jueves, 20 de marzo de 2008

INTERRAÍL A PIE POR ESPAÑA.

Por la mañana caminamos hasta Madrid vía Cuenca, y una vez allí nos dirigimos paseando hacia el sur de España. Una vez nos aseguramos de haber entrado en Andalucía, bien entrada ya la tarde, subimos al trenecito de vapor para que nos llevara por fin hasta el mar de Algeciras.

Antes de llegar a la ciudad, hay que atravesar unos campos en los que crecen árboles de hojas azules, rojas y amarillas. Entre ellos se intercalan algunos caseríos y antiguas torres, así como una proporción menor de árboles con hojas de color oro. El paseo marítimo tiene en el centro enormes farolas de varios brazos, y a cada uno de los lados varios carriles de autopista que atraviesan sendos túneles y desaparecen repentinamente.

Nuestro objetivo era averiguar en qué ciudad estábamos. Mi hipótesis era que nos encontrábamos en Algeciras. Mi compinche sostenía que en La Línea de la Concepción.

Llegamos al centro por una estrecha avenida, en la cual había una oficina de correos que tenía en frente un cine. El cine tenía el aspecto exacto que se puede esperar de un cine situado en la calle comercial de una ciudad de unos 40.000 habitantes.

Entramos en Correos, pero como el ambiente era muy gris, y parecía como si hubiera una hostil ciudad dentro del edificio, salimos pronto al exterior. Un par de chicas morenas, cuando les preguntamos, nos comunicaron que nos encontrábamos en Játiva. Las miramos extrañados.

Entonces, para demostrárnoslo, se pusieron a hablar valenciano con todo el mundo, y luego nos indicaron el camino hasta el castillo.

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