hacían capaces de recalificar cualquier cosa, y cuando digo cualquier cosa, realmente quiero decirlo, pues se tratara de piedra, montaña, río o madera; de sustancia gaseosa, líquida, sólida o incluso virtual, todo eran capaces de recalificarlo los zaplanistas para construir edificios encima. Podían crear una burbuja en cualquier momento y en cualquier lugar, y una operación rentable para todos, y generadora de empleo, y riqueza, y prosperidad, y democracia, partiendo de la nada más absoluta, como un mago que sacara dromedarios de su chistera..
Los zaplanistas tenían el poder de construir edificios u obras civiles por doquier, desafiando todas las leyes de la ética e incluso de la física: rascacielos sobre las huertas, manhattans en la playa, monoraíles encima de naranjos, parques temáticos en medio del desierto, chalets en los cauces naturales de los ríos. No había limitación alguna que los detuviera. Y por si ello no fuera suficiente, aunque al principio se trataba simplemente de construir a mansalva, sin importar qué, con el tiempo habían perfeccionado el método hasta hacer que todo lo que se construyera en la Comunitat fuera lo más grande de Europa en su categoría. Con ello lograban, por una parte, halagar el orgullo de los valencianos, regalándoles para su ciudad construcciones más grandes que las que tenían los malvados egicpcios en las suyas propias; y por otro lado conseguían, de paso, mover la economía sin más, aumentando así el número y la magnitud de los contratos que conseguían para sus empresas y alimentando la sagrada burbuja, para poder seguir especulando y para poder construir todavía más rascatas en el desierto.
Tenían los zaplanistas un ambicioso plan que consistía en robar el agua del río Nilo y llevarla de Egipto a la Comunitat Valenciana. Como los egipcios se negaban en redondo a permitir semejante disparate, se acusaba a los egipcios de odiar a la Comunitat y de sentir envidia hacia los valencianos. Para ayudar a que ese odio se consolidara, el gobierno de la Comunitat se dedicaba continuamente a financiar, con dinero público, campañas publicitarias de difamación hacia todo lo egipcio. Y como los zaplanistas radicales dominaban todos los medios públicos y la mayoría de los privados de la Comunitat, habían llegado a convencer a los valencianos de que cuando algo fallaba en la Comunitat era siempre culpa del Faraón y los suyos.
Más tarde perfeccionaron todavía más la fórmula, añadiendo un supervillano más malo que todos los anteriores al asunto, un tipo que se llamaba Zapatero. Y aunque bien es cierto que el Zapatero estaba basado en una persona de verdad, la realidad es que el Zapatero de carne y hueso era un tipo sin poder alguno, pues sólo ostentaba el puesto ceremonial y simbólico de Presidente del Gobierno de España, que a su vez pertenecía a un grupo de accionistas internacionales con sede en Nueva York. Pero el Zapatero mediático que vendían en el Levante era un ser poderoso y terrible, un tipo maquiavélico y malvado cuya mayor preocupación diaria era hacer daño a la Comunitat, costase lo que costase, utilizando para ello todas las armas que el sobredimensionado Estado español, con cuatro funcionarios por cada ciudadano, le ofreciese. Y como el tal Zapatero quería romper España y los egipcios, en su imperialismo atroz y descarnado, no pretendían sino anexionarse la Comunitat, una alianza entre ellos era lo más natural del mundo. Una alianza a la que, por cierto, podía sumarse cualquiera (Irán, Hugo Chávez, ETA, Mark Twain, etcétera) según fueran las necesidades que tuviera en ese momento el periodista de turno al servicio del poder.
En una Comunitat que había estado siempre en el lado más avanzado de la historia, apoyando al rey más progresista en la guerra de sucesión; al bando republicano en la guerra civil, y cuya población había salido durante la transición en centenares de miles a la calle con banderas Egipcias pidiendo un Estatuto de Autonomía propio, habían conseguido que la gente acabara votando masivamente a un partido tan antivalenciano, extremista del libre mercado y pro-británico como el Partido Populista Zaplanista del Imperio Valenciano.
Otro de los principales logros de los zaplanistas, por cierto, fue el convertir a los valencianos en una especie de monstruos derrochadores, una especie de vampiros insaciables que, habiendo secado ya todos sus ríos propios,se autoasignaban el derecho de secar también los ríos de sus vecinos, y, por si eso no fuera lo suficiente grave, les había dado por acusar de integristas a los pobres egipcios que no se dejaban robar la única riqueza con la que contaban.
Así que la Comunitat seguía con el mayor éxito del mundo el camino de la destrucción del patrimonio cultural y natural y de profundización en las diversas variantes del fraude inmobiliario que les convenía a los zaplanistas, con una economía que no se sustentaba sobre ninguna base real. Al mismo tiempo, sus servicios públicos eran los peores de la Monarquía Bananera, que a su vez tenía los peores de Europa.
Si economía capitalista se había reducido ya a poco más que pura especulación, a una burbuja global formada a su vez por cientos de miniburbujas unas dentro de las otras, todas preparadas para saltar por los aires en cuanto una sola de ellas reventara,la Comunitat cumplía a la perfección su papel como megaburbuja regional, compuesta también de cientos de burbujas locales compitiendo entre sí por ser la más grande. Burbujas todas ellas creadas por los zaplanistas para enriquecerse y mover la economía, mas sin saber que hacia donde la movían era hacia el abismo. Incluso el parque en el que vivo contaba con su propia burbuja.
Un día, los zaplanistas habían llegado al barrio para informar a los pordioseros de que Zapatero iba a ir dentro de poco a quitarles personalmente todo lo que tenían. Así que, si poseían tarjeta de crédito, dinero en efectivo, o cualquier tipo de pertenencia, lo mejor que podían hacer es dársela directamente a ellos, (a los zaplanistas), los únicos capaces de conservarlas a buen recaudo, lejos del alcance de Kim Yon II y Gadafi. Y además, con el poder de la alquimia, que multiplicaba las riquezas y el progreso y que hacía que el dinero, mientras estabas mirando hacia otra parte, pariera más dinero.
Como los pordioseros no se creyeron el cuento, los zaplanistas enviaron para timarles a un agente inmobiliario, un tal Vicent Peris que había estudiado un curso de “Recursos humanos aplicado al entorno laboral en el marco organizativo y financiero de las nuevas tecnologías y el entorno mundializado”; un título tapadera para camuflar el verdadero objetivo que el curso perseguía: robar a los pobres para dárselo a los ricos.
El señor Peris convenció a los pordioseros de que se harían multimillonarios de la noche a la mañana alquilando sus bancos a otros pordioseros más pobres si aceptaban el crédito que les ofrecía. Como el precio del banco subía exponencialmente gracias a la burbuja especulativa, en un futuro próximo el banco valdría miles de millones de euros, y podrían retirarse a vivir en un yate de lujo al Caribe, y sólo venir en época de la Copa América o de la Fórmula 1 como si fueran unos jubilados suizos más.
Gracias al señor Vicent y su estrategia de marketing milagroso, de repente los pordioseros empezaron a ganar pasta y a poder jugar al golf y comprarse yates y apartementos en Marina de Oro.
Abrieron inmobiliarias, amenazaron con construir aeropuetos y rascacielos por todas partes, recalificaron toda la plaza para hacer rascatas; finalmente se convirtieron en un fiel ejército de zaplanistas que se quejaban de que Ramses quería romper España y la Comunitat y cobrarles impuestos demasiado altos.
Es así como prosperó la burbuja inmobiliaria en la Comunitat y cualquier pordiosero se convitió en “clase media”
Por entonces, el joven Sorel se encontraba exiliado en Egipto, donde disfrutaba de una existencia plácida alejado de los excesos urbanísticos y especulativos de la Comunitat.
el congresista demócrata de Illinois Bobby Robson expresó la buena impresión que le causó Fidel Castro. “Era lo opuesto a lo que los medios habían dicho de él. Me sorprendieron su gran sentido del humor, su conocimiento de la historia y su calidad como ser humano”
De la misma manera que el ejemplo anterior sobre Fidel Castro, Egipto era también lo opuesto a lo que decían los medios de la Comunitat Valenciana. No tenía nada que ver con su caracterización como extremistas musulmanes que odiaban a los valencianos y que querían anexionarse la Comunitat en colaboración con ETA. De hecho, se trataba de gente amable, tranquila y con un gran nivel cultural, que habían acogido a Skywalker desde el principo con gran amabiliad, cariño y con modales exquisitos.
De hecho, allá adonde iba, las chicas le miraban y le sonreían, le pedían que se hiciera fotos juntos y que durmiera con ellas porque tenían miedo por la noche.
Los viejos hacían cola en la puerta de su casa para hablar con él.
Los pordioseros del parque compartían los cartones de vino con él;
Los niños le regalaban chocolatinas, caramelos, bicicletas y gorras Nike.
Las viejas le invitaban a su casa a merendar y le preparaban tartas, cola-caos con galletas y le pagaban una pequeña asignación semanal.
Los padres le pedían que se casara con sus hijas, que compartiera con ellos sus amantes y que se quedara los fines de semana a hacer de canguro de sus hijos preadolescentes.
En los restaurantes no le permitían pagar la cuenta.
En las tiendas de ropa y en las boutiques de complementos de última moda occidental, le dejaban que se llevara cualquier producto pagando sólo el cero coma siete del importe total.
Le encerraban noches enteras a cal y canto en una pastelería francesa, en una tienda de caramelos o en un restaurante italiano; luego lanzaban la llave al Nilo para que nadie pudiera encontrarla.
Y aunque he exagerado un poco estas muestras de cariño por motivos meramente estéticos, el fondo de lo que comentamos es totalmente cierto. De hecho, pese a encontrarse en un lugar que la mayoría de los españoles calificaban como miserable y peligroso, desde su llegada al país sólo había sentido una vez inseguridad. Mas se trató de una clase de inseguridad no achacable al temperamento de los egipcios, sino a las terribles condiciones que pesaban sobre ellos en aquella época.
Fue al principio de su estancia, una de las primeras veces que se fue a pasear por el centro histórico de la ciudad.
Al doblar una de las esquinas de ese auténtico laberinto sin principio ni final, anterior y posterior a la historia, que era la parte vieja del Cairo, encontró a un niño sentado sobre la acera embalsamando aplicadamente a una lagartija como cualquier niño egipcio normal.
En ese momento se acordó de su infancia, de cuando era marginado por sus compañeros en el recreo debido a sus aficiones egipcias; por preferir jugar a embalsamar y diseñar pirámides antes que dedicarse especular con cada centímetro del patio del colegio como los otros niños valencianos.
El hecho de ver como aquel niño daba rienda suelta a su egipcismo sin ser marginado o torturado le provocó una gran alegría. Fue como si la sola visión de esa entrañable escena le liberara de todos su traumas infantiles y de sus recuerdos de niño odiado por toda la sociedad valenciana. Mas al acercarse al chico para intercambiar unos jeroglíficos rutinarios sobre el tiempo que haría al día siguiente, el chaval salió corriendo espantado con una expresión de terror en sus ojos. Skywalker siguió gritándole que no tuviera miedo, pero fue inútil, pues el chiquilllo ya había trepado por encima de un muro y desaparecido sin dejar rastro alguno.
Skywalker se sintió terriblemente decepcionado. Después de aquel instante de alegría sublime en el que había atisbado la posibilidad de reconciliarse para siempre con su pasado, se veía obligado a rememorar otra vez aquellos tiempos en los que era marginado por los otros niños y en los que ningún compañero quería practicar con él ningún juego. Así que, con el corazón afligido de pena, dio por concluída la expedición y emprendió el camino de retorno a casa. Al fin y al cabo, -se decía- quizás tampoco Egipto fuera un lugar tan perfecto.
Mas mientras salía del casco viejo, sintió que en el laberinto de blancas callejuelas le venían persiguiendo y observando atentamente. Se trataba de una presencia tan sigilosa que incluso a él, que había aprendido de los pordioseros mil trucos maravillosos, le era imposible desenmascararla. No tenía claro qué era, pero lo seguro es que ese algo se movía a su alrededor con una agilidad imperceptible, casi felina.
En una pequeña plazuela desierta fue abordado y reducido por un pequeño comando de niños que por lo bien organizados que estaban más bien parecían un grupo terrorista que una pandilla de chavales de barrio. Se tratase de lo que se tratase, los niños le ataron a una silla, y le registraron minuciosamente el equipaje y los bolsillos; cuando descubrieron que Anakin Sorel no llevaba ninguna piedra encima, se sintieron sorprendidos y desconcertados, pero aún así no se decidían a soltarlo.
Skywalker no entendió claramente el motivo de su detención hasta unas horas después, cuando se ganó la confianza de los niños y escuchó su historia con lágrimas en los ojos. Al parecer, en los últimos meses se habían puesto de moda ciertos tours en los que los turistas extranjeros, en especial los americanos e israelíes, por un módico precio, eran conducidos a los barrios pobres de la ciudad para que, después de probar el famoso paté de camello y visitar los principales monumentos, pudieran apedrear a su antojo, si a así lo deseaban, a tantos niños cariotas como quisieran. De hecho, el tour más solicitado en particular por los turistas occidentales era uno un poco más caro pero que permitía apedrear no sólo a niños egipcios normales y pobres sino que incluía también a huérfanos lisiados. El gobierno egipcio aceptaba estas prácticas deleznables porque suponían una gran inyección económica debido a la enorme afluencia de turistas a la ciudad, que hacían que la economía aumentara cada trimestre varios puntos y que se generaran cientos de miles de puestos de trabajo indirectos.
Los niños se habían empezado a organizar en patrullas de autodefensa para combatir a esos turistas desalmados. Por eso, la prensa occidental calificaba a estos niños que atacaban turistas como terroristas infantiles, y recomendaba no viajar a Egipto y a la ONU que emitiera una resolución para enviar fuerzas de paz para que arrasaran la zona. Por si acaso, los sionistas, sus títeres en el gobierno, la gente de la embajada yanqui, y al fin y al cabo, la “Comunidad Internacional” y“los Demócratas” estaban ya creando por su cuenta escuadrones de la muerte para eliminar a los cabecillas de esas bandas, lo que había hecho que los niños fueran organizándose y radicalizándose cada vez más, hasta el punto de detener a cualquier extraño que se adentrara en su barrio.
Skywalker consiguió, en un momento en que los niños estaban algo distraidos persiguiendo a un cocodrilo que debido al cambio climático se había escapado del Nilo y paseaba por el centro histórico del Cairo, admirando los monumentos como un turista idiota más, desatarse de la silla en la que permanecía secuestrado. Para ello ello utilizó un truco de pordiosero de los que había aprendido de los moradores del parque.
Y aunque a Skywalker le estaba costando un esfuerzo enorme zafarse, los niños se quedababan anonadados cuando al intentar atraparle veían como él era también capaz de desaparecer, utilizando varios y procedimientos procedimientos de los que ni siquiera ellos tenían conocimiento alguno.
Skywalker les explicó desde la distancia, mientras jugaba con ellos al ratón y el gato, que estaba de su parte y que si le dejaban de perseguir y hacían las paces con él les enseñaría todos los trucos con los que era capaz de hacerse invisible. Añadió también, más divertido que preocupado por su integridad física, que no tenían nada que temer de él, pues podía demostrarles que en realidad también era egipcio; de hecho, como les hizo saber con orgullo, tenía una marca de nacimiento en forma de cruz de Anubis que dejaba a las claras que era descendiente de faraones.
Es de esa manera como se hizo amigo de los niños egipcios, liberándose definitivamente del peso de su trágica infancia valenciana. Durante las siguientes semanas, intercambió un gran número de técnicas de camuflaje urbano y supervivencia con aquellos chavales, que gracias en parte a las enseñanzas de Anakin fueron capaces de expulsar a los paramilitares que el Mosad había introducido en su barrio. El hecho de ayudar a esos pobres muchachos le reportó también la simpatía de los cariotas adultos, así como el respeto de los sectores nacionalistas de izquierdas y de los islamistas. Poco a poco se fue convirtiendo en un personaje público admirado y conocido por todos los habitantes de la ciudad.
A los pocos meses de haber llegado a Egipto, Sorel Peris Anakin, tan odiado en la Comunitat, era una verdadera institución en el Cairo. Donde en Valencia sólo había recibido frialdad e indiferencia, en Egipto era tratado con todo el cariño del mundo, con manifestaciones de aprecio como las que hemos nombrado anteriormente, que no hacían sino sorprenderle a cada momento.
Pero no tenemos que olvidar otro acontecimiento importantísimo en la feliz existencia de Anakin Sorel. Pues, aunque la gran amabilidad con la que fue tratado en el país de los faraones le había curado las heridas de su miserable existencia en la Comunitat,lo que realmente le hizo feliz en esa época fue el hecho de conocer a la mujer de su vida.
En la escuela en la que estudiaba árabe, una chica con aspecto oriental en la que hasta el momento no se había fijado nunca se le había quedado mirando un día fijamente con una encantadora sonrisa.
Como hasta entonces Skywalker, por su pertenencia a una etnia inferior, no había tenido casi contactos con el sexo opuesto, pensó que si la chica le sonreía y le miraba era porque estaba enamorada de él, así que por primera vez en su vida decidió dirigir la palabra a una mujer que no le hubiera hablado o insultado primero a él.
Pero resultó que las palabras de Anakin sorprendieron a la chica, pues ésta no le estaba mirando, sino que en realidad se encontraba sumergida en su propio mundo, con la mirada perdida, mientras rememoraba en su fuero interno una anécdota graciosa. De manera que, si sus miradas se habían encontrado, se trataba de un hecho totalmente casual, y es por ello que la chica japonesa se asustó al ser interpelada por nuestro protagonista.Mas una vez aclarado ese punto, tras el mal trago inicial, el clima fue distendiéndose y volviéndose más agradable.
Primero Anakin se disculpó, de corazón, por ser tan estúpido. Luego, a la manera japonesa, la chica protestó indicando que ella era más estúpida todavía, lo cual creó una burbuja de estupidez en la que cada uno se esforzaba por exagerar las tonterías que había hecho hasta ese momento, lo que provocaba de inmediato las risas del otro. Como era prácticamente la primera vez en su vida que hablaban con naturalidad con una persona del sexo contrario y de similar edad, decidieron conmemorar el hecho dando un paseo juntos junto al Nilo. El Nilo, por cierto, entusiasmaba a Skywalker Peris más que cualquier otro lugar del país, incluyendo las pirámides. Ya que al ser valenciano estaba acostumbrado a ver edificios enormes e inservibles en todas partes, pero lo que no había visto nunca antes era un río que no estuviera absolutamente seco.
En cuanto a la chica de la que se había enamorado, ésta se llamaba Ryori, era japonesa y jabía ido a estudiar árabe a Egipto porque estaba cansada de la vida en la ciudad más fea del mundo (Osaka), otra ciudad absolutamente sin ley, igual que Valencia, pero que a diferencia de Valencia había sido sometida no durante años, sino durante largas décadas, al abuso del capitalismo más despiadado. Hasta el punto Osaka había sido presa de la especulación zaplanista, que era ya ciudad sin edificios históricos ni parques, con varios niveles superpuestos de construcciones de cemento que apenas dejaban ver el sol, casi como la ciudad de Trántor que aparece en las novelas de Isaac Asimov.
Al contrario que la mayoría de las mujeres que había visto en España, pero también del común de las japonesas, la piel de Ryori no estaba cubierta de una gruesa capa de pintura, sino que se mostraba al natural del color que era en realidad, una mezcla de amarillo florescente, blanco, azul y naranja, crujiente por fuera pero fua fua por dentro.
Después de aquel paseo junto al Nilo, Ryori y Anakin empezaron a tomar la costumbre de salir a dar una vuelta juntos todos los días después de clase,a veces callejeando sin ton ni son y en otras ocasiones yendo a visitar los museos y monumentos de la ciudad. Los fines de semana y los días festivos iban a lugares más alejados del país, o quedaban para estudiar juntos en alguna biblioteca o cafetería. A la vez que su nivel de árabe aumentaba significativamente, su conocimiento mutuo iba creciendo en esa época también, a un ritmo que se incrementaba en cada trimestre varios puntos con respecto al trimestre anterior.
Durante aquellos hermosos y despreocupados pateos cariotas, se revelaba el Cairo como una ciudad cada vez más interesante y sorprendente, una urbe que en todos los indicadores no económicos superaba ampliamente a la anodina ciudad de provincias de la que provenía Sorel. Caóticamente mediterránea, contaminada como tantas capitales árabes, desvencijada igual que todas las ciudades colonizadas, resultaba, en la práctica, de una profundidad ilimitada. Como si se tratara en realidad de varias pirámides conectadas por un laberinto de pasajes secretos, contaba con tantos tesoros ocultos que habrían hecho falta miles de años para empezar siquiera a conocerla.
Aparte de las asombrosas pirámides y del formidable y polvoriento Museo del Cairo, que era como otra ciudad del tercer mundo en sí misma, lo que más apasionaba a Sorel y a Ryori era el centro histórico, cuyos callejones no se cansaban de pasear y conocían casi de memoria. Con el paso del tiempo, de hecho, se habían ido haciendo amigos, casi sin darse cuenta, de la mayoría de los comerciantes del bazar, incluso de los islamistas más conservadores, y se pasaban el tiempo quejándose de los mismos problemas de los que se quejaban los propios cariotas.
Ryori y Anakin habían llegado a identificar el terrible urbanismo de la capital egipcia, con su maravilloso barrio antiguo rodeado de una maraña casi infinita de suburbios miserables, entre los que se incluía la ciudad de los Muertos, como una metáfora de la propia situación del pueblo árabe en general y egipcio en particular. El hecho de que una nación de historia tan rica permaneciera sometido y conquistado por otra como la estadounidense, casi sin historia y de cultura y luces escasas, era una tragedia escrita en el aire, como el polvo y la arena que venían del desierto, una tragedia que se sentía en cada esquina del Cairo.
Una de las cosas que desde su llegada al Cairo le hizo sentirse orgulloso a Peris Sorel de su pueblo fue el constatar que eran mucho mejores que los colonizadores en casi todo. Incluso cuando imitaban la cultura anglosajona les daban mil vueltas a los ingleses y a los americanos. Tanto en lo que se refiere música tradicional egipcia y árabe, como en los estilos llamados modernos, resultaban francamente superiores, con cientos de artistas que si cantaran en inglés y hubieran nacido en Seattle o Liverpool y no en Egipto, con los infinitos medios de promoción que existían en la metrópolis, serían famosos en el mundo entero. Y lo mismo valía para la gastronomía, arquitectura o cualquier actividad cultural. Sólo en colonizar otras naciones y expoliarles toda su riqueza eran mejores los ingleses y los americanos.
A los pocos meses de haber empezado a pirular por el Cairo juntos, Ryori y Anakin conocían totalmente la ciudad y tenían decenas de amigos cariotas de todas las edades, religiones y estratos sociales. Y a diferencia dela mayoría de los residentes occidentales,que vivían en barrios reservados para las élites locales y para los extranjeros, y que casi siempre iban a comer al Makudo y a sitios de naturaleza similar, llevaban una vida casi de egipcios, comiendo, bebiendo y paseando en los mismos lugares a los que iban los egipcios normales. Los fines de semana, cuando viajaban en tren y autobús a los confines del país, se mezclaban con los lugareños y erigían con ellos ofrendas a Anubis. Casi siempre acababan alojándose en casas particulares, en ocasiones amigos o familiares de sus propios amigos cariotas, pero otras veces gente que habían conocido por el camino o en el destino.
Para Ryori, el hecho de recorrer en profundidad tan interesante nación había sido un hecho totalmente inesperado, pues antes de ir a Egipto no tenía pensado visitar más que la capital y quizás los alrededores más inmediatos y concocidos de ésta. Su pasión por la cultura del país de las pirámides se remontaba a su infancia, cuando su madre, que de recién casada había vivido un par de años en el Cairo con su marido, por cuestiones de trabajo de éste, le hablaba de un país cálido en el que la gente abría su corazón a los visitantes y donde estaba bien visto hablar con sinceridad de los sentimientos de uno mismo. Y aunque había querido visitar Egipto desde entonces, ocurría que, dado su carácter extremadamente cauteloso, el sólo hecho de trasladar su residencia, aunque fuera temporalmente, a un país mediterráneo, significaba ya de por sí un gran paso para ella. La timidez de Ryori, por cierto, no era sólo la propia de la mayoría de los japoneses, acostumbrados a llevar sobre su espalda el peso de cientos de años de sumisión y militarismo, sino tanbién una defensa casi intencionada contra la hostilidad del medio en el que había crecido. Gracias a Sorel, que como nativo del país conocía instintivamente el terreno, sin darse cuenta había empezado a darle a su propia existencia un sentido lúdico y vitalista que como germen ya estaba en su interior pero que de haberse quedado en Japón se habría desarrollado sólo en forma de fría ironía. Para nuestro protagonista, éste fue también sin duda el momento más feliz de su vida, gozando por primera vez del cariño generalizado, del amor del ser amado, así como de un grado de libertad que no volvería alcanzar en los siglos venideros.
Ryori y Sorel se lo pasaban tan bien juntos, estaban tan a gusto, y habían llegado en poco tiempo a tal nivel de compenetración y de conocimiento del otro, que decidieron que no tenía sentido no estar casados. Así que contrajeron matrimonio sin necesidad de ceremonia religiosa alguna, ni de invocar el nombre de Dios en vano, ni de celebraciones, ni de testigos, ni de ningún tipo de fasto insolente u orgulloso. Dicho esto, hay que añadir también que su vida no cambió en absoluto después del casamiento. Pues después de casarse, igual que habían hecho hasta entonces, siguieron acudiendo a clase en bicicleta o camello, y cuando viajaban lo hicieron siempre utilizando el transport públic, el nostre, el de tots.
Durante todo aquel periodo, a parte de su ayuda a la resistencia de los niños del centro histórico y del hecho de acudir con Ryori de vez en cuando a algunas manifestaciones, Julien se encontraba demasiado excitado estudiando el idoma y la cultura en general como para participar activamente en la política local. Pese a que durante toda su estancia en Egipto era consciente de la opresión que vivía su pueblo, por el momento estaba concentrado en conocer el país junto a su mujer y recorrerlo de punta a punta, hablando con sus gentes y aprendiendo el dificilísimo idioma árabe.
Muchos de sus compañeros pensaban que Skywalker era el alumno más inteligente de la clase, mas fuera o no fuera eso verdad, lo que sí que se podía decir con seguridad era que superaba claramente al resto en entusiasmo. Desde el principio, el hecho de poder estudiar árabe en Egipto lo había entendido como un privilegio y una responsabilidad, ya que, aunque se trataba de su idioma propio, nunca había tenido la oportunidad de estudiar en la Comunitat Valencia y además, en el Cairo, había millones de personas que no podían estudiar nada porque su única preocupación era simplemente comer. Como consecuencia de ello, se esforzaba siempre al máximo, y pese a que muchos de sus compañeros llevaban el triple de tiempo que él en el país, sus notas siempre estaba entre las dos o tres más altas de la clase.
Pero además de su esfuerzo, era evidente que Julien tenía un talento especial para la gramática que le permitía asimilar intuitivamente cualquier estructura lingüística que acabara de aprender. Si ese talento no había aflorado hasta entonces, era por la falta de motivación y apatía que siempre le habían rodeado en España y también por el sistema educativo español, sin duda uno de los peores de Europa.
El propio Skywalker se sorprendía cada día al descubrir sus verdaderas capacidades, capacidades desde luego muy superiores a las que él mismo había supuesto, incluso durante ese sentimiento de extremo optimismo y autoconfianza ilimitada que había sentido en el momento en que se exilió de España. No había duda de que, si seguía a ese ritmo de aprendizaje, podría aspirar a aprender si así lo decidía, en unos pocos años, las siete u ocho lenguas más habladas del mundo.
En realidad no se trataba de una simple capacidad intelectual, sino de un sentimiento integral que le afectaba en todas las facetes de su persona, esa Fuerza espiritual y moral que había sentido los últimos días de su cautiverio en las mazmorras de la torre campanario de su padre. La única diferencia novedad era que, durante el tiempo que estuvo en Egipto, gracias a su relación con Ryori y a su socialización en un medio humano agradable como el cariota, había ido aprendiendo a domar esa enorme fuerza y a transformarla en energía positiva capaz de influir en la vida espiritual y material de los demás, contribuyendo así al bienestar general y a un mayor desarrollo de la Constitución y de las libertades democráticas de los egipcios y egipcias.
Pese a que el conde Barto Bano le había abierto en secreto, y en contra de los deseos de su padre, una cuenta bancaria solidaria para financiar sus vida y estudios egipicios, cuenta en la que le era ingresado mensualmente una suculenta paga, Ryori y Peris habían decidido seguir viviendo de sus medios, sin usar ni una libra de ese dinero, y dejándolo para apoyar alguna causa humanitaria o revolucionaria en el futuro. En realidad, en esa época, Ryori y Anakin vivían prácticamente de la nada, estirando al máximo sus recursos escasos y sin apenas contaminar ni desperdiciar energía de la manera absurda como lo hacen la mayoría de los ciudadanos españoles.
Además de utilizar el transporte público, como hemos dicho un poco antes, nuestros dos protagonistas no se gastaban casi pasta porque cocinaban ellos mismos en casa, y cuando se iban por ahí se llevaban un bento o bocadillo y la mayoría de sus actividades lúdicas las llevaban a cabo en los parques, museos o bibliotecas. Con lo que cualquier imbécil en la Comunitat se dejaba en una sola noche de fin de semana, bebiéndose unas cervezas a un precio diez veces mayor que en el supermercado, haciéndose una cena en un restaurante elitista y comprándose las inevitables pirulitas o rayitas sin las cuales ninguna fiesta era redonda, pasaban un mes entero din problemas en Egipto, y pese a ello (o quizás gracias a ello), disfrutaban de una existencia totalmente feliz.
Precisamente, en esa época, en España una generación entera de jóvenes seguía desperdiciando su vida gracias a un consumismo estúpido que adoptaba dos versiones en el fondo iguales. La juventud, sin ideas políticas, profundidad ideológica, inquietudes filósoficas, ni cultura alguna, estaba dividida en en dos clases aparentemente antagónicas pero en el fondo igual de inútiles y parasitarias: los pijos (peperos) y los pogres (sociatas o apolíticos), con algunas raras excepciones como el Profeta Azul.
El Profeta Azul era un tipo procedente del Nepal que había aprendido valenciano de unos zaplanistas que estaban en la zona con la intención de recalificar el Tíbet. Un día en un concierto punki recibió un terrible ladrillazo en la cabeza y desde ese momento dejó de ser imbécil y entendió de repente la respuesta a todas las grandes cuestiones filosóficas y el funcionamiento del universo.
Para compartir su sabiduría con el resto de los hombres, el Profeta ideó un sistema sencillo para que el resto de la humanidad fuera feliz y se acabaran todos los problemas del planeta, el hambre y las guerras. Si bien, pese a que el método estaba explicado paso a paso en su página web y era de una lógica, claridad y facilidad de aplicación aplastantes, le ocurrió lo mismo que le ocurrió a Jesucristo unos siglos atrás, cuyas ideas revolucionarias habían sido deliberadamente malinterpretadas o ignoradas por la iflesia católica.
Si Jesucristo había ofrecido a la humanidad la fórmula perfecta para la felicidad completa y la paz social resumida en el sencillo mensaje de “ama al prójimo” (mensaje que había caído totalmente en el olvido por culpa de la Iglesia),el Profeta había expresado el método más eficaz y fácil para alcanzar la felicidad en plena vorágine del capitalismo voraz, el consumismo más idiota y la globalización psicótica.
Bastaba sólo consumir solo lo que hiciera falta, trabajar poco, aprovechar el tiempo libre creativamente y pensar por uno mismo. De esa manera se podía salvar con relativa facilidad la propia existencia de uno mismo y la de la sociedad en la que uno vivía, protegiendo de paso el medio ambiente, la soberanía de las naciones del tercer mundo y también la paz, así como la convivencia entre especies y la convivencia dentro de la misma especie.
En realidad, tanto Profeta, Chino y Pordiosero constituían una élite intelectual avanzada que daban ejemplo valioso con su vida y obra de cómo ser feliz sin pisotear los derechos de nadie, ni cobrar derechos de autor, ni poner en peligro el medio ambiente, utilizando la imaginación para generar un flujo casi constante de obras de arte hechas con precariedad de medios
Si las películas de la Trilogía del Comité (La Silla, Dentro del Hijoputa y El Paralítico Invisible), eran verdaderas obras de arte cinematográfico realizadas con una simple cámara de video de las de aficionado; La Plaza de los Desocupados, La Makina del Tiempo y Vota a Rajoy no se le quedaban tampoco atrás en creatividad e ingenio.
Los blogs de la red de blogs excelentes estaban a la vanguardia literaria mundial en lo que se refiere al pensamiento crítico y sentido del humor. No sólo desborban arte e imaginación a raudales sino que a nivel informativo eran muy superiores a los medios de propaganda capitalista en que se habían convertido todos los periódicos españoles.
Explicaban divertidas actividades de autosuficiencia, dando al poco cultivado populacho español la oportunidad de fabricarse para sí mismos la peor ropa de la historia, postales, o bien sus propias pizzetillas cien por cien no capitalistas. Pero sobretodo eran expertos en plantear maravillosas actividades de gran contenido revolucionario capaces de cambiar el mundo y de hacer reír de pasoa la gente.
El experimento de la casa de alquiler y los 300 chalados llevó a sus últimas consecuencias el ideal capitalista de especular y vender cualquier cosa. En la misma línea se ubicó la idea del Profeta de vender mierda por internet y la iniciativa del Pordiosero de poner su voto a la venta por Ebay, para que los sociatas y los pepistas pudieran comprar el voto de los españoles también a través de la web.
El experimento de los tarados trajeados era un puñetazo de humor al sistema y una actividad mucho más sana y divertida que pasar el sábado por la mañana viendo la tele. El establecimiento del Comité Patrimonio de la Inhumanidad, una propuesta revolucionaria en la que por primera vez en la historia se ponía en marcha un mecanismo que facilitara el estudio y las clasificación de la estupidez humana en general y de los políticos valencianos en particular.
Las manifestaciones absurdas servían para organizar muestras masivas de apoyo ciudadano a las políticas gubernamenteales de fomento de la especualación inmobiliaria, destrucción del medio ambiente, moderación salarial, desmantelación del estado del bienestar, etc.
El boicot a España intentaba instaba a la comunidad internacional a que promoviera un bloqueo económico a la Monarquía Bananera, hasta que en ese país se efectuara una transición hasta un sistema más justo, igualitario y respetuoso con los derechos humanos como el cubano.
Un proyecto para hacer intercambios temporales de monumentos y edificios históricos entre ciudades; una web para vender excrementos por internet, sin tener que acudir al centro comercial a comprarla; una campaña de firmas para que varios criminales de guerra indirectos como Prados, Millán y Piqueros fueran juzgados en La Haya; el genial “Experimento de los pordioseros trajeados”;una iniciativa para ilegalizar el PP por apoyar la lucha armada en Venezuela, Bolivia, Cuba e Iraq; un movimiento para volver a la guerra fría y hacer crecer así las condiciones de vida de los trabajadores de Europa occidental, y por supuesto oriental. Un movimiento para abolir la estúpida costumbre capitalista de tener horas y horas de pie a sus trabajadores simplemente por que quedaba mal ante el cliente estar sentado. Guías de viaje, libros.Una gran gama de deportes urbanos: el sueling, el rolling, el insulting, el watering, etc.
Daban también las claves para vivir sin trabajar apenas, pero sin especular y siendo respetuosos con el medio ambiente, aprovechando para ese fin la diveridad de becas, actividades culturales gratuítas, degustaciones gastronómicas, subvenciones y ayudas gubernamentales de todo tipo ue existían en el mercado. Como el Chino Muerto decía siempre: “Cualquier subsidio de desempleo o ayudas al ciudadano existe porque alguien estuvo corriendo delante de la policía o derramó su sangre para conseguir tal subsidio. Así que no es sólo un derecho, sino una obligación moral del ciudadano, aunque sea por respeto a estos luchadores, utilizar al máximo todos los vacíos legales y argucias posibles para sacar el máximo provecho de estas ayudas mientras sigan existiendo.”
Aún así, los jóvenes españoles seguían desperdiciando su vida en trabajos de mierda con sueldos de mierda para poder gastarse en un sábado por la noche lo que la mayoría de los ciudadanos del mundo tardaban en conseguir un mes.
Muchos de los que se quejaban de ser mileuristas, compraban cervezas a 5 euros que en el supermercado costaban 50 céntimos. Salían a cenar un sábado y se dejaban 50 euros por persona en un restaurante que a mediodía ofrecía un menú diario por 7. En vez de ir a ver películas interesantes que se exponían en filmotecas o universidades por un precio ridículo o gratis, acudían a los cines comerciales atraídos por filmes americanos o españoles que resultaban un verdadero insulto a la inteligencia. Y aunque vivían en un país que contaba con un clima excepcionalmente privilegiado, solo salían de casa en coche y por eso su piel acababa adquiriendo un mórbido tono verdoso. Pues nunca paseaban ni hacían excursiones al monte ni a la playa, ni practicaban deporte alguno. Carecían de aficiones, de metas y de profundidad.
El Profeta Azul lo explicaba en su blog con su característico estilo del humor:
Gente que si no esta en un pub o bar parece que esta nerviosa, que se sienten encerrados o perdidos en la calle o en la naturaleza, son tan imbeciles que les han podido cambiar un instinto completamente básico y natural, el instinto de la libertad, la libertad de respirar, vivir, convivir, caminar y de moverse libremente, por la libertad de ir a un bar u otro dentro de la "moda", esta eskoria tiene tan poca materia gris que las malas costumbres, publicidad, cine e intereses privados le han echo un simple producto manufacturado y el esta orgulloso de serlo y no quiere dejar de serlo jamas.
Pero volvamos, a Egipto, porque durante aquellos días tan felices de la vida de Julien Sorel Skywalker Peris y de Ryori Nirogawa se truncaron totalmente una mañana de febrero o marzo de más o menos el final de la década de los noventa.
Ese día, años antes de que Al Qaeda y George Bush se hicieran famosos en el mundo entero gracias a su esfuerzo por fomentar el terrorismo a nivel internacional,la modesta escuela de idioma árabe en donde estudiaban nuestros protagonistas fue destrozada por la explosión de un coche bomba.
El atentado fue cometido en horario escolar, por lo que los dos se encontraban en clase en el momento del ataque,estudiando con el mismo entusiasmo de siempre. Era una mañana luminosa y azul en el Cairo, una mañana maravillosa. Costaba creer que alguien se atreviera a reventarla de aquella forma.
Julien Skywalker no sufrió ningún daño físico importante, pero perdió el conocimiento y fue trasladado a un hospital en ambulancia.
Pese a su estado casi comatoso, durante la primera y única noche que pasó en ese hospital, sus talentos especiales de pordiosero, aprendidos del legendario Unidad, le revelaron mientras dormía que una persona estaba a punto de entrar por la ventana de su habitación, una persona extremadamente peligrosa que llevaba consigo un revolver y al que no le temblaría el pulso a la hora de utilizarlo.
Por suerte, Anakin pudo golpear al agresor a tiempo, quitarle el arma e interrogarle sobre qué significaba todo aquello. Mediante un sencillo ejercicio de tortura, que consistió en recitarle un par de fragmentos de los discursos que Frederico García Lorca le había repetido mucho tiempo atrás, le sonsacó la información necesaria para confirmar sus sospechas sobre quién estaba realmente detrás del atentado. Un atentado, por cierto, que toda la prensa local e internacional atribuyó erróneamente, durante las horas siguientes, a los extremistas islámicos.
Aparte de descartar, tras haberle insistido varias veces, que aquel hombre tuviera alguna información sobre el paradero de Ryori, Julien supo también, por otra parte, que el atentado era cotra él, y que los mismos que lo habían organizado le venían siguiendo la pista desde hace bastante tiempo y no iban a detenerse hasta acabar con su vida. Obtenidas todas esas confesiones, siguió recitando al sicario los discursos de Federico, esta vez más por rabia y por venganza que por cualquier razón instrumental; hasta que al final el hombre perdió el conocimiento y cayó exhasusto, y Anakin lo dejó durmiendo en la cama donde él mismo había estado durmiendo hasta ese momento.
Era evidente que no iba a estar a salvo si pasaba un minuto más en aquel lugar,así que se escapó por la ventana esa misma noche y se fue a vivir a la buhardilla de uno de sus mejores amigos. Si ya antes del ataque sabía que algunos gobiernos le buscaban por todo el mundo, desde ese mismo instante se había convertido en un fugitivo oficial del gobierno egipcio. Su rostro apareció en lo periódicos y en los telediarios. Estaba en la lista de terroristas peligrosos que había que eliminar de la paz de la tierra, si hacía falta mediante actos terristas.
Por suerte que la mayoría del pueblo lo apreciaba y estaba dispuesto a arriesgar su vida por evitar que lo capturaran. Es así como se pudo seguir moviendo a su antojo por el Cairo, aprovechando callejones, patios interiores, buhardillas, casas particulares y túneles secretos.
Sea como fuere, lo cierto es que a él en realidad no le importaba tanto su vida como la de Ryori. En cuanto a ésta, las emisoras de radio ya decían esa misma noche que no había supervivientes entre los estudiantes, lo cual evidentemente no era verdad. Además, de alguna manera instintiva sentía que estaba todavía viva. Que se la habían llevado quizás lejos, sí, pues la notaba a gran distancia, pero que aún se encontraba con vida.
Durante los días siguientes, mientras vivía secretamente en casa de su amigo “Mohamed”, llevó a cabo una profunda investigación por todo el Cairo para saber el paradero de Ryori. Volvió al lugar del crimen en varias ocasiones, pese a que éste se encontraba tomado por las fuerzas especiales; buscó en todos los hospitales de la ciudad, de los alrededores y en los cementerios; habló con periodistas, con policías locales, con todos sus amigos; leyó la prensa local y extranjera, internet; se introdujo secretamente en bibliotecas, registros funerarios, bases militares, crematorios, comisarías de policía; habló con toda la gente que conocía. Pero nadie conocía la existencia de ningún superviviente, nadie podía dar pistas,nadie sabía nada que pudiera ayudarle a encontrar a Ryori.
Si en un principio estaba furioso y rabioso, y recorría la ciudad frenética, aunque sigilosamente, con enormes deseos de venganza en su interior, conforme pasaban las semanas empezó a perder paulatinamente la esperanza, pues aparte de su corazonada inicial y de las mentiras de la prensa, poco poco se había dado cuenta de que en el fondo no tenía nada a lo que aferrarse. Aunque se podía mover a su antojo por toda la ciudad, ir a cualquier lugar sin ser visto, e infiltrarse en cualquier organización, la falta de pistas y de resultarlos le hacía sentirse como ese rey de un país lluvioso del poema de Baudelaire. Era como si a una voluntad y a una razón infinitas se le obligara a vivir una existencia sin propósito y sin contenido. Y es así como la rabia se fue convirtiendo en tristeza, la tristeza en desesperación, y al final, la desesperación, en apatía.
Perdida la esperanza, todavía siguió buscando durante cierto periodo, pero más bien por inercia y por costumbre y cada vez con menos entusiasmo. Mas poco a poco fue dejando de salir al exterior y su vida se convirtió en una especie de ascua fúnebre de lo que había sido en la anterioridad. Se le había agotando la energía, toda la fuerza que había llegado a acumular anteriormente. Pensaba que no podría recuperarse nunca y que, aunque lo hiciera, no valdría la pena de todas maneras vivir sin Ryori, a quien desde hacía tiempo había considerado su espíritu gemelo, su realidad paralela y su único paisaje.
La buhardilla del amigo donde se alojó en esa época se encontraba casualmente en la Ciudad de los Muertos, y también Julien se fue viendo a sí mismo progresivamente como una especie de rata de cementerio próxima también a morir. Así, entre cadáveres, se iba pudriendo su existencia, cada vez más gris, cada vez más oscura, cada vez más siniestra, en un paisaje desolado que expresaba perfectamente la realidad de su alma.
Fue dejando de hablar con sus amigos y con el resto de la gente, y al final dejó incluso de salir totalmente de la buhardilla. Apenas comía de vez en cuando, y cuando comía, se alimentaba sólo a base de murciélagos, a propósito para causarse daño a sí mismo.
Un día, asolado por un dolor insoportable que le era imposible soportar un segundo más, decidió retirarse de la vida por un periodo indeterminado y quizás morir, y para ello se introdujo en una de las pirámides más importantes que existen en los alrededores del Cairo. Entró en la cámara funeraria del poderoso Faraón y se tumbó a dejar pasar la eternidad allí dentro. Cerró los ojos, y con ello en su vida se apago la luz; así se quedó esperando, inerte, a que su suerte final se le revelara.
Durante un largo tiempo, años o minutos, días o segundos, o acaso un solo instante, Anakin estuvo metido en el sarcófago del Faraón, en el interior de la gran pirámide. Sin comer, ni beber y sin pensar, haciendo tiempo hasta que la muerte viniera a reclamarlo y acabara con él ya totalmente.
Su estómago se vació, y a continuación su mente. Sus funciones vitales se fueron ralentizando y haciendo cada vez más ténues hasta casi desaparecer. Toda conciencia se extinguió también, al igual que su pena, que desapareció como si fuera un suspiro que nadie hubiera pronunciado nunca. La carne de de Skywalker era ya casi polvo, y el polvo pronto se perdería en la nada. Estaba a punto de dejar de existir.
Y fue en ese instante fatal cuando en la oscuridad total de sus sueños se fueron dibujando unas líneas, unas líneas al principio tan leves que ni él mismo era capaz de verlas, pero que partían desde las pirámides que había en Egipto y eran tan largas que alcanzaban los confines del universo.
Las líneas eran las vidas de las personas en las manos de las hilanderas sin rostro de la serie de dibujos ani,adosUlises 31, serie que Skywalker no había visto en su infancia por pertenecer a la generación siguiente. Pero las líneas eran también túneles, que conectaban a personas de todos los países y todas las épocas.
Una repetición descomunal de pasillos falsos y de mentiras, de túneles secretos comunicándose entre ellos y con otros que no llevaban a ninguna parte; un centro histórico hermoso y deshabitado que abarcaba la superficie de un planeta entero; un bosque eterno e infinito cubierto de santuarios japoneses de piedra y de madera; un cementerio hecho con los huesos de todos los muertos anteriores acumulados a lo largo de la historia.
Todo se recomponía una y otra vez en imágenes nuevas, cada vez más luminosas. Luego había bosques normales, en los que se hacía de día y de noche como en cualquier sitio; pequeños poblados en el desierto en los que se desarrollaba el comercio; un parque normal en el centro de cualquier ciudad normal europea. En un banco vio sentada a Ryori, sonriendo al infinito como el primer día, de esa forma eterna e inmortal con la que sólo ella podía sonreír.
Un primer recuerdo consciente saltó en ese momento a la mente de nuestro protagonista. Como si volviera a la vida de repente, recordó que en el momento de la explosión se había lanzado rápidamente para salvar a su esposa. La había abrazado bajo su cuerpo y había saltado rápidamente con ella para refugiarse debajo de uno de los pupitres, dejándola así bajo la protección de su pecho.
Todas las vidas que había visto con anterioridad eran vidas muertas y vidas que seguían a la vida. Pero en la mayoría de ellas Skywalker seguía existiendo, y en la mayoría de ellas, ella también estaba junto a él.
De repente, Julien tomó consciencia de sí. De por qué estaba en Egipto, de por qué era árabe, de por qué le habían acusado de terrorista casi desde antes de que hubiera siquiera nacido.
Se acordó de que cómo se había largado de una región hostil y se había traslado a su verdadero país con la esperanza de un futuro mejor para él y para el mundo en el que vivía. Y aunque ignoraba si su consciencia era todavía conciencia de hombre o de pura alma errante; pues le era imposible discernir si ya estaba muerto o no, se acordó en ese instante de de por qué amaba a Ryori.
No podía decir con toda certidumbre si su mujer existía o no, pero sabía perfectamente qué es lo que tenía que hacer, y a dónde tenía que ir a buscarla. Como el fantasma de un faraón de una tragedia shakespeariana, al que le fuera imposible conciliar el sueño eterno, atormentaría a los vivos y a los muertos hasta juntarse otra vez con ella, en este mundo o en cualquiera de los mundos posibles.
Si estaba con vida, tenía que encontrarla; si no lo estaba, la vengaría, destruyendo el mundo tan hostil len el que les había tocado vivir y construyendo un mundo nuevo basado en la razón y la concordia.
Para eso debería derrotar primero a su enemigo, esa especie de nuevo dios que actuaba a nivel mundial y que lo seguía a todas partes, con el fin de eliminarle. El mismo que estaba decidido a intervenir en cualquier país del mundo, tan brutalmente, y a matar al número de personas que hiciera falta para proteger sus intereses económicos.
Iba a enfrentarse al Imperio, a participar en la eterna batalla entre el bien y el mal, esa lucha que había sido representada tantas veces en las películas, en las novelas, en los libros sagrados de todas las religiones.
Esa noche, Julien Sorel Peris Skywalker cruzaba la frontera y se infiltraba en la franja de Gaza. Durante varios años, los servicios secretos de las naciones imperialistas lo perdieron de vista. Como había ocurrido antes, cuando escapó de casa de sus padres, lo buscaron por todo el mundo, y torturaron a cientos de inocentes para encontrarle. Pero esta vez sin sospechar si quiera que lo tenían justo delante de las narices.
2 comentarios:
Muy buena, este capitulo tiene varios cambios de estructura, como si lo hubiera escrito en varias partes con cierto tiempo entre medio, tiene un poco de beerclock y un poco de chino muerto tambien, esto es mejor que las enciclopedias de mil euros que intentan vender a las viejas puerta por puerta
Gracias, este comentario demuestra que tengo pocos lectores peros buenos. Este capitulo fue escrito en Japon este anyo pero corregido con varios meses de distancia. Seguimos con mas aventuras. Dentro de poco los acontecimientos daran un giro inesperado que sorprendera a los lectores. No se lo pierdan.
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